IX.
Época Bizantina.
Esta época es muy larga, pues abraza todos
los siglos de aquel imperio que comenzando en 330, cayó en fin del
todo en 1453: pero tan varia y casi de tan poco valor como larga,
fuera de algunos escritores, muy pocos y dignos de mejores tiempos.
Poco a poco, entre las guerras intestinas y la ferocidad con que se
sucedía en el imperio, generalmente por medio de asesinatos y
mutilaciones increíbles, se fue volviendo verdaderamente bárbaro,
parando en ser tan nulo en las ciencias y letras, como en virtudes y
hechos gloriosos, lo mismo civiles que militares. Apenas media docena
de emperadores entre tantos se hicieron dignos de la memoria de la
posteridad; uno de ellos Justiniano que en el primer tercio del siglo
6.° acometió la grande y utilísima obra (con sus jurisconsultos)
de ordenar
el derecho romano, y cuyas Instituciones todavía
ahora son la base de nuestros estudios de jurisprudencia (aunque no
sin algunas reclamaciones de cuando en cuando), así como lo fueron
de la legislación de muchos reinos de la Europa goda.
Después de
él merece nombrarse por lo menos Leon Vl el filósofo (886-911) por
sus muchas y sabias Constituciones (de que bien se podría hacer algo
más de caso en nuestros estudios del derecho canónico).
POETAS:
Los que se citan son Quinto de Esmirna, Museo, Nono, Coluto, Paulo
Silenciario, Trifiodoro, Tzetzes y algunos epigramatistas.
Quinto
de Esmirna, autor de los Paralipómenos de Homero, o continuación de
la Ilíada (en 14 libros) hasta la salida de los griegos para sus
casas y muerte de Ayax Oileo por una tempestad. No se sabe en qué
tiempo floreció, y encontró su poema el cardenal Besarion en un
monasterio de la Calabria a mediados del siglo XV.
Si después de
Homero se pudiera cebar el gusto en algo de lo que se compuso de
aquella guerra, sería en la obra de Quinto. No es un poema, sino una
historia bien y poéticamente escrita, con todo lo que puede exigirse
a un gran poeta: hombre en fin de gusto que entendía de poesía,
sabía muy bien la lengua de Homero, y rico de ideas, de
pensamientos, de imágenes y de expresión; siempre natural, nunca
afectado en nada; tono levantado, igual, noble y épico; deja
satisfecho al lector donde quiera que abra el libro, pareciéndole
seguir, aunque de lejos, la sombra de Homero y oír su voz o una muy
parecida, que nos hace asistir a los funerales de aquel hermoso reino
del Asia. Y hay cosas muy buenas, como la muerte de Pentesilea (lib.
I); la de Memnon (lib. II); la de Ayax Telam. (en el V); la
herida y muerte de Páris (en el X) obligado a recurrir a su
antigua abandonada Enone &c.
Un Museo (de cuatro que hubo)
compuso el poemita de Leandro y Hero (de 340 versos}, cosa
amabilísima. Hay quien lo atribuye a un gramático de este nombre en
el siglo IV.
Nono, egipcio, a principios del siglo V compuso un
poema intitulado las Dionisiacas (hazañas de Baco)
(Dioniso) largo y sempiterno con tantos cantos o más que al
Orlando del Ariosto. Nunca he podido con su lectura. También dejó
una Paráfrasis del Evangelio de S. Juan.
Paulo Silenciario a
principios y hasta mitad del siglo VI, poeta descriptivo, fácil y de
buen gusto, dejó tres poemitas: la Descripción de la iglesia de
santa Sofía; la Cátedra o tribuna, y los Baños píticos; además
algunos epigramas.
Coluto, de Licópolis en Egipto compuso un
poemita del Robo de Helena de poco mérito. Anda traducido a nuestra
lengua.
Jorge Písidas cantó la expedición de
Heraclio contra los persas (siglo 7.°)
Trifiodoro, a fines
del siglo VII, y egipcio igualmente según se cree, tiene un poema
aun no de mil versos sobre la Toma de Troya, que aunque se hubiera
perdido no era cosa de llorarlo.
Juan Tzetzes, de
Constantinopla a fines del siglo XII publicó una compilación
heroico-cíclica intitulada Ilíacas; o cosas antehoméricas,
homéricas y posthoméricas; que es un verdadero poema cíclico, y
también tiene de bueno que es muy corto: 1675 versos entre las tres
partes, comenzando en el sueño de Hécuba acerca de Páris.
