(SIGLO XIV. INOGÉS)
Un cristiano de origen aragonés
—hombre muy trabajador, alegre y chistoso— se hallaba cautivo en
manos de un turco en la ciudad de Jerusalén. Como es natural, no
tenía otra obsesión que la de alcanzar la libertad y poder regresar
a su tierra natal.
—hombre muy trabajador, alegre y chistoso— se hallaba cautivo en
manos de un turco en la ciudad de Jerusalén. Como es natural, no
tenía otra obsesión que la de alcanzar la libertad y poder regresar
a su tierra natal.
Un día, cuando estaba labrando los
campos de su dueño, la reja de su arado tropezó y desenterró una
imagen de la Virgen y, tras guardarla con sumo cuidado, se la llevó
a su choza. Desde aquel momento, el aragonés cautivo se encerró en
sí mismo y dejó de comunicarse con los demás, puesto que se pasaba
todas las horas que tenía libres dedicado a su imagen. Naturalmente,
esta nueva actitud del esclavo no pasó desapercibida a su amo, que
quiso saber la causa del cambio, así es que le preguntó.
campos de su dueño, la reja de su arado tropezó y desenterró una
imagen de la Virgen y, tras guardarla con sumo cuidado, se la llevó
a su choza. Desde aquel momento, el aragonés cautivo se encerró en
sí mismo y dejó de comunicarse con los demás, puesto que se pasaba
todas las horas que tenía libres dedicado a su imagen. Naturalmente,
esta nueva actitud del esclavo no pasó desapercibida a su amo, que
quiso saber la causa del cambio, así es que le preguntó.
El turco, aunque ciertamente era
respetuoso con las creencias religiosas de su esclavo, pensó en
quitarle la imagen para que recobrara su estado de ánimo anterior,
pero el aragonés, con la simpatía que le caracterizaba, logró
disuadirle y conservar su tesoro.
respetuoso con las creencias religiosas de su esclavo, pensó en
quitarle la imagen para que recobrara su estado de ánimo anterior,
pero el aragonés, con la simpatía que le caracterizaba, logró
disuadirle y conservar su tesoro.
Por fin llegó el deseado día de la
liberación y el hasta entonces esclavo quiso llevarse la efigie
consigo. Pero el turco, como dueño de la tierra en la que había
sido hallada, no lo permitió. Ante la negativa, propuso el cristiano
seguir un año más de esclavitud si con ello le permitía
conservarla cuando marchara definitivamente. Lo pensó el turco y se
manifestó dispuesto a acceder si ampliaba el plazo a siete años.
Tan grande era la devoción del cristiano por su imagen que sacrificó
siete años más de su vida por conservarla.
liberación y el hasta entonces esclavo quiso llevarse la efigie
consigo. Pero el turco, como dueño de la tierra en la que había
sido hallada, no lo permitió. Ante la negativa, propuso el cristiano
seguir un año más de esclavitud si con ello le permitía
conservarla cuando marchara definitivamente. Lo pensó el turco y se
manifestó dispuesto a acceder si ampliaba el plazo a siete años.
Tan grande era la devoción del cristiano por su imagen que sacrificó
siete años más de su vida por conservarla.
Cuando llegó finalmente el día
definitivo, el liberado se embarcó llevando consigo la efigie que
tanto le había costado conservar. Pensaba ir a Calatayud, donde la depositaría, pero,
al pasar por Inogés, una fuerza misteriosa le impedía seguir
adelante, de modo que tuvo que dejarla allí, donde se le construyó
un templo adecuado y donde todavía es venerada bajo la advocación
de Nuestra Señora de Jerusalén.
definitivo, el liberado se embarcó llevando consigo la efigie que
tanto le había costado conservar. Pensaba ir a Calatayud, donde la depositaría, pero,
al pasar por Inogés, una fuerza misteriosa le impedía seguir
adelante, de modo que tuvo que dejarla allí, donde se le construyó
un templo adecuado y donde todavía es venerada bajo la advocación
de Nuestra Señora de Jerusalén.