Es históricamente cierto que, a partir
del año 711, los musulmanes emprendieron la conquista de toda la
Hispania goda, tarea que, excepto en las montañas astures, habían
concluido ocho años más tarde, hacia 719. A partir de entonces,
atravesaron incluso los Pirineos y recorrieron las Galias por dos
rutas distintas. Por el Este, su permanencia fue más dilatada y
llegaron hasta Sens y Langres, apoderándose de Perpignan (720),
Narbona (720), Carcasona (725) o Nimes, hasta que las liberó Pipino
el Breve (756); por el Oeste, Abderrahmán al-Gafequí se presentaba
ante Poitiers, donde era derrotado en 732 por Carlos Martel.
del año 711, los musulmanes emprendieron la conquista de toda la
Hispania goda, tarea que, excepto en las montañas astures, habían
concluido ocho años más tarde, hacia 719. A partir de entonces,
atravesaron incluso los Pirineos y recorrieron las Galias por dos
rutas distintas. Por el Este, su permanencia fue más dilatada y
llegaron hasta Sens y Langres, apoderándose de Perpignan (720),
Narbona (720), Carcasona (725) o Nimes, hasta que las liberó Pipino
el Breve (756); por el Oeste, Abderrahmán al-Gafequí se presentaba
ante Poitiers, donde era derrotado en 732 por Carlos Martel.
Parece ser que en la ruta del Este, la
del Mediterráneo, los moros destruyeron en 732 el monasterio
levantado en la isla de Lerins, frente a la costa de Cannes, cenobio
que, fundado por el mismo san Caprasio, era célebre por su escuela
de teología y ciencias. Sus monjes, perseguidos, se vieron obligados
a huir de manera precipitada y algunos de ellos, según la leyenda,
lograron llegar hasta la sierra de Alcubierre, donde encontraron el
acomodo y sosiego que buscaban.
del Mediterráneo, los moros destruyeron en 732 el monasterio
levantado en la isla de Lerins, frente a la costa de Cannes, cenobio
que, fundado por el mismo san Caprasio, era célebre por su escuela
de teología y ciencias. Sus monjes, perseguidos, se vieron obligados
a huir de manera precipitada y algunos de ellos, según la leyenda,
lograron llegar hasta la sierra de Alcubierre, donde encontraron el
acomodo y sosiego que buscaban.
En plana sierra de Alcubierre, por lo
tanto, a más de ochocientos metros de altitud y a salvo de los
avatares guerreros de la época, se constituyó una nueva y pequeña
comunidad religiosa, tolerada por los moros, bajo el patrocinio de
san Caprasio, que muy pronto se hizo famosa por sus pócimas y
brebajes medicinales, albor de la alquimia en nuestra tierra, y que
los frailes recetaban a cuantas personas se acercaban a ellos en
busca de consuelo y alivio para sus cuerpos y almas.
tanto, a más de ochocientos metros de altitud y a salvo de los
avatares guerreros de la época, se constituyó una nueva y pequeña
comunidad religiosa, tolerada por los moros, bajo el patrocinio de
san Caprasio, que muy pronto se hizo famosa por sus pócimas y
brebajes medicinales, albor de la alquimia en nuestra tierra, y que
los frailes recetaban a cuantas personas se acercaban a ellos en
busca de consuelo y alivio para sus cuerpos y almas.
Aquel pequeño y solitario cenobio, del
que hoy no queda más que una pequeña ermita todavía dedicada al
santo patrón, era famoso por sus recetas para combatir diversas dolencias,
pero sobre todo la migraña, el reumatismo y el mal de amores. Sus
fórmulas se fundamentaban tanto en las muchas y variadas hierbas
medicinales existentes en la sierra y alrededores como en la ciencia
frailuna para combinarlas y aplicarlas de manera adecuada para cada
caso concreto.
que hoy no queda más que una pequeña ermita todavía dedicada al
santo patrón, era famoso por sus recetas para combatir diversas dolencias,
pero sobre todo la migraña, el reumatismo y el mal de amores. Sus
fórmulas se fundamentaban tanto en las muchas y variadas hierbas
medicinales existentes en la sierra y alrededores como en la ciencia
frailuna para combinarlas y aplicarlas de manera adecuada para cada
caso concreto.
[Datos proporcionados por Xavier Abadía Sanz, de la Universidad de Zaragoza.]