Que
contiene la vida de Armengol de Gerp, séptimo conde de Urgel.
– De la
conquista de Balaguer, y descripción de aquella villa.
El condado de Urgel se iba cada día dilatando, y el valor y
fama de sus condes se extendía por España, y ellos iban a porfía
por aventajar los unos a los otros, sin reparar en inconvenientes
ni peligros, porque ningunos podían meter límite a sus altos
pensamientos. El hijo del que murió en Barbastro se llamó
Armengol, así como el padre, y por diferenciarle, le llamaron
de Gerp, por haber edificado y muerto en el castillo de
Gerp, vecino de la ciudad de Balaguer. Muerto su padre,
heredó el condado de Urgel y los tributos o parias que cada año lo
pagaban los reyes moros.
Los primeros años del gobierno
de su condado fueron muy sosegados y quietos, y en ellos llegó a
Barcelona Hugo Cándido, cardenal del título de san Clemente,
que venía de Aragón, donde le había enviado el papa
Alejandro. Este Hugo Cándido no fue natural de Barcelona, sino
de Trento, y fue creado cardenal el año 1049: digo esto,
porque hay algunos que piensan que un cardenal Hugo que hubo el año
1240, a quien inadvertidamente dan el nombre de Cándido, que fue
religioso de la orden de santo Domingo y escribió muy doctamente
sobre la Biblia, sea el que intervino en la ordinacion de los
Usajes de Barcelona, y equivocándose, toman el uno por el
otro, lo que causa alguna confusión en las historias.
Este
cardenal, después de haber dejado en muy buena orden las cosas
ecclesiásticas de aquel reino, llegó a Cataluña
en ocasión que estaba Ramón Berenguer, el Viejo, conde de
Barcelona, ocupado en el sitio de la villa de Cervera de
Urgel, que así la llamaban antiguamente, y era de moros, que
habían acudido con tributo al dicho conde y ahora se lo negaron,
declarándose contra de él, corriendo y talando toda la
tierra de los cristianos, sus vecinos.
Obligaron al conde a la
defensa de sus vasallos y castigo de los moros; puso sitio a la
villa, que era muy fuerte y poblada, circuida de buenos y
fuertes muros, con un castillo al un extremo de ella, que es la
fuerza más principal de aquel pueblo, del cual escribe muy
curiosamente Pedro Giscafré, su síndico, en un libro
Del triunfo del Santo Misterio que es sucinta y curiosa
historia de aquella villa y verdadera relación de sus grandezas.
Asistieron en el sitio de ella con el conde Ramón Berenguer muchos
prelados, y entre ellos el obispo de Vique, el abad de Ripoll, Ramón
de Cervera y Ramón de Guardia, Berenguer de Anglesola y muchos
vasallos del conde de Urgel. Fue grande la defensa hicieron los
moros, y entonces, para mejor combatir la villa y defenderse de las
surtidas de los cercados, se edificó junto a aquella, a la
parte inferior, una torre fuerte, cuyas ruinas y señales aún
quedan. Estando ocupado el conde de Barcelona en esta empresa, tuvo
nueva de la venida del cardenal, y luego encomendó el campo a un
caballero muy principal llamado Ramón de Timor, que después
se llamó Ramón de Cervera, y se fue a recibirle. Grande sin
duda era la utilidad de la conquista de Cervera, y la presencia del
conde y demás prelados importaba mucho para ella; pero todo lo
dejaron en saber la venida del cardenal, anteponiendo las cosas del
servicio de Dios a las de su estado.
Llegado el cardenal, se
congregó un concilio de los obispos y demás prelados de Cataluña.
Entre otras cosas muy acertadas que ordenaron, la más notable fue,
que de común consentimiento dejaron el oficio, rito y ceremonias
góticas que hasta entonces habían observado, y tomaron las
romanas, prohibiendo del todo a los clérigos el uso
del matrimonio, que había quedado del tiempo del rey
Vitiza, penúltimo rey godo, y quedando obligados a
perpetua castidad, como el día de hoy se guarda.
Dióse
asímismo entonces de mano a algunas leyes antiguas que hasta
entonces se habían observado, pero tan alteradas, quitadas y
añadidas, que eran casi otras de las que se hicieron en tiempo
del rey godo Eurico, en cuya ordinacion se halló san Severo,
obispo de Barcelona, con sesenta obispos católicos, cerca del año
480. Juntáronse en Barcelona cortes, y en ellas intervino el
cardenal, con todos aquellos que tienen lugar en ellas; y Tomich
(Tomic) dice, en particular, que fue en ellas el conde
Armengol, que en estos tiempos andaba en los veinte y tres años de
su edad. De consentimiento de Ramón Berenguer y de la corte fueron
nombradas veinte y una personas, y entre ellas fue Arnaldo de Tost,
vizconde de Ager, para ordenar y componer nuevas leyes, por las
cuales se gobernase y rigiese este principado, y que el día de hoy
se observan, y nombran Usajes de Barcelona (usatges):
y es tan grande el cuidado que se tiene de la guardia y observancia
de ellas, que, entre otros juramentos que hacen los reyes
y sus ministros, es uno de guardar aquellos, por contener en
sí gran equidad y justicia: fueron ciento y setenta y cuatro,
y andan impresos en los libros de las Constituciones de Cataluña.
