Es curioso cuando un catalanista te recrimina defender al idioma valenciano en español pero él hace lo contrario en dialecto catalán fabrino.
Exactamén mos passe en lo chapurriau, per ejemple a la presentassió de la asociación cultural amics del chapurriau.
VALENCIANO Y CATALÁN.
“Catalán y valenciano difieren fonéticamente en más de un noventa por ciento”
Me refiero a un artículo-encuesta en el que el consultado profesor Sanchis Guarner afirmaba que “las relaciones entre el valenciano y el catalán son las mismas que existen entre el andaluz y el castellano”.
Tal aserto lo considero falsario y lesivo para la personalidad cultural valenciana secular por las razones siguientes:
Cualquiera medianamente entendido en filología románica sabe que las diferencias entre el tan castizo andaluz y el castellano son meramente fonéticas y, alguna vez, fonológicas, por lo que todo andaluz es fácilmente comprendido hasta en Santander, por ejemplo.
No sucede lo mismo entre un valenciano y un gerundés quienes tienen que recurrir al castellano para entenderse, la mayoría de las veces por los motivos siguientes, “Catalán y valenciano difieren fonéticamente en más de un noventa por ciento” su día ampliaré con más rigor:
Catalán y valenciano difieren fonéticamente en más de un noventa por ciento. Es fácil demostrarlo en cualquier laboratorio de lingüística.
El léxico valenciano difiere también mucho del catalán, especialmente en el vocabulario familiar y coloquial que es lo primero que se aprende al estudiar cualquier idioma. Lo sabe muy bien Sanchis Guarner por haber empleado bastantes años en señalar tales diferencias en el voluminoso “Diccionari català-valencià-balear”-
La flexión verbal –alma de toda lengua- cambia también en un tanto por ciento muy acusado, como lo atestigua precisamente la “Gramática Valenciana –agotada y no reeditada- del mismo Sanchis Guarner.
Existen además notables diferencias morfosintácticas desde los clásicos valencianos del siglo XV quienes afirmaban taxativamente que escribían en lengua valenciana, como fray Bonifaci Ferrer, quien traduce la Biblia “arromançada de lengua latina en la nostra valenciana”, frase que suprime Sanchis Guarner– nada menos que en un trabajo de investigación para la institución Alfonso el Magnánimo de Valencia (Vid. Revista Valenciana de Filología, núm. VI, págs. 2 y 3).
Ortográficamente ha tenido el valenciano sus diferencias con el vacilante catalán – a veces por influencias de arabismo y aragonesismos en léxico y fonética, como normal “préstamo lingüístico”.
No sucede lo mismo entre un valenciano y un gerundés quienes tienen que recurrir al castellano para entenderse, la mayoría de las veces por los motivos siguientes, “Catalán y valenciano difieren fonéticamente en más de un noventa por ciento” su día ampliaré con más rigor:
Catalán y valenciano difieren fonéticamente en más de un noventa por ciento. Es fácil demostrarlo en cualquier laboratorio de lingüística.
El léxico valenciano difiere también mucho del catalán, especialmente en el vocabulario familiar y coloquial que es lo primero que se aprende al estudiar cualquier idioma. Lo sabe muy bien Sanchis Guarner por haber empleado bastantes años en señalar tales diferencias en el voluminoso “Diccionari català-valencià-balear”-
La flexión verbal –alma de toda lengua- cambia también en un tanto por ciento muy acusado, como lo atestigua precisamente la “Gramática Valenciana –agotada y no reeditada- del mismo Sanchis Guarner.
Existen además notables diferencias morfosintácticas desde los clásicos valencianos del siglo XV quienes afirmaban taxativamente que escribían en lengua valenciana, como fray Bonifaci Ferrer, quien traduce la Biblia “arromançada de lengua latina en la nostra valenciana”, frase que suprime Sanchis Guarner– nada menos que en un trabajo de investigación para la institución Alfonso el Magnánimo de Valencia (Vid. Revista Valenciana de Filología, núm. VI, págs. 2 y 3).
Ortográficamente ha tenido el valenciano sus diferencias con el vacilante catalán – a veces por influencias de arabismo y aragonesismos en léxico y fonética, como normal “préstamo lingüístico”.
