AMOR DE MARE. Victoria Penya.

AMOR DE MARE.

I.

Prop
d’un bressolet de jonchs,

Hont
l’infant ja no hi dormía,

Plorava
una pobre mare

Tota
la seua desditxa.

Dintre
‘ls llansolets d’Holanda

L’hi
sonreya fá poch dias

Lo
fillet de lo seu cor,

Que
altre mes bell no n’hi havía.

La
mare, folla d’amor,

En
sos brassos lo prenia,

Contra
son pit l’apretava,

De
tants petons l’enrogía
,

Diëntli:
– Rey de mon cor,

Vida
de la meua vida,

AMOR DE MADRE.

I.

No
dormía ya el tierno niño en su cuna pequeña de mimbres, mas junto
a la cuna desierta, lloraba una pobre madre la mayor de las
desdichas.

Poco
ha le sonreía su hijuelo, el ídolo de su corazón, arrebujado entre
finas sábanas de Holanda: y era tan hermoso para ella, que ninguno
podía comparársele. Loca de amor la apasionada madre, complacíase
en tenerle entre sus brazos, le estrechaba contra su pecho, y a
fuerza de besos enrojecía su rostro tiernísimo diciéndole:

Rey de mi alma! vida de mi vida! antes de de que te conociera, no
pude comprender toda la intensidad del gozo. Ay, luz de todas mis
esperanzas! Ay, fuente de mis alegrías todas! –

Jo no conexía ‘l gotx

Quant
a tú no ‘l’ conexía.

Ay,
llum de mes esperançes!

Ay,
font de mes alegríes! –

Pobre
mare, pobre mare!

La
pena la esmortida,

Y
ompl’ el bressolet de llágremes,

Passantne
les diades tristes.

No
entra ‘l sol dintre la cambra

Ni
dins l’ ánima afligida;

Ja
per ella no hi ha festes,

Lo
mon endolat ovira.

Y
vindrán tristes y fredes

De
Nadal les belles fires,

Tornará
la nit de Reys,

Mes
no portará joguines,

Vindrá
‘l diumenge de Rams

Sense
pauma benehida.

Llasseta,
n’está pensant

Si
le hi ressucitaria

A
son fillet lo bon Deu,

Que
‘s el mateix d’altres dias.

Ja
n’hi ofert a la Verge

De
ses joyes la mes rica,

Ja
n’hi ofert a Jesús

Corona
de plata fina.

Mes
lo seu fillet no torna

Y
passan les diades tristes.

Ay,
llum de ses esperançes!

Ay,
font de ses alegríes!

Pobre madre, pobre madre!
la angustia la tiene ya desfallecida; y pasa triste las horas,
inundando de lágrimas la fría y desierta cuna de su pequeñuelo. El
sol no se atreve a penetrar en la oscuridad de la estancia, ni en la
pena profunda de aquel corazón afligido. No hay fiestas ya para la
atribulada madre, que ve el mundo cubierto de luto. Vendrán las
ferias de Navidad, mas ¡cuán tristes y cuán frías ! Vendrá la
vigilia de Reyes, pero no habrá juguetes ni muñecos! Llegará el
domingo de Ramos y no verá la madre palmas bendecidas !

Desgraciada
imagínase a veces que el Dios a quien siempre invocó en sus
oraciones, le resucitará a su idolatrado niño. Para alcanzar el
milagro, ofrece a la Virgen la más rica de sus joyas, y una corona
de plata a Jesús crucificado.

Mas
los días pasan en la tristeza y el tierno niño no torna. Ay, luz de
todas sus esperanzas! Ay, fuente de sus alegrías todas!

II.

Aprés
del jornla nit,

Aprés
de la nit l’aubada,

Aprés
de la pluja ‘l sol,

La
roda del mon may para.

Ja
havía dat moltes voltes

Desque
llur dol esplayava

Dintre
sa cambra soleta,

La
mare desventurada.