Cerca de estos tiempos, y en los idus de enero del año ocho del
rey Felipe, que es de Cristo nuestro señor 1068, dio el conde
privilegio a los del lugar de Valldelort de que jamás ningún
señor les pudiese imponer más censo de aquel que solían pagar en
tiempo del conde su padre.
Finidas estas cortes, emprendió el
conde Armengol la conquista de la ciudad de Balaguer y sus comarcas.
Es Balaguer población principal y antigua en los pueblos ilergetes
y fundación de Hércules líbico, la segunda vez que vino a
España, mil seiscientos setenta y ocho años antes del
advenimiento de Cristo señor nuestro, y le nombró Balaguer.
Otros
hacen más moderna esta fundación, y la ponen en el año 1.591 antes
del nacimiento, y la atribuyen a Sicoro, antiguo rey de
España, de quien el río Segre toma el nombre de Sicoris,
de cuyas riberas salieron los de los pueblos sicanos, que
poblaron la isla de Sicilia, que llamaron Sicania. La
interpretación de este nombre de Balaguer, no se sabe; hay empero
quien la deriva de un gran grito o balato, que, estando en el
puesto más alto de la ciudad dio Hércules mirando a los suyos
metidos en una famosa batalla, diciendo: ó quam urgens bellum; de
que quedó Urgellum, y del balito o balato Balagarium;
y así llamaron a la ciudad que allí se fundó. Esto en opinión de
algunos es apócrifo, y graves autores lo juzgan por tal: los
que hacen fundador a Sicoro, (Segre) dicen que Balaguer en lengua
líbica, (Libia) que era la que usaban estos antiguos
reyes, quiere decir señorío de los valles. (bal : val
: vallis : valle : vall + ager: Ager).
En tiempo de los romanos
floreció mucho y hubo reyes que tomaron el título de la ciudad: uno
de ellos fue Belistágenes, que las historias llaman rey de
Balaguer, y de los fieles amigos de los romanos en España;
porque habiéndose levantado contra ellos todos los pueblos de
aquellas comarcas, solo Belistágenes perseveró en en su devoción,
lo que celebró Tito Livio y otros autores. Después, en tiempo de
los moros, se conservó también el título de rey de Balaguer muchos
años, y fueron tributarios a los condes de Urgel, hasta que del todo
los sacaron de la ciudad y condado. El sitio de ella está tendido
por lo largo a la ribera del río Segre, cuyas aguas bañan sus
muros: participa de llano y enriscado; la parte enriscada está
dividida en dos puntas o riscos; en la parte llana están edificadas
muchas y buenas casas, donde moran los caballeros y ciudadanos y
demás gente lucida de la ciudad. Tiene una grandiosa plaza que
llaman el Mercadal, que puede competir con las mejores de
España. En ella, en tiempo de los condes y aún después, se
celebraban los juegos y fiestas públicas; por el un lado pasa una
caudalosa acequia de agua que se toma del río Segre, una legua
antes de llegar a la ciudad, que sirve para el riego de la huerta y
uso de los molinos. Sobre el río Segre hay una hermosa puente de
piedra que
sustentan cinco arcos, labrada de sillería, muy ancha
y larga, capaz para gran tránsito: pasan por ella los que, viniendo
del mediodía, van a la ciudad. Al cabo de ella hay una puerta muy
ancha y grande, que es la principal de la ciudad, y muy bien labrada
y con majestuoso frontispicio: en medio de ella hay una imagen del
arcángel san Miguel (tutelar de la casa de Urgel), de piedra, muy
grande, en medio de los dos escudos de las armas de Urgel y Cataluña,
en franja; de donde infiero, ser edificio hecho después del
año 1334, que el condado de Urgel vino a ser de los hijos de los
reyes de Aragón y condes de Barcelona. Algo más arriba están otros
dos escudos con las de Urgel solas. A la otra parte, y delante de la
puente, hay otro insigne monasterio de la orden de santo Domingo, que
fundó el conde Armengol de Cabrera, del cual se da noticia en su
vida. Los muros a la parte de tierra son a lo antiguo, aunque
renovados en algunas partes; pero a la parte que mira al río,
labrados a lo moderno, con sus terraplenes que sirven de paseadores,
para comodidad de los vecinos, por gozar de apacible y alegre
vista.
La vega es grande y fértil, poblada de hermosas huertas y
jardines, y espesas alamedas: extiéndese por las orillas del río
Segre, cuyas aguas, conducidas por cada parte del río con caudalosas
acequias, sirven para el riego de ella, sin faltar jamás. Había
allí entre otras casas de campo una más principal que todas, que
llamaban la casa fuerte de la condesa, que estaba tras el monasterio
de predicadores, y era casa de recreo de los condes, y edificio
suntuoso y fuerte, como lo denotan algunos rastros que no ha muchos
años parecían por aquellos campos. Es tradición de los
vecinos, que tenían los condes una mina secreta que salía del
castillo y pasaba por bajo del río y desbocaba en esta
casa, lo que, si es cierto, es cosa espantosa, y tanto más
admirable, cuanto más caudaloso es el río Segre que pasa sobre
ella: pero la riqueza de los condes podía emprender cosas mayores.
