Capítulo XLV.

Capítulo XLV.

De
Sunyer, segundo conde de Urgel.

Al conde Armengol, que murió
sin hijos, sucedió en el condado de Urgel Vifredo Peloso,
conde de Barcelona, y fue señor de él hasta el año 912; qué
murió, ordenando de sus estados entre sus hijos. Vifredo fue conde
de Barcelona, y murió sin hijos, después de haber tenido solos dos
años el condado: por su muerte fue conde Mir, su hermano, que ya era
conde de Rosellón, Cerdaña y Besalú. En el condado de Urgel
instituyó a su hijo Sunyer, que otros llamaron Sinofredo: también
tuvo otro hijo llamado Rodolfo, que fue monje de Ripoll y después
obispo de Urgel. El cuidado mayor de Sunyer fue dilatar su condado,
que entonces estaba en lo más fragoso y áspero de las montañas de
la Seo de Urgel, guerreando con los moros sus vecinos, que en este
tiempo señoreaban las ciudades de Balaguer, Lérida, vizcondado de
Ager y todas las riberas de Segre y Ebro, hasta Tortosa; y cada día
entraban en las tierras del conde, haciendo todo el mal que podían.
El conde pidió socorro a su hermano, el de Barcelona; el cual con
toda o la mayor parte de sus caballeros de Cataluña y demás gente
que pudo juntar, acudió a socorrerle, e hicieron una famosa entrada
en las tierras de los enemigos, y después de hallada mucha
resistencia, llegaron a la ciudad de Balaguer y le pusieron cerco;
pero se defendió tan valerosamente y sobrevino tanto socorro a los
cercados, que por aquella vez se hubo de alzar el cerco, porque la
ciudad estaba muy fuerte y municionada. Contentáronse con talar el
campo y vega, y dar a los enemigos todo el daño que les fue
posible.
En el año 929 murió Mir, conde de Barcelona, a los
treinta y cuatro años de su edad, y décimoctavo de su condado: dejó
tres hijos que fueron Sinofredo, Oliva Cabreta y Mir, todo en pupilar
edad; el primero fue conde de Barcelona, el segundo de Besalú y
Cerdaña, y el tercero conde de la ciudad y territorio de Gerona, y
después obispo de ella. Otro hijo dicen que tuvo llamado
Endescarrechs, que tuvo título de vizconde de Cardona, y conociendo
el gran valor y lealtad de su hermano, y sabiendo cuánto podía
confiar en él, le nombró tutor y curador de sus hijos y tierras.
Entonces dejó gobernador o vizconde (que este título tenían los
gobernadores de los condes) en el condado de Urgel y vino a residir
en el de Barcelona, porque sabía muy bien cuánto convenía la
conservación de Barcelona a todo lo restante de Cataluña. Gobernólo
por veinte años, porque este era el tiempo que señaló el testador,
y le nombraron conde de Barcelona y está contado en el número o
catálogo de ellos, no porque lo fuese en propiedad, sino en
administración.
Su gobierno fue muy quieto y gozó de más paz y
sosiego que sus pasados, y pudo entender en obras y ejercicios que en
tiempo de guerras era imposible. En el año 935 fue la segunda
dedicación del monasterio de Ripoll, y se solemnizó aquella fiesta
en presencia suya y de toda la nobleza de Cataluña, que con
liberalidad y devoción regocijaron aquella festividad.
Los
términos del condado de Barcelona, por este tiempo, de la parte de
occidente no pasaban de Villafranca del Panadés, aquí era la
frontera de los moros, de quien recibían los cristianos cada día
mil daños; bajaban de las montañas y talaban los campos de los
cristianos, cautivando los que hallaban, y luego se retiraban con las
presas en lo más fragoso de ellas. Allá quedaban seguros, por ser
la tierra áspera y rompida para mejor resistirles. Escogió Sunyer
un lugar acomodado en los mismos montes que están entre Villafranca
y la marina: aquí estuvo antiguamente la ciudad de Olérdola, cuya
memoria ya casi del todo queda perdida, y de consejo de Teuderico,