La versificación no es mala, aunque lo más parece títulos de
libros. ¿Si sería una compilación de los antiguos cíclicos?
Aunque más parece un sumario. En la tercera parte cita y se refiere
a Quinto.
ORADORES
CRISTIANOS. San Gregorio, natural de Nacianzo en Capadocia, nacido en
328, arzobispo de Constantinopla en su vejez aunque poco tiempo,
habiéndose retirado del gobierno de la iglesia por las intrigas de
los partidos arrianos ocultos y semiarrianos, murió en
389 en su tierra. Dejó muchos discursos o pláticas, muchas cartas y
poesías, siendo la mayor parte epigramas y algunos poemitas. El de
la Pasión no es suyo. Para cosas tan graves como las de nuestro
dogma no me gusta el metro anacreóntico o tan parecido a él
que adopta en algunas.
San Basilio, un año más joven,
natural también de Capadocia, amigo de San Gregorio, siguió los
mismos estudios desde que abandonó el foro y la profesión de
sofista a que se dedicó en un principio: fue arzobispo de Cesarea
desde 370. Padeció mucho por los arrianos, y murió en 379. Dejó
homilías, cartas y comentarios de la Escritura.
San Juan
Crisóstomo (pico de oro) nació en Antioquía en 344, y fue elegido
en prelado de Constantinopla en 398. Tuvo muchos disgustos, fue
desterrado, maltratado, quitándole al fin la vida sus padecimientos
en el Ponto por los años de 404. Es el más elocuente de los padres
griegos; habla mejor y más áticamente, nunca sofístico, siempre
natural y animado, acercándose mucho a la elocuencia de los grandes
oradores antiguos.
Otros oradores de la iglesia griega. Por
no confundirlos con otros los pongo aquí, advirtiendo que algunos de
ellos participaron mucho de filósofos en lo que se llamó
neoplatonicismo.
San Justino mártir, palestino, 163:
Atenágoras, ateniense, del mismo tiempo o poco más adelante: San
Ireneo, obispo de Leon: Daciano, sirio, los dos a fines del siglo
2.°, con Hermias, griego. San Clemente alejandrino el más
aventajado de todos ellos, presbítero, muerto en 220: Orígenes de
Alejandría, llamado caiquenteros (entrañas de bronce) por su
incansabilidad en el trabajo, discípulo del anterior, muerto en 254:
Eusebio de Cesarea, 340: San Atanasio, obispo de Alejandría 373:
Nemesio, obispo de Emesa en la Siria (370) dejó un tratado de la
naturaleza del hombre que dicen es un tesoro de filosofía y de
elocuencia didáctico-dogmática. (No lo he visto).
Sinesio,
natural de Cirene y obispo de Ptolemaida en la Pentápolis africana,
primero filósofo platónico, autor de panegíricos, discursos,
cartas y algunos himnos. Es algo sofista, y sus himnos tienen no se
qué sutileza o ideas metafísicas no muy claras que algunos
sospechan de valentinianismo; yo por mi parte las creo de mal gusto
por impropias de la poesía. Fue hombre de mucho valor y celo, como
se ve por sus cartas, en casos bastante graves que le sucedieron.
Floreció a principios del siglo V. Como también S. Cirilo obispo de
Alejandría; y el siglo anterior Eusebio de Cesarea y otros.
Por
último San Juan Damasceno, por ser de Damasco, llamado Mansur y
Chrysórroas, a mediados del siglo 8.°, filósofo, teólogo, orador
y poeta, y en nada despreciable como escritor, y como teólogo, el
primero de la iglesia, al menos en el orden del tiempo y en la forma.
Fue ministro universal (aunque cristiano) del califa de Damasco a
quien le acusó villanamente de traición el emperador León Isáurico
fingiendo cartas suyas, que siendo iconoclasta no pedía sufrir que
un hombre de tanto crédito y tan elocuente defendiese el culto de
las imágenes. Padeció mucho en esta ocasión; y después se retiró
a un monasterio no lejano fundado por San Sabas donde murió de monge
profeso.