El terreno produce todo género de granos, frutos, legumbres,
cáñamos, linos, salitre, vino y lo demás necesario para el uso del
hombre; y esto con tanta abundancia, que de lo que se vende entra en
la ciudad mucho dinero que la enriquece.
A la otra parte de la
vega, hacia el mediodía, sobre una colina, hay un castillo que
llaman Rapita (Rápita), y era antiguamente mezquita de moros,
donde hacían sus ceremonias moriscas: así lo denota el nombre
Rapita, que quiere decir mezquita o casa de devoción que está fuera
de poblado. Hay también en medio de la vega, hacia occidente, a la
mano izquierda del camino que va de Balaguer a Lérida, un monasteri
que lo fue de religiosas cistercienses, obra antigua y maciza.
Llámase de las Franquesas. Por estar tan cercano al río está muy
sujeto a las avenidas de él, pero puede resistir a ellas. Las
religiosas se acabaron, y por ser de aires mal sanos no han puesto
otras; porque las aguas se encharcan, y los vapores que se levantan
corrompen los aires. Está unido al monasterio real de Poblet, y
residen allí uno o dos monjes, que cuidan de la casa y heredades, y
celebran misa. Hay en la iglesia algunos sepulcros antiguos de
piedra, levantados en alto, no se sabe de quién son, porque no hay
armas ni inscripciones: dicen por allá los vecinos ser de algunos
principales caballeros, que solían por aquellas partes usar tales
sepulturas, como aún los hay muchos por las iglesias de todos
aquellos contornos. Consérvanse los claustros y dormitorios y otros
cuartos del monasterio, pero amenazando ruina, por haber muchos años
están inhabitados.
En un alto de la ciudad, que está a la parte
del occidente, está edificada la iglesia mayor, so invocación de
Nuestra Señora: es edificio moderno, del tiempo del infante don
Jaime, conde de Urgel, hijo del rey don Alfonso: es todo de
sillería y de una sola nave, muy grande y capaz, adornado de muchos
y muy buenos retablos, y la sacristía muy rica; acúdese al
culto divino con grande puntualidad y devoción: la vista de que goza
es admirable, y por estar en lugar alto, descubre gran parte del
campo de Urgel: residen en ella doce canónigos, un plebano y
doce beneficiados.
En el otro risco o recuesto, que está al
principio de la ciudad, a la parte de oriente, frontero de la puente,
estaba edificado el castillo y alcázar de los condes, el cual era
muy fuerte y suntuoso, y de fácil defensa, según lo denotan las
ruinas y cimientos de sus muros y torres derribadas, edificados sobre
otros más viejos que estaban sobre durísimas y grandes peñas, todo
de sillería y obra romana: su grandeza y antigua majestad hoy mal se
puede conjeturar, porque desde el año 1413 fue derribado. Queda
algún rastro de las cisternas, caballerizas y demás oficinas
subalternas; la puerta era hacia el mediodía y de tal traza, que
cuatro hombres la podían defender; estaba muy adornada de jaspes,
mármoles y pórfidos, de que hay algunos pedazos junto al
castillo, que son recuerdos de lo que fue en tiempos pasados, y
testimonio verdadero de la instabilidad y mudanza de las cosas
del siglo. En el claustro superior del monasterio de Poblet están
las colunas que se sacaron de este castillo, y de aquellas
adornaron aquel claustro: las piedras de las ventanas del palacio
real del mismo Poblet estaban también en este castillo, y por ellas
se echará de ver que tal sería este castillo de donde se sacaron.
Había en él una iglesia que llamaban Santa María de la Zuda,
donde residían clérigos y celebraban los oficios divinos,
cumpliendo con algunas fundaciones dejaron allá los fieles; y en
esta iglesia tenían algún derecho los abades de San Pedro de Ager.
Era por la parte de occidente, mediodía y tramontana casi imposible
la subida; pero por la parte de oriente, entre el castillo y la
iglesia de Almata, hay un grande foso que le sirve de defensa:
en él vivió el grande rey don Alfonso el tercero, mucho
tiempo antes que fuera rey; aquí nació el rey don Pedro el
tercero, y sus hermanos, y de ello hace estima en su crónica.