obispo de Barcelona, y otros de su corte, edificó un famoso castillo
y dentro una iglesia en honor del arcángel san Miguel, tutelar y
patrón de la casa de los condes de Urgel, y la dotó de muchas
rentas que, en parte, están el día presente aplicadas con autoridad
apostólica a la iglesia de Villafranca del Panadés, quedando buena
cantidad para el debido culto y aseo de la iglesia, y sustento de sus
ministros. El castillo está casi del todo derribado, los vestigios
que quedan de él son argumento y señal de su antigua fortaleza y
grandeza. Fue esta obra de grande utilidad, pues por mucho tiempo
quedaron aquellas comarcas libres de los asaltos y correrías de los
enemigos. Entonces reedificó por aquellas montañas muchas iglesias,
que fueron de los godos, y después que entraron los moros, quedaron
yermas y destruidas, hasta en estos tiempos, que el conde las
restituyó a lo que antes eran. Es cosa muy fácil de conocer esto,
porque las mas iglesias de estos montes parecen de medio arriba,
edificadas de nuevo, y de medio abajo, obra gótica o romana. La
iglesia catedral de Barcelona recibió en su tiempo gran aumento,
porque él y la condesa Riquilda, su mujer, le dieron ciertos alodios
que habían comprado en la villa de Caldes, y el diezmo del señorío
directo de las raficas de Tortosa, y esto lo dieron por las
almas de un hijo suyo llamado Ermengaudo y del conde Vifredo, su
padre, y de Guinidilda, su madre, y del conde Borrell,
su hermano: de esta dotación hace memoria el gran averiguador de
antigüedades, Diago, y en el libro segundo de la historia de los
condes de Barcelona.
Asímismo en tiempo de este conde fue
consagrado el monasterio de san Pedro de las Puellas de
Barcelona, que años atrás había edificado Ludovico Pío, rey de Francia: (y qué rey tenían los catalanes entonces?) fue la consagración, según dice Diago, solemnísima, y
allende el grande concurso que se halló en ella, estuvieron también
presentes el conde Sunyer y su mujer Riquilda, y sus hijos san
Hermengaudo, que después fue obispo de Urgel, y Borrell; y así el
conde y condesa y Vilara, obispo de Barcelona, se mostraron aquel día
liberales y magníficos, dotando de nuevo el monasterio
magníficamente, y concediéndole grandes cosas; y dice aquel autor,
que se tenga por dichoso aquel monasterio, sabiendo que un santo tan
grande entra en la lista de los que lo dotaron. Acabados los
veinte años (que fue el de 949) había asignado el conde de
Barcelona en que gobernase el condado, lo volvió a sus sobrinos (1)
lisamente y sin dilación alguna, aumentado, quieto y pacífico,
y entonces se retiró en las montañas vecinas a la Seo de Urgel,
donde pasó el tiempo que le quedó de vida, hasta el año de 951, en
que murió. Poseyó el condado de Urgel veinte y dos años, y los
veinte ocupado en el gobierno del de Barcelona.
(1) Sobre este
gobierno y tutoría, y los condes Sunyer y Seniofredo, consúltese lo
que expuso ya el colector (Próspero de Bofarull) en sus
Condes de Barcelona vindicados, tom. 1.° pág. 65.

Fue
sepultado en el monasterio de Ripoll en el sepulcro de sus
antecesores, que está junto a la puerta de la iglesia que pasa al
claustro, con una inscripción o letrero que dice: A quo dotatus
locus est hic, et aedificatus, porque están allí el cuerpo de
Vifredo Peloso, fundador del monasterio, y de sus descendientes y
colaterales.

De Riquilda, mujer suya, tuvo, según la más común
opinión, cuatro hijos, Borrell que le sucedió en el condado de
Urgel; Armengol, que fue santo y obispo de Urgel; Miron, y otro
Armengol, que murió en vida de los padres.

(Como siempre, la wiki da muchos datos que hay que cotejar: 
https://es.wikipedia.org/wiki/Wifredo_el_Velloso)
y con los Bofarull pasa lo mismo.