En 1932 el imperialismo político de Prat de la Riba –suele ser cíclico- logró que se impusieran varias normas generales ortográficas – artificiales para el valenciano falsamente galicistas otras- según encargo confiado al ingeniero de ascendencia cubana Pompeyo Fabra, quien, a pesar de ser uno de los generadores de unidad artificial de laboratorio para el catalán, sin embargo aconsejaba en autógrafo que poseemos, al investigador valenciano Sanchis Sivera –precisamente tío de Sanchis Guarner- que velara para no acercar el valenciano (“vostre idioma”) al catalán (“nostre català”) y siguiera a los clásicos valencianos, lo que ciertamente no se cumple en nuestra universidad ni en ciertos docentes populares en donde nuestros hijos ya no hablan como sus padres por influencia de formas catalanas. Tales normas recientes para un catalán impreciso hasta hace poco no justifican que nuestros clásicos hayan de ser corregidos en ediciones barcelonesas –en flagrante delito contra la propiedad intelectual y la diacronía y sincronía lingüísticas valencianas. Mucho peor que si la Real Academia de la Lengua corrigiera las obras de los hermanos Álvarez Quintero o desde Londres se modificara a Hemingway, por ejemplo.
La literatura valenciana tuvo más personalidad que la catalana y fue más genuina y pura hasta el siglo XVIII. Logró su “siglo de oro” en el XIV y XV mientras las figuras de algún relieve catalán figuraban incluidas en la literatura provenzal.
No puede hablarse, pues, de colonia catalana y menos calificar de una andaluzada en sentido peyorativo a una cultura valenciana que superó muy pronto en lengua y literatura al apenas balbuciente catalán del siglo XIII; catalán que para los filólogos como Friedrich Diez, Meyer-Lübke –el retenido por el mecenas Balcells en Alforja (Tarragona) para que no bajara a Valencia – Morel-Fatio, Raynouard, Bastero, Milà i Fontanals, etc., es mero dialecto del provenzal, lo que también he podido oír a los filólogos de hoy en mis estudios de la Saborna y Toulouse, quienes reconocen la mayor firmeza secular del valenciano.
Por ello también considero arbitrario el otro aserto de Sanchis Guarner de que “todos” los filólogos colocan al valenciano como dialecto del catalán. ¿Tendremos que citar también los estudios concretos sobre el valenciano y su personalidad que se efectúan hoy en universidades europeas y americanas?
Y, ¿habrá que considerar también a Berceo, por ejemplo, como un Espriu lejos de las ramblas porque escribía “canonge, argent, tastar, malaltia, guarir, eixida, sopear, encesa, farina, encara, vegada, ponçella, plorar, devant, festa”, etc. como con fina ironía nos ha recordado hace poco un pensador valenciano?
Que razones demográficas unas, de compromiso entre colegas otras, políticas algunas, hayan logrado en el siglo XX endilgarnos “oficialmente” que el valenciano es una variante dialectal del catalán no empece para la ciencia no haya dicho todavía su última palabra en materia tan discutible, ni para que si los congresos de Lingüística hubieran tenido lugar antes del siglo XX se hubiesen llamado lengua valenciana a toda la franja costera del Mediterráneo, por razones lingüísticas, literaria y demográficas mucho más potentes que las que ahora se aducen como soberana razón de dependencia y no de igualdad por lo menos. El mismo Sanchis Guarner reconoce entonces la “forta superioridad de la Ciutat de València sobra la de Barcelona”.
ALGUNAS CONCLUSIONES
1ª. Considero aberrante, pues, llamar peyorativamente “andaluz del catalán” a la lengua valenciana, con evidente menosprecio a un legado vivo del inmenso acervo cultural en lingüística y literatura, muy superior durante cinco siglos (XIII-XVII) a un catalán provenzalizado y evolucionado posteriormente. A la ciencia no le van los decretos “oficiales”.
2ª. Más aberrante juzgo aún que tengamos que soportar la machacona cantinela de “países catalanes” y que, con la excusa de la lengua nos involucren en un catalanismo alucinantemente “civil” como postulan desde Jordi Pujol hasta –digamos valencianos- como Joan Fuster, Burguera, Juan F. Mira, Vicente Mique, Eliseu Climent, y… partidillos.
Supresión de la comarca de Valencia con el genérico: “l’Horta”.
Supresión de la expresión legal “Reino de Valencia” con la expresión geográfica “País Valenciano”, sustituyendo el nombre por adjetivos, mientras -¡oh paradoja!- se repite hasta la saciedad el artificioso y pomposo “principado” para Cataluña.
Imposición de la bandera catalana cuando ni Aragón ni Mallorca –viejos reinos también- la han aceptado.
Supresión de la expresión legal “Reino de Valencia” con la expresión geográfica “País Valenciano”, sustituyendo el nombre por adjetivos, mientras -¡oh paradoja!- se repite hasta la saciedad el artificioso y pomposo “principado” para Cataluña.
Imposición de la bandera catalana cuando ni Aragón ni Mallorca –viejos reinos también- la han aceptado.