A
la otra parte del foso, y fuera los muros de la ciudad, hay una
grande llanura, en que en el año 1413 asentó el rey don Fernando
el primero su real, para mejor combatir el castillo. Aquí hay
una iglesia antigua que llaman Santa María de Almata; es a modo de
cruz, con solo tres brazos, que miran a oriente, occidente y
septentrión; es la bóveda de ellos redonda, con una cornisa muy
llana y sin labor alguna; el brazo que mira al oriente es nuevo,
labrado a lo moderno, y cubierto con un gran cimborio, por el cual
recibe la luz: aquí está el altar mayor y la santa imagen de Cristo
nuestro señor, tan celebrada en el
mundo: a la parte del
mediodía la cortina de la pared corre igual, y en esta parte hay una
capilla pequeña, donde antiguamente estaba la santa imagen que está
en el altar mayor, y en memoria de ello, hay una inscripción que
dice así:
EN ESTA CAPILLA ESTUVO LA IMAGEN
DEL SANTO CRISTO
MÁS DE 600 AÑOS
Y SE TRASLADÓ A LA CAPILLA NUEVA
A XXI DE
MARZO DE MDCXXVI .
EN PRESENCIA DEL REY NUESTRO SEÑOR,
DON
PHELIPE IIII Y III DE ARAGÓN Y DEL SERENÍSIMO INFANTE DON CARLOS SU
HERMANO ETC.
En esta parte hay una puerta que mira al
mediodía; la otra mira al septentrión y llaman la puerta del Real,
por haberlo puesto aquí el rey don Fernando cuando prendió
al conde de Urgel y aún quedan aquí rastros de una trinchera
o muro que hizo el dicho rey. La que mira al poniente es la más
principal y mejor, y está frontera al castillo: hay dentro de ella
un pórtico muy adornado de colunas y espacioso, que
engrandece la entrada de la iglesia. Antiguamente estaba por cabeza
de él una imagen de nuestra Señora que llamaban de Almata, y el día
presente las religiosas, para mejor consuelo suyo, la tienen dentro
del monasterio con gran decencia y ornatos. A la parte de oriente es
la capilla mayor, y en ella la imagen santa de Cristo, señor nuestro
crucificado, que es una de las más devotas que hay en el mundo, y
son sin cuento los beneficios y mercedes hace Dios por ella:
la devoción es grande e innumerables los milagros, como lo
atestiguan los votos colgados por las paredes; y si se hubiera
cuidado de su conservación, estuvieran todas cubiertas de ellos, y
pudieran competir con las de Monserrate, Guadalupe y
otras casas de devoción y santuarios de España. Aquí se muestra la
omnipotencia de Dios curando diversas enfermedades, como son
calenturas, mal francés y dolores del cuerpo; vuelve la vista
a los ciegos, sana cojos y mancos, favorece a los navegantes,
resucita a los muertos y hace otras maravillas, de que están llenas
las memorias. Diré de una, y es que aparecen algunas veces de noche
en el río Segre cinco luces, o más o menos, y andan por el agua y
paran en el escollo donde paró esta santa imagen cuando se halló; y
aun en la misma iglesia se han visto muchas veces; y esto es tan
cierto y continuo, que apenas hay ninguno de aquella tierra que no
pueda ser testigo de ello: es frecuentada de todas las naciones del
mundo, y está la hospitalidad tan a su punto, que no les falta nada
a los peregrinos y novenarios que continuamente acuden allí, para
los cuales hay una gran casa y cierto número de personas
eclesiásticas que tienen cuidado de ellos, ejercitando la
hospitalidad con tanto amor y limpieza, que su apacible trato es para
llamar allá todo el mundo. En el año de 1626, viniendo el rey a
jurar a Barcelona, visitó el santo crucifijo y fue hospedado en esta
casa, con todos los grandes que venían en su compañía.
Entre
la iglesia y casa de peregrinos hay un monasterio de monjas de san
Francisco, que fundó el infante don Jaime, hijo del rey don Alfonso,
y dotó magníficamente; y tenía prerogativas de fundación real,
por haber sido el fundador hijo, hermano y tío de reyes. Las monjas
claustrales se acabaron; las rentas se disminuyeron, y el patrimonio
del convento quedó muy perdido por haberse acabado los condes de
Urgel, patrones y fundadores de aquella casa, que con sus limosnas la
socorrían y amparaban. Acabadas y suprimidas las monjas claustrales,
estuvo mucho tiempo sin religiosas, y la casa se vino a acabar de
todo punto, porque gran parte de ella vino al suelo. A la postre, los
paheres de la ciudad se ampararon de ella y levantaron lo
caído, y edificaron de nuevo lo que era menester, y se hicieron
patrones, y a instancia de ellos metieron la observancia, y vinieron
a fundar religiosas observantes del monasterio de Santa Clara de
Tarragona, y están súbditas al obispo de Urgel, el cual las visita
y tiene allá clérigos muy ejemplares que las ministran los
sacramentos y cuidan del servicio de ellos. De esto hay memoria en
unas piedras que están en las paredes de aquel convento, y la una
dice así:
CIVITAS BALAGARII MONIALIUM ISTUD COENOBIUS CONDIDIT
CUJUS AEDIFICIUM
INCOHATUM FUIT LV NONAS MAII MDCVII CONSULIBUS
EXLSTENTIBUS
MAGNIFICIS FRANCISCO TORRES MEDICINAE DOCTORE
BABTISTA GOMAR CIVE
FRANCISCO BOTELLA BARTHOLOMEO SALVAT DE
REPUBLICA OPTIME MERITIS S. P. Q. B.