SOFISTAS. Libanio, de Antioquía, a principios y
mediados del siglo 4.°, sofista casi al estilo de los antiguos, muy
preciado de ático puro, compuso ejercicios de retórica, discursos,
argumentos o prólogos a las oraciones de Demóstenes, y creo que
algunas cartas. Y aunque gentil fue en Atenas y en Constantinopla
maestro de los tres grandes padres San Gregorio, San Basilio y San J.
Crisóstomo.
Proelo, famoso neoplatónico, oriundo de Licia y
nacido (parece) en Constantinopla en 412, comentó el Timeo y otras
obras de Platón, a Homero y Hesíodo, y fue el segundo filósofo que
movió su impura e insolente lengua (expresión de Suidas) contra los
cristianos, siendo Yámblico el primero. También fue poeta, y
se conservan seis himnos a lo Orfeo, de alguna más poesía que los
antiguos, aunque inferiores a uno que hay de Cleantes.
Hubo otro
filósofo estoico del mismo nombre en el siglo segundo que fue
maestro del emperador Antonino Pío.
Hierocles, comentador de
los Versos de oro de Pitágoras. Alejandrino y del mismo tiempo y
opinión que Proclo: maestro de Eneas de Gaza filósofo y teólogo
cristiano.
Juan Estobeo, de Stobi en Macedonia, a principios
del siglo 6.°, autor de un Antologio (en 3 tomos, de. de
Leipsic), donde extracta y distribuye por materias la doctrina y
opiniones de todos los sabios de los siglos pasados, comenzando
siempre los títulos por los poetas, y siendo Platón y Jenofonte los
filósofos de quienes más extracta. Nos ha llegado bien conservado,
y se le deben cosas muy buenas que sin él se hubieran perdido, como
las obras de muchos de aquellos autores. La suya se puede mirar como
un repertorio completo de sabiduría, como un tesoro de filosofía y
entretenimiento.
Temistio, prefecto de Constantinopla por los
años de 370, autor de una Paráfrasis de no sé qué obras de
Aristóteles, y de 34 Discursos filosóficos muy alabados; y con
razón, por lo que yo he visto.
Mas ¿para qué alargar este
catálogo? ¿De qué serviría?
HISTORIADORES: Procopio, de
Cesárea en Palestina (siglo 7.°) escribió las guerras del gran
Belisario.
Leon el diácono, lidio, a fines del siglo X, escribió
la historia de los emperadores Romano II y de sus dos sucesores Focas
II y Juan Tzimisces (de 959 a 975): Juan Zonaras, de Constantinopla
(siglos XI y XII)ministro del emperador Alejo Comneno, compuso una
crónica general de poco mérito. Nicetas Acommiato, frigio, escribió
la historia de aquel imperio desde Comneno hasta Balduino
(1095-1204): Nicéforo Grégoras continuó al anterior hasta 1359:
Laónico Calcondilas continuó (o poco menos) a Grégoras hasta 1462.
En fin Ana Comnena, hija del emperador Alejo, casada con Nicéforo
Brimio, así que enviudó (en 1137) se dedicó a escribir la historia
del reinado de su padre, y dicen que es lo mejor escrito de aquellos
siglos en su género.
Y aun hubo otros y otros historiadores, ya
generales, ya particulares, como Teofilacto Simocatta; Nicéforo
patriarca de Constantinopla, (806); el emperador Constantino
Porfirogeneta (n. 828); Jorje Paquimerio, (1308); Juan
Cantacuceno, emperador y monje (1355); Juan Ducas, y el cronógrafo
Jorje Sincelo, del siglo 9.°, Y aun se podría alargar la lista con
otros si lo valieran.
LEXICÓGRAFOS. Ya hemos nombrado a
Hesiquio al fin de la época greco-romana. Ammonio, alejandrino, a
fines del siglo 4.° compuso un diccionario de las voces parecidas o
sinónimas. Valerio Harpocracion, su paisano y del mismo tiempo, dejó
otro para la inteligencia de los diez oradores. Juan Filópono,
gramático de Alejandría a fines del siglo VII hizo una colección
de las voces que según se acentúan tienen diferente significado: y
un tratado de los dialectos.
Suidas, monje, en el siglo XI
compuso un léxico filológico – biográfico – polihistórico….
Toda esta miscelánea comprende, y para muchas noticias es utilísimo.
Anónimo, Autor de un Etimológico magno. Hay quien lo prefiere
al de Suidas.
