El jabón es un producto que sirve para la higiene personal y para lavar determinados objetos. Se forma a partir de la reacción química entre un ácido graso y un álcali, como el hidróxido de sodio (NaOH) o el hidróxido de potasio. Esta reacción se conoce como saponificación. El ácido graso puede provenir de fuentes vegetales como el aceite de coco o de fuentes animales como la manteca de cerdo. El jabón es soluble en agua y tiene propiedades detersivas, lo que lo hace útil para el lavado de ropa y la higiene corporal.
La estructura molecular del jabón tiene una parte liposoluble y otra hidrosoluble. La parte liposoluble permite que el jabón disuelva la grasa, mientras que la parte hidrosoluble permite que se disuelva en agua. Esto facilita la eliminación de manchas de grasa que no se pueden eliminar solo con agua.
Existen diferentes tipos de jabones, como el jabón de Marsella, que se fabrica principalmente con aceite de oliva, y el jabón de Castilla, que también se prepara solo con aceite de oliva. Otro ejemplo es el jabón de Alepo, que se fabrica con aceite de laurel y aceite de oliva y es conocido por su olor característico.
Históricamente, el jabón se ha utilizado desde tiempos antiguos, aunque su origen exacto no está claro. Se ha documentado su uso en la antigua China y en la antigua Roma, donde se describía su fabricación y uso en tratamientos médicos y para el aseo personal.
Colonizar es el proceso de establecer una colonia en un territorio nuevo o extranjero, generalmente por parte de una nación o grupo dominante. Este término implica la ocupación y control de un área geográfica por una población extranjera, que puede ser de carácter político, militar, cultural o económico. La colonización puede llevar a la emigración de pobladores de la metrópoli a la colonia, y puede ser tanto pacífica como violenta.