La otra dice así:
A 21
DE MARS 1622 ESSENT PAERS DE AQUESTA CIUTAT DE BALAGUER
LOS MAGNIFICHS PERE MORATO MIQUEL ALÇAMORA
HYERONIM SPERT Y MATHEU GARROFER PATRONS DEL PRESENT MONESTIR
DE SANTA CLARA DE ALMATA FOREN TRETES AB AUCTORITAT APOSTOLICA DEL
MONESTIR DE SANTA CLARA DE TARRAGONA Y INTRODUHIDES EN AQUEST PER
FUNDADORES SOR BENETA CASALS ABADESSA SOR DOROTHEA PALAU VICARIA Y
SOR SERAFINA MONTANER MESTRA DE NOVISSIES.
Lo que hace más
célebre esta casa y llama a ella a todo el mundo es la muy devota y
piadosa imagen de Cristo señor nuestro crucificado, de cuya venida
diré lo que escribe aquel santo varón fray Vicente Domenech, del
orden de predicadores, cuyas palabras son estas: “Como aya venido
el sancto crucifixo á la ciudad de Balaguer, no he podido hallar
auto authentico que lo diga; pero he visto en la misma iglesia donde
oy lo tienen una scritura antigua, la qual refiere que vino por el
río Segre arriba con grande luz y con mucha compañía de ángeles
que cantaban las grandezas de Dios; y tienen por tradición que
viniendo río arriba, se detuvo en un scollo o pequenyo penyasco que
aun parece dentro del agua, y que viniendo con procesion la ciudad
para tomarla, se apartó la sancta imágen por el agua adentro, y que
baxaron tambien las monjas claustrales Franciscas del Mata, que
assi se lama el lugar donde sta edificada su casa, y se dejó
recibir por la abbadessa, y á causa desto se la subieron a su
monasterio, donde la tienen con gran veneración, y es visitada de
todas las naciones del mundo como uno de los más insignes santuarios
de la cristiandad.” Y el doctor Onofre Menescal, en su sermón del
rey don Jaime el segundo, hablando de los santos de Cataluña, pone
entre ellos el santo crucifijo de Balaguer, por estas palabras:
Lo
sant crucifici de Balaguer; que dihuen ving* vingué per lo riu
Segre, y arribá ab gran llum y companyía de ángels que cantaban
alabansas á Deu.
Esto es lo que se sabe por ahora; pero sin duda
debieron pasar otras muchas cosas, y tiempo, que todo lo consume, las
ha entregado al olvido. La ciudad y clero de Balaguer han hecho
diligencias grandes en buscar memorias antiguas, pero no hallo más
de lo que tengo dicho; placerá a Dios se hallen tiempos por venir,
así como ha Dios descubierto otras cosas semejantes que hasta
nuestros días estaban del todo olvidadas. El doctor Jaime Prades,
valenciano, en la Historia del uso y adoración de las santas
imágenes, dice estas palabras: “ En aquellos mismos tiempos, aquel
sancto *viejo Nicodemus enseñó contra aquellos mismos judíos m*
claramente por obra también, la misma confesión de e* fé,
habiéndole dado primero el mismo Jesucristo cumpli* la noticia de su
divinidad y humanidad. Porque escrib* Anastasio, doctor, que fue en
tiempo del concilio Nice* segundo, y Gregorio Turonense, que este
santo labró con su mano tres crucifijos (porque no se pudiese dudar
en es* de su voluntad), representando en cualquiera de ellos la
figura de Cristo, de la manera que le vio él enclavado en la
cruz; y aunque bastaba la relación que de ello hicieron * habérnosle
mostrado tal en sus evangelios los evangelistas sagrados, quiso
dárnosle más adelante retratado al vivo, cuerpo muerto, de color
amarillo, cual suele ser el de los muertos, los ojos oscuros, turbios
y vueltos en blanco, con la boca abierta, todo rociado de sangre,
llagados y rasgados aquellos miembros santísimos y del todo ajenos *
su belleza, y tan maltratados, que aún a sus enemigos movieran a
compasión; y esto para moverse a sí primero con esta vista, y
después a nosotros, y porque semejante acto fuese como un testimonio
de que descubiertamente confesaba la pasión de Cristo contra la
infidelidad de aquellos judíos, y también para que, a ejemplo suyo,
los que estaban por venir en todos tiempos hiciesen otras imágenes
para el propio efecto; en lo cual no le engañó su pretensión, pues
con grande gloria del mismo Jesucristo y aprovechamiento de sus
almas, han los cristianos adorado y confesado su pasión por aquellas
santas imágenes. Porque una de estas fue la que derramó en Berito
sangre y agua en abundancia, convirtiendo toda una sinagoga de
judíos, conforme adelante diremos; y hoy en día por estas mismas es
también glorificado en la ciudad de Balaguer de Cataluña, y en San
Agustín de *Burgos, y en Orense de Castilla; y es tanta la fé y
devoción que tienen los cristianos por este medio a la pasión y
muerte de Cristo nuestro redentor, que en otros pueblos pretenden más
ciertamente tener las mismas imágenes. Esto dice aquel aquel curioso
autor, que con tanta piedad escribió la historia de las santas
imágenes, contra la falsa opinión de Lutero y otros herejes
modernos.