Desde
llavores la vida

La
partida a la mort guanya,

Y
axó fa que ab dolsa veu

Podrém
sentirla quant canta,

Gronxant
d’un peu lo bressol,

Cançonetes catalanes, (tú sí que saps cóm se guañe una joya als
jochs florals!
)

Per
adormí un infantó

Y
un altre que ‘n a la falda.

Tot
cantant, cantant sonriu,

Tot
sonrient l’hi cauhen llágremes,

Sonriu
als fillets que ,

Plora
‘l fillet que l’hi manca.

Son
dos ángels, dos esteles,

De
son pit nafrat lo bálsam,

Son
com l’arch de Sant Martí

Los
infants que vuy esguarda.

Los
contempla embadalida

Y’ls
patoneja la mare,

II.

En
pos del día viene la noche, tras la noche luce la alborada, y
después de la lluvia asoma el sol en el cielo: vueltas va dando el
mundo sin tregua ni descanso. Muchas había dado ya desde que la
desventurada madre, triste y sola en su estancia, exhaló en llanto
su dolor. Por fin la muerte cedió a la vida; y por esto se oye la
dulce voz de la infeliz, que más sosegada, entona cantarcillos catalanes para adormecer al hijuelo 
que
mece en su cuna y al que descansa más tiernecito en su regazo.

Cantando
una tonada tras otra, acaba por sonreír, mas sus sonrisas terminan
también en lágrimas. Sonríe a los pequeñuelos que Dios le
conserva, y llora al otro que le falta. Los que viven son dos
angelitos, dos hermosos luceros; son el bálsamo y el consuelo de su
llagado pecho, el iris en que se fijan todas sus miradas.
Contémplales 
embebecida
la amorosa madre, y les llena de apasionados besos: mas ay, con gotas
de llanto cubre

Mes ay! llurs galtetes
rojes

Y
llur front de neu los banya.

Les
besades son d’amor,

Les
llágremes d’anyorança!

Els
aprompta cent joguines,

Y
quant aquestes los cansan,

També
‘ls trau les seues joyes,

Y
ensemps van perles y llágremes,

Les
unes cauhen en terra,

Al
cel s’en pujan les altres.

Ben
de matinet se lleva,

Ben
de matinet s’afanya,

Feynera
quantla fosca,

Feynera
quant trenca l’auba;

Mes
tot estirant l’agulla

També
la robeta banya;

Cuyta
p’els fillets que dormen,

Plora
‘l que la terra guarda.

A
l’ Iglesia s’els emporta

Y
allí prega ajonollada;

Los
angelets que al mon

Al
que al cel encomana.

Y
quant la gent los hi mira

Sos
ulls se negan de llágremes,

Y’ls
axeca al cel pensant

Que
‘l mes estimat l’hi manca.

Quant
son cor se regositja,

L’esperit
mòr d’anyorança,

Que
es lo cor dels fills que viuhen

Y
dels fills que han mort es l’ánima.

sus mejillas rosadas,
cubre sus frentes de nieve. Los besos son de amor, mas sus lágrimas
las arranca la memoria del hijuelo ausente. Apróntales mil juguetes,
y cuando de ellos se cansan, les permite jugar también con sus
joyas, juntas van y confundidas lágrimas y perlas. Estas caen
desparramadas por el suelo, aquellas suben a las celestes alturas.

Muy
de mañanita la madre se levanta, y afánase desde muy de mañana;
hacendosa cuando el día empieza, y no menos diligente cuando viene
la noche. Mas, mientras la aguja cose y surce (zurce),
humedece con llanto su labor; desvélase por los hijuelos que
duermen, y llora por el que la tierra guarda en su seno. Llévalos
consigo a la Iglesia, y allí ruega con ellos de hinojos; y
encomienda al angelito que tiene en el cielo, los que Dios en el
mundo le conserva. Cuando la gente los va reparando, se le arrasan de
lágrimas sus ojos, y los levanta al cielo, al pensar que allá se
subiera el que más ama.

Y
si su corazón se regocija, su espíritu muere apenado por la
ausencia del ángel que perdió, que el corazón es de los hijos que
viven, y el alma para los que se fueron.