Una vez restablecidos de la sorpresa
inicial que supuso la invasión musulmana, varios grupos de
cristianos huidos de la parte baja del valle del Ebro, unidos a los
montañeses, comenzaron una ardua, lenta y peligrosa tarea de
desgaste en las tierras quebradas del norte pirenaico aragonés. Los
escasos pobladores cristianos de estas tierras altas lograron poco a
poco el apoyo de las gentes del otro lado de los Pirineos, temerosos
también de que los musulmanes intentaran atravesarlos para extender
hasta allí su dominio.
inicial que supuso la invasión musulmana, varios grupos de
cristianos huidos de la parte baja del valle del Ebro, unidos a los
montañeses, comenzaron una ardua, lenta y peligrosa tarea de
desgaste en las tierras quebradas del norte pirenaico aragonés. Los
escasos pobladores cristianos de estas tierras altas lograron poco a
poco el apoyo de las gentes del otro lado de los Pirineos, temerosos
también de que los musulmanes intentaran atravesarlos para extender
hasta allí su dominio.
Fruto evidente de esta ayuda franca fue
el retroceso de los agarenos, que debieron dejar libres muy pronto
los valles de los ríos que vierten sus aguas claras en el Aragón.
Sin embargo, una reina mora del valle de Echo, enamorada de estas
bellas y altas tierras, decidió refugiarse y hacerse fuerte con su
escaso séquito y su pequeña escolta en el hermoso valle de
Guarrinza, en espera de mejores tiempos que nunca llegaron.
el retroceso de los agarenos, que debieron dejar libres muy pronto
los valles de los ríos que vierten sus aguas claras en el Aragón.
Sin embargo, una reina mora del valle de Echo, enamorada de estas
bellas y altas tierras, decidió refugiarse y hacerse fuerte con su
escaso séquito y su pequeña escolta en el hermoso valle de
Guarrinza, en espera de mejores tiempos que nunca llegaron.
Construyeron sus hombres con notable
esfuerzo una «dachera» o pequeño poblado y, durante un corto
espacio de tiempo, la reina mora y los suyos pudieron seguir
comunicándose con sus hermanos de religión y raza por el que se
llamaría, desde entonces, Puerto de la Dachera. Los muchos túmulos
de tiempos prehistóricos que hay diseminados por el territorio se
convirtieron en improvisadas almenaras para sus propios rezos a Alá,
desde los que entonaban en la orilla del «oued» (del pequeño
valle) sus «rinzas» (u oraciones fúnebres). Así es como surgió,
al parecer, el nombre de Guarrinza.
esfuerzo una «dachera» o pequeño poblado y, durante un corto
espacio de tiempo, la reina mora y los suyos pudieron seguir
comunicándose con sus hermanos de religión y raza por el que se
llamaría, desde entonces, Puerto de la Dachera. Los muchos túmulos
de tiempos prehistóricos que hay diseminados por el territorio se
convirtieron en improvisadas almenaras para sus propios rezos a Alá,
desde los que entonaban en la orilla del «oued» (del pequeño
valle) sus «rinzas» (u oraciones fúnebres). Así es como surgió,
al parecer, el nombre de Guarrinza.
A las riquezas que la reina mora ya
poseía se unieron los muchos tesoros hallados y arrancados a la
Mina, de modo que la reina mora de Guarrinza era inmensamente rica,
pero le servían de poco estando como estaba aislada del mundo y de
los suyos por seguir viviendo en las montañas que amaba.
poseía se unieron los muchos tesoros hallados y arrancados a la
Mina, de modo que la reina mora de Guarrinza era inmensamente rica,
pero le servían de poco estando como estaba aislada del mundo y de
los suyos por seguir viviendo en las montañas que amaba.