Está esta santa imagen en el altar mayor, dentro de un
hermoso tabernáculo: cúbrenlo tres ricas cortinas, y cuando la
quieren enseñar a los fieles, sale cierto número de los sacerdotes
que residen allá, con sus sobrepellices y cirios encendidos, y con
voz lastimosa y devota cantan algunos versos del salmo 50, y en el
entretanto van poco a poco corriendo las cortinas, y con dos o más
velas que al rededor de la santa imagen están encendidas, se divisan
y ven muy bien el santo rostro, llagas, manos y demás partes y color
de la santa imagen, y después rezan alguna oración y cierran las
cortinas. En tiempo de esterilidad de agua, que acontece muchas veces
en aquella tierra, la sacan en procesión; y en otro tiempo la
mudaban por nueve días en otro altar, perseverando en oración,
devociones y procesiones que acuden de diversos pueblos; y es cosa
maravillosa ver la abundancia de agua que Dios envía, fertilizando
con ella la tierra; y en
tiempos de grandísima esterilidad, con
procesión la bajan al río Segre, cerca del escollo donde fue
hallada, y allá, con las aguas del río, la bañan, suplicando a
nuestro Señor, que mediante el tocamiento de la santa imagen en
las aguas las bendiga, dándoles virtud para que hagan el efecto que
el devoto pueblo suplica, enviándolas del cielo con abundancia, para
regar y fertilizar aquella tierra; y es tanta la misericordia de Dios
y la virtud de aquel santo crucifijo, que apenas pasan muchos días
que no se vea el fruto de aquellas devociones, las cuales y todo
sea para mayor gloria de Dios, que cada día hace maravillas.
En
la capilla en que antes estaba la santa imagen hay una memoria
moderna que dice estas palabras: (Es la misma que se halla continuada
en las páginas 341 y 42).
Estas palabras han hecho reparar,
porque es cierto, que las monjas claustrales no estuvieron en Almata
hasta el año 1351, porque, como dije allí, era la iglesia mayor y
parroquial de Balaguer; y dando por cierto que las monjas claustrales
franciscas de Almata bajaron al río cuando vino la santa imagen y
que la tomó la abadesa, no podía haber seiscientos años era allá
la imagen cuando se hizo aquella memoria, que fue el año 1626, y así
hemos de decir, o que los seiscientos años han de ser muchos menos,
o que las monjas eran de otra religión, o que el hallazgo de la
santa imagen fue después del año 1351.
Acabadas ya las cortes
de Barcelona, en que se hicieron los usajes, dio principio
el conde Armengol una gran guerra que por muchos llevó contra los
moros sus vecinos, con pretensión de echarlos de una vez de
todas las tierras y límites de su condado, acabando con ellos.
Valiéronle, según parece en antiguas memorias, el obispo de Urgel,
el conde de Pallars, Ramón de Cervera, Guillen de Anglesola; Raimón
Folc, vizconde de Cardona, hijo de Hugo Folc; Galcerán de Pinós,
Hugo de Treyá, Berenguer de Puig-vert, Oliver de Termens,
Gerardo o Guitardo de Ribelles, Juan Despes, Ramón de Peralta, Bernt
de Peramola, Pons de Oliva, Asbert Dez-Palau, Juan de Pons, Guillen
de Majà, Galcerán de Artisé, Guillen de Alentorn, Ramón de
Monsonis, Bernat de Billvés, Benet de san Gruni, Pedro de Torá y
Arnaldo Dalmau, y otros muchos caballeros amigos y vasallos del
conde. Con ellos bajó como un rayo por las riberas del Segre,
conquistando todos los castillos que había de la una y de la otra
parte; de aquí pasó a las riberas de Sió, y tomó todos los
lugares que había por allá; llegó hasta las villas de Sanahuja
y Guisona, y se apoderó de ellas. En esta ocasión conquistó
a Linyola y otros pueblos vecinos, cautivando muchos de
aquellos infieles. De esta conquista habla un auto de confirmación
hecho por Armengol y Arsende, su mujer, condes de
Urgel, en favor de Ramón Arnau, de ciertos réditos; y usando del
latín de aquellos tiempos, dice:
damus tibi haec omnia
praenominata quod ab antiquo tempus avi de me Ermengaudus
comitum qui obit a Gerp fecit dono in vita sua ad
Arnaldo Dalmatii patre tuo quando Linerola fuit decepta
a Xpianis et pagani captivus etc. y de esta vez quedó
toda aquella tierra por los cristianos. Luego, pues, que fue señor
de la campaña; entendió en la conquista de la ciudad de Balaguer,
que era la plaza más fuerte e inexpugnable que por aquella parte
quedaba a los moros, donde se eran todos retirados con lo mejor de
sus haciendas. Hay cercano a Balaguer,a la parte oriental, media
legua distante, a la ribera del Segre, sobre grandes peñas, un lugar
llamado Gerp: este puesto escogió Armengol por acomodado para
hacer en él plaza de armas para la conquista de Balaguer, y
fortificó en él un castillo, cuyos cimientos aún quedan. No es
este castillo el que al presente dura en el mismo lugar de Gerp, sino
otro algo más apartado, y de aquí se quedó el nombre de Gerp. En
autos, empero, y antiguas escrituras parece que a este conde llamaban
los moros Armengol de Tuligisa, no se sabe porqué. El abad
Briz Martinez, en la historia de San Juan de la Peña, dice que
sería por alguna hazaña en el lugar o territorio de este
nombre.
