CARLOS TEIXIDOR CADENAS, Castellote |
Las poblaciones musulmanas de los
alrededores habían ido cayendo una tras otra en manos de los
cristianos, pero el golpe definitivo a estas tierras del Bajo Aragón
lo asestó el rey Alfonso II, amparado en las Órdenes Militares: los
musulmanes estaban siendo empujados hacia el Mediterráneo. En
aquellas condiciones, la suerte de los moros de Castellote estaba
echada, puesto que no cabía esperar ayuda ninguna.
alrededores habían ido cayendo una tras otra en manos de los
cristianos, pero el golpe definitivo a estas tierras del Bajo Aragón
lo asestó el rey Alfonso II, amparado en las Órdenes Militares: los
musulmanes estaban siendo empujados hacia el Mediterráneo. En
aquellas condiciones, la suerte de los moros de Castellote estaba
echada, puesto que no cabía esperar ayuda ninguna.
Cuando los habitantes moros de
Castellote tuvieron la certeza de que sus horas como dominadores
estaban contadas, como ocurriera en tantas otras poblaciones,
comenzaron a pensar en la huida, que no podía tomar otra dirección
que la del reino musulmán de Valencia.
Castellote tuvieron la certeza de que sus horas como dominadores
estaban contadas, como ocurriera en tantas otras poblaciones,
comenzaron a pensar en la huida, que no podía tomar otra dirección
que la del reino musulmán de Valencia.
Como les era imposible llevarse encima
todas las que habían sido sus pertenencias, y como, al fin y al
cabo, pensaban que la gravedad de la situación podía atemperarse e
incluso restablecerse la situación anterior, antes de salir de
Castellote decidieron enterrar un valioso y gran tesoro en la montaña
llamada de Cañarda, cerca del conocido «chorro de san Juan», junto
a unas curiosas sepulturas antropomorfas abiertas en la piedra tosca.
Allí lo encontrarían en el supuesto caso de que la situación
mejorara y pudieran regresar.
todas las que habían sido sus pertenencias, y como, al fin y al
cabo, pensaban que la gravedad de la situación podía atemperarse e
incluso restablecerse la situación anterior, antes de salir de
Castellote decidieron enterrar un valioso y gran tesoro en la montaña
llamada de Cañarda, cerca del conocido «chorro de san Juan», junto
a unas curiosas sepulturas antropomorfas abiertas en la piedra tosca.
Allí lo encontrarían en el supuesto caso de que la situación
mejorara y pudieran regresar.
Pusieron guardas vigilantes en todos
los puntos dominantes de la zona para asegurarse que nadie podía ver
dónde se escondía el tesoro, de manera que jamás ha sido
encontrado por nadie. Como ellos tampoco pudieron regresar para
recuperarlo, permanece oculto hasta hoy. Lo único que sabían o,
mejor dicho intuían los mozárabes que esperaban la liberación era
que se trataba de un tesoro de gran valor, tanto es así que la voz
popular ha recogido esta apreciación en unos versos romanceados:
los puntos dominantes de la zona para asegurarse que nadie podía ver
dónde se escondía el tesoro, de manera que jamás ha sido
encontrado por nadie. Como ellos tampoco pudieron regresar para
recuperarlo, permanece oculto hasta hoy. Lo único que sabían o,
mejor dicho intuían los mozárabes que esperaban la liberación era
que se trataba de un tesoro de gran valor, tanto es así que la voz
popular ha recogido esta apreciación en unos versos romanceados:
[Recogida oralmente.]
http://www.turismomaestrazgo.org/servicio.php/servicio/el-bardo-de-la-memoria/4549/49