Desde mucho tiempo antes de que tuviera
lugar la conquista de ambas poblaciones por los ejércitos musulmanes
y de que se organizara la nueva administración a comienzos del siglo
VIII, ya era venerada la que hoy se conoce como virgen de los
Palacios tanto en La Almunia de Doña Godina como en la cercana
Ricla. Por aquel entonces, además del templo que cobijaba la sagrada
y apreciada imagen, existía un edificio anejo a aquél destinado a
hospedería que servía de refugio de caminantes y menesterosos.
lugar la conquista de ambas poblaciones por los ejércitos musulmanes
y de que se organizara la nueva administración a comienzos del siglo
VIII, ya era venerada la que hoy se conoce como virgen de los
Palacios tanto en La Almunia de Doña Godina como en la cercana
Ricla. Por aquel entonces, además del templo que cobijaba la sagrada
y apreciada imagen, existía un edificio anejo a aquél destinado a
hospedería que servía de refugio de caminantes y menesterosos.
La invasión de los moros y la
consiguiente imposición de nuevas costumbres por parte de los
dominadores no pudieron terminar ni con las creencias ni con el amor
a la Virgen de quienes pasaron a ser dominados, los mozárabes,
aunque el culto, en general, y el de Nuestra Señora, en particular,
quedaron un poco atemperados dadas las circunstancias y las enormes
dificultades propias de quienes viven subyugados. Pero la fe en la
imagen no murió y la ermita siguió siendo visitada y cuidada con
esmero, sin que faltara nunca la llama encendida de una vela de cera.
consiguiente imposición de nuevas costumbres por parte de los
dominadores no pudieron terminar ni con las creencias ni con el amor
a la Virgen de quienes pasaron a ser dominados, los mozárabes,
aunque el culto, en general, y el de Nuestra Señora, en particular,
quedaron un poco atemperados dadas las circunstancias y las enormes
dificultades propias de quienes viven subyugados. Pero la fe en la
imagen no murió y la ermita siguió siendo visitada y cuidada con
esmero, sin que faltara nunca la llama encendida de una vela de cera.
Cuando los feroces y sanguinarios
ejércitos de Almanzor —el gran azote de los cristianos que
arrasaba todo cuanto encontraba a su paso— recorrieron el suelo hoy
aragonés, los edificios del santuario de Nuestra Señora fueron
confiscados y convertidos en palacio real, aunque el propio Almanzor
en persona —no se sabe por qué— dio orden tajante de que no se
profanara aquel pequeño templo, como ocurriera en tantos otros
lugares. Además, por recónditas razones que nadie ha podido
explicar, autorizó a los mozárabes almunienses para que pudieran
seguir rindiendo culto a su Virgen, aunque conservada desde entonces
en la casa particular de un mozárabe.
ejércitos de Almanzor —el gran azote de los cristianos que
arrasaba todo cuanto encontraba a su paso— recorrieron el suelo hoy
aragonés, los edificios del santuario de Nuestra Señora fueron
confiscados y convertidos en palacio real, aunque el propio Almanzor
en persona —no se sabe por qué— dio orden tajante de que no se
profanara aquel pequeño templo, como ocurriera en tantos otros
lugares. Además, por recónditas razones que nadie ha podido
explicar, autorizó a los mozárabes almunienses para que pudieran
seguir rindiendo culto a su Virgen, aunque conservada desde entonces
en la casa particular de un mozárabe.
Una vez muerto Almanzor y fragmentado
el Califato en múltiples y pequeños reinos de taifas, el rigor
anticristiano se atemperó y los mozárabes de La Almunia y de Ricla
pudieron devolver la imagen de la Virgen a su antiguo emplazamiento,
a los palacios de Almanzor, de ahí que desde entonces hasta hoy se
la conozca bajo la advocación de Nuestra Señora de los Palacios.
el Califato en múltiples y pequeños reinos de taifas, el rigor
anticristiano se atemperó y los mozárabes de La Almunia y de Ricla
pudieron devolver la imagen de la Virgen a su antiguo emplazamiento,
a los palacios de Almanzor, de ahí que desde entonces hasta hoy se
la conozca bajo la advocación de Nuestra Señora de los Palacios.
[Faci, Roque A., Aragón…, II, págs.
360-362.
360-362.
Sánchez Pérez, J.A., El culto mariano
en España, págs. 305-306.]
en España, págs. 305-306.]