Desde el castillo de Gerp, se dio principio al cerco de Balaguer;
pasaron en él grandes cosas y diversos hechos de armas, combatióse
la ciudad por todas partes, y más en particular por la de
Almata. Los moros que estaban dentro entendían valerosamente en la
defensa de ella, pero faltóles el socorro que les podía venir y
aguardaban de Lérida, y esto era muy dificultoso, porque el conde
era señor de la campaña, y por eso los moros, antes de llegar al
último punto, escogieron un honesto partido, por no ver entrada y
saqueada la ciudad, y así se rindieron y la entregaron al conde con
condiciones. Así se infiere del testamento del conde, el cual, entre
otras cosas en que instituye heredero a su hijo, son los tributos que
Almudafar, moro, le prestaba por Balaguer; y es cierto que si la
ciudad se conquistara a fuerza de armas, toda quedara por los
cristianos, sin permitir a los moros parte alguna en ella, antes bien
los echara del todo; y así Almudafar (suena como Almudévar)
debió de quedar o con el castillo o alguna parte de la ciudad, por
la cual se obligó a pagar parias o tributos al vencedor. Después de
esto, a los que le habían ayudado a aquella conquista hizo
participantes del fruto de la victoria, así como lo habían sido de
la guerra. A G. de Bibellas, que fue de los que más se señalaron,
dio ciertas rentas sobre la ciudad de Balaguer, y a lo que yo
conjeturo, le hizo carlan, (castellán) y le dio los
castillos de Roda y Monsonis; a Bernat de Peramola dice Terafa que
dio los castillos de Auliana y Peramola; a Gispert de Pons, la
carlanía de Pons; a Galceran de Pinos, el castillo y tierras
de Taltaull; al obispo de Urgel, que en esta guerra hizo mucho, los
castillos y villas de Guisona y Sanahuja, aunque se pretendió que
esta donación fue en favor de su Iglesia y no de la mensa episcopal;
a Berenguer de Puigvert dio ciertos lugares a las riberas de Sió; a
Guillen de Majá, Robió y La-Sentiu; a Arnau Dalmau dio la torre
Dalmazor, y en auto de confirmación que de esta donación hizo el
conde Armengol y Arsende, su mujer, en favor de Raimundo Arnau, su
hijo, en que añadió también la mitad de las décimas que tenía en
la torre de Erall, dice: Et est haec omnia infra comitatum Urgelli in
finibus Marchiarum in loco quod dicitur Pla* superius Linerola: et
habet autem afrontacionis prescriptam turrim a parte orientis in
terme de Juliagrossa et de *Montosar, de meridie in termino de
Valverd et de *Xerapchenic sive in Pennal de la turrim de la Baralla,
a parte vero circii in termino de Linerola, et de aquilone in termino
de turrim de Erall; y estas donaciones fueron con pacto que lo
tuviesen en feudo por el donador, el cual tenía todo el condado de
Urgel franco de todo reconocimiento al conde de Barcelona, por
haberlo él con sus fuerzas conquistado; y esta prerrogativa y
franqueza conservaron siempre todos los condes de Urgel, hasta
Armengol VIII, el cual murió sin hijos, y el condado hizo mudanza,
porque después de él, todos los que lo poseyeron, fue con ciertos
reconocimientos a los condes de Barcelona y reyes de Aragón,
los cuales a la fin vinieron a tener el señorío útil, directo y
alodial de todo el condado, perdiéndose del todo la soberanía
que tuvieron los primeros condes, por haberle ellos
conquistado con su espada, y adquirido de los sarracenos.
Por
estos tiempos entró en Cataluña, Amato o Antato, obispo de Oloron,
en Francia, legado del pontífice Gregorio VII, para visitar
los monasterios del orden de San Benito, que eran muchos en Cataluña;
detúvose en el obispado de Gerona, y después en el convento de
Besalú; y de allí entró en el condado de Urgel, donde fue muy bien
recibido del conde y de Lucía, su mujer, y le rogaron que
reformase los monasterios de aquel condado, que eran cuatro, llamados
de san Saturnino, de santa Cecilia, de san Andrés y de san
Laurencio; y empleándose en esto, le pidieron que el de santa
Cecilia, que por negligencia de los abades y monjes estaba algún
tanto estragado en la religión, lo hiciese de monjas; y
condescendiendo en esto el legado, fueron él y el conde y la condesa
a Barcelona, y pidieron algunas religiosas a Eliarda, abadesa
del monasterio de san Pedro de las Puellas, para la fundación
del nuevo monasterio, y ella las dio a 23 de julio del año 1079, y
concertóse que el nuevo monasterio estuviese sujeto a ella y a sus
sucesoras. De esto hay auto en el archivo de dicho monasterio de san
Pedro de Barcelona, cuya autoridad y antigüedad es muy grande, en el
saco A, núm 2. El maestro fray Antonio de Yepes, en la
historia de san Benito, tomo 6°, refiere esta misma historia;
pero añade que esta Eliarda era abadesa del de las Huelgas de san
Pedro: es manifiesto error de los trasladadores, y como a
tal, lo advierto de paso.
