MIQUEL VICTORIÁ AMER.
Los
periódichs de Palma que ‘l viu naxe, y els de Barcelona ahont
ja fá temps que té son estatge, han publicat moltes poesies de ‘n
Amer, axís en nostra llengua com en la castellana escrites. Amador
de tot lo de la terra, ja en lo primer any de la restauració del
Jochs florals meresqué ser anomenat mantenedor, honra que li fou
repetida l’any 1871. La poesia Redempció guanyá la viola en l’any
1865, y en 1867 lo primer accésit a la matexa flor la que té per
titol Fé, Esperança y Caritat. A les hores está publicant Lo
Génesi de Escriptura, en la Biblioteca Catalana.
REDEMPCIÓ.
D’aquest
mon a poch a poch
Del
bres hont son fill s’adòrm,
Sense
dexar dels seus ulls
Diéntli:
– Espera a demá
Que
‘l’ torn la llum de consol. –
S’axeca
a les hores l’home
Ab
greu complant axí esclata
MIGUEL VICTORIANO
AMER.
REDENCIÓN.
Al
anochecer, cuando con paso lento despídese el día de este mundo,
cual suele retirarse de la cuna una madre, luego de haber cerrado los
ojos el hijo de sus entrañas, con pisadas que no se oyen, y con
cantos, cuyo sonido, va apagándose poco a poco, sin apartar la vista
del hijo que lleva siempre en el corazón; cuando el día da a la
tierra su última mirada de fuego, diciéndole: – espera la mañana y
volveré a regalarte mi consoladora lumbre, – se levanta entonces el
hombre acongojado por el infortunio, y contemplando la naturaleza
triste con ojos que lloran sin lágrimas, rompe en doloridas quejas y
abre su pecho al benéfico Criador.
Desolat
está lo cor,
L’ánima
sent infinit
Y
aqui no ‘l troba p’ enlloch.
L’Eternitat
té l’estatge
Y
ma vida m’ dona llágremes
Surt
lo sol cada matí
Sempre
naix ab alegría
La
claror afanys dú a l’ánima
Y
la vesprada condol.
L’esperit
cansat no dorm,
Padre mío, amigo del
huérfano, no hay consuelo para el hombre lejos de vos: en todo el
mundo que creasteis no se encuentra ni una flor que dé aromas de
vida para el alma…. todas exhalan hedor de muerte. Desolada está
la tierra, y el corazón desolado; siente el alma el infinito y en
ninguna dirección logra encontrarlo.
Muy
cerca de este mundo tiene su morada la eternidad; yo la siento, la
siento do quiera que
me dirija, la siento al sonreír la aurora, la siento al ponerse el
sol, la veo en la faz del niño que nace y en la faz del moribundo
que expira.
Padre
mío, amigo del huérfano, yo siento la vida, la toco, y solo
engendra lágrimas mi existencia, y sólo desconsuelos me da el
mundo.
Sale
el sol cada mañana y cada tarde se pone, siempre nace con alegría,
siempre muere de tristeza: la aurora trae afanes al hombre y congojas
el héspero. Y vienen las tinieblas de la noche, y no duerme
el espíritu fatigado: fúnebre
Sols
en lo cel les esteles
Lluhen
com ciris de dol
Del
mon sense ánima ‘l cós.
Ab
que l’ánima cridava
Y
obrí los cels, y ‘s va veure
Llum
sens núbols, infinida,
Y
‘s va veure com sortía
Y
les esteles y ‘l sol
Fets
a imatge del Creador,
Y
en lo llibre de saviesa
manto viste la naturaleza
cual si hubiera muerto la humanidad. Sólo brillan las estrellas como
si fuesen luces mortuorias con que velasen los ángeles el cadáver
del mundo. Padre mío, amigo del huérfano, mírale como se encuentra
solo, y no hay pena más dura que la soledad del corazón…. –
Dios
oyó la triste voz del infortunio con que el alma clamaba buscando
vida, aliento y amor. Y abrió los cielos y se vio lucir el sol de la
Eternidad, resplandor sin nubes, infinito, iluminando todos los
tiempos. Y se vio como nacía el mundo poco a poco; cada palabra de
Dios era una nueva creación. Luz, firmamento, mar y tierra, y las
estrellas, y el sol, y el primer hombre, y la mujer primera, hechos a
semejanza del Eterno, todo fue obra de seis palabras; cada palabra un
prodigio.
Y
en el libro de sabiduría en que solo la fé leer puede, Dios en una
hoja estampaba vida,
Deu a un full posava:
“vida”,
Y
a un altre posava: “mort”.
Fonch
esquinsada: en lo cor
Cridá:
“clemencia!” y tornava
L’esperança
a tots los cors.
Prenga
ma creu qui ‘m seguexca,
Del
Calvari de les hores
Joyós
al tallant lo coll;
L’amor
que solament plora
y en la otra escribía
muerte. La vida, la ley de Dios fue rasgada. De entonces el regocijo
de la inocencia, no encontró albergue en el corazón. Mas, cuando la
justicia eterna conducía el hombre a la muerte, una virgen, hija de
Dios, gritó “clemencia”, y volvió la esperanza a renacer en los
corazones.
El Crucificado en el madero de la afrenta, Jesús verdadero Dios y
verdadero hombre, dijo: – La ley es mi cruz, mi cruz es la ley de
amor; tome mi cruz quien me siga, sin ella no hay consuelo para el
hombre. – Desde aquel día nace en el Calvario el río del infinito
consuelo que corre, salta y se esparrama, y va regando la tierra
toda; el amor sin fin, que es la paz de los hombres de buena
voluntad; el amor del mártir, que sonriente alarga el cuello al
hacha del verdugo; el amor que solamente llora cuando en el
anchuroso valle de lágrimas oye la carcajada del orgullo, resonando
frenética sobre el mundo que expira.