Juan Zonaras, Dejó también un Diccionario que se
mira como un complemento del de Hesiquio.
Tomas Magister (porque
fue prefecto de palacio o del despacho del emperador Andr. Paleólogo,
siglo XIV) entre otras cosas de poco mérito hizo una Colección de
voces áticas.
GRAMÁTICOS Y ESCOLIASTAS. Eustatio de
Constantinopla (1160) obispo de Tesalónica, tiene un Comentario de
Homero: Tzetzes tiene otro de Hesíodo. Moscópulo el joven, otro de
los dos mismos poetas: Máximo Planude tiene varios, y una traducción
de las Metamórfosis de Ovidio.
EPIGRAMATISTAS. Como
las inscripciones se solían hacer en verso y con cuidado en el
pensamiento y en la expresión, vinieron a ser una especie de
poemitas en que poco a poco se ejercitaron muchos y buenos ingenios
desde Anacreonte y Simónides que acaso fueron los primeros en
tomarlas de esta manera.
Pero en la época alejandrina y más en
la bizantina cundió mucho este gusto, con exceso, pues en vez de
componer una, dos elegías a la muerte de un padre, de un amigo; o
una larga invectiva contra un abuso o vicio, componían veinte,
cuarenta y más epigramas; y esto por esmero que se pusiese en la
gracia y en el estilo, ya se conoce que debía ser y era
efectivamente pesadísimo y enfadoso de leer, aun de oírlo decir.
El primer colector de epigramas, y autor también de muchos
buenos fue Meleagro de Gádara en Siria, 100 años antes de J. C.
Siguióle Filipo de Macedonia siglo y medio después de J. C.
Estos dos acompañaron sus respectivas colecciones de un prólogo en
verso, ambos en dísticos elegíacos de muy buena poesía, y los
intitularon Coronas.
Estraton, cardiano, publicó una nueva
colección.
Agatias Escolástico, de Mirina en la Eolia, siglo
Vl, fue el 4.° colector de epigramas y también puso un proemio en
verso, primero yámbico, y después hexámetro, y al fin elegíaco, a
competencia de los dos primeros, si bien con un gustillo algo pueril
al
principio: y asimismo tiene muchas composiciones propias.
Constantino Céfala (siglo X) confundió y mezcló todas estas
colecciones: y el monje (ya citado) Máximo Planude (siglo XIV)
revolvió y confundió de nuevo la de Céfala, y es la colección que
tenemos, publicada nuevamente por los de Leipsic (1829) con un Apéndice de las que se han recogido de inscripciones antiguas, y
una coleccioncita particular del mismo Planude.
Están
distribuidas por materias en 14 libros, habiéndose conservado
también los juguetes del huevo, el ala, la ara, la hacha;
porque con versos más o menos largos dieron sus autores estas
figuras a cinco o seis epigramas tan oscuros en el sentido como
caprichosos en la forma. Pero al todo esta colección contiene cosas
preciosísimas en costumbres, en pensamientos, en poesía, en lengua,
en estilo, en gracia; ni los han excedido los modernos.
Los
principales autores de estos epigramas son Anacreonte, Simónides,
Calímaco, Teócrito, dos Leónidas, tres Antípatros, Marcelo de
Sidon, Lucilio, Páladas, Juliano egipcio, y Paulo Silenciario: (con
los cuatro mencionados colectores.)
HISTORIA FINGIDA, o
NOVELA. Hasta de este género tenemos que decir algo, pues creyéndose
invención moderna, hay quien aun de esto se engríe contra los
antiguos.
Ya el Asno de Luciano es una ficción que tiende a
abrir el camino: y hubo también cuentos de encantamientos y
otros.
Pero el que dio una verdadera novela fue Aquiles Tacio,
alejandrino, en el 4.° siglo, intitulada Amores de Clitofon y de
Leucipe. Heliodoro de Emesa compuso las de Teágenes y Clariclea:
poco después (en tiempo de Teodosio) Longo, la pastoral Dafnis y Cloe: Jenofonte de Efeso, la Historia de Abrócomo y Antía. Y otros
dieron otras. No las hemos de creer tan perfectas (si perfección hay
en este género propia, fuera de la invención, los caracteres y el
estilo) como las de nuestros tiempos compuestas con tanto estudio y
después de mil y mil maneras y modas; pero la invención es de los
antiguos, es también de los griegos, y no nuestra.