A 5 de los idus de setiembre del año
diez y nueve del rey Felipe, que es de Cristo señor nuestro 1079, el
conde hizo donación de Biscarri, que estaba en el condado de Urgel,
a Raimundo y Valencia, condes de Pallars, y a Arnaldo, hijo de ellos,
y dice: que las terminaciones son a parte orientis in termines
de castrum Taravalli, a meridie in termines de castrum Benavente vel
in quallum sancti Egidii de *occiduo in *Gaveta vel in Lagunas et
ascendit per termines de castrum Lordani et de Castelione usque in
montem qui dicitur alto etc. *Ica ut non liceat vobis alium seniorem
eligere de supradicto castro neque ad vos neque ad posterita vestra
nisi me Ermengaudum aut posterita mea. Y se llamó el conde comes
et marchio, y este mismo castillo, con la iglesia y parroquia de
san Andrés, a 2 de las calendas de junio del año veinte y cuatro
del rey Enrique, que era de Cristo 1054, lo había dado Armengol de
Barbastro, su padre, que también se intitulaba conde y marqués, a
Arnaldo Miron de Tost, y a Arsende, su mujer, vizcondes de Ager; y
después el mismo vizconde de Ager, en su testamento, lo dejó a los
dichos Valencia, su hija, y a Arnaldo, su nieto, el cual testamento
fue hecho a 4 de los idus de agosto del año doce del rey Felipe, que
es de Cristo señor nuestro *1072. Y entiendo que la donación hecha
en este año 1079 fue confirmación de la del año 1054 y del
testamento del vizconde, por razón del señorío que en este y otros
castillos se reservaron los condes de Urgel.
Murió por estos
tiempos la condesa Lucía, en la cual tuvo el conde un hijo, que fue
Ermengaudo, que llamaron de Mallorca; y el año siguiente de 1080 ya
había casado con Adelaida, dama francesa, que se intitulaba condesa
de la *Prohenza (Provence, Provenza), por tener en aquella
provincia ciertos derechos de que hace alguna mención, aunque
muy de corrida, César de Nostradamus en su historia de la Prohenza,
en la vida de san Gilberto, segundo conde de la Prohenza. El padre
Diago dice haber visto un auto en que el conde y esta Adelaida, su
segunda mujer, dieron la tercera parte del castillo de Altet a la
iglesia de santa María de Solsona, a 13 de febrero del año veinte
del rey Felipe, y nombra siete caballeros principales del condado que
fueron presentes, y eran Gerardo Mir, vizconde; Hugo Dalmacio, Ramón
*Reembaldo, Berenguer Brocardo, Guillermo Arnaldo, Olivon de
Arvernia, Guillermo de Izarno y Berenguer de Puigvert.
Entonces
entraron en el condado de Urgel y por los valles de Aran y Andorra
algunas gentes extranjeras, inficionadas de la herejía arriana (pone
araiana), que aún duraba en el mundo: recogiéronse en un
castillo que llaman Monleó, y allí se hicieron fuertes para enseñar
su perversa y mala doctrina.
El conde y toda su tierra se alborotó
notablemente, y sin dar lugar a que derramasen su ponzoña, fueron al
castillo y le dieron combate, y sacaron los herejes y toda Cataluña
había ya tomado las armas contra de ellos. Señalóse notablemente
un caballero llamado Arnaldo de Perapertusa: este, por orden de
Armengol, y con gente suya, trabajó con tantas *veras en la
expulsión de esta canalla, que mereció que el conde le diese este
castillo, con que le tuviese por él y sus sucesores, y que,
requerido, le hubiesen de dar las tenencias. Entonces mudaron el
nombre al castillo y le llamaron Castellbó, y los
descendientes de este caballero tomaron este apellido, y duró este
linaje muchos años en Cataluña.
Tomada la ciudad de Balaguer y
todos los lugares y castillos que están alrededor de ella, y los
demás de las riberas de Sió y Segre hasta Noguera Ribagorzana,
emprendió guerra contra los moros de Lérida y Fraga, y los que
estaban a las riberas de Segre y Cinca y Ebro, hasta la ciudad de
Tortosa, y con tan grande poder, que no leemos otro tanto de ninguno
de los príncipes de estos tiempos. Tuvo principio esta nueva empresa
en el año 1091, en la primavera. Entonces se le hizo tributario el
rey de Lérida, prometiéndole cada año parias. Subió a Fraga, y
por las riberas de Segre y Ebro, llegó a Tortosa: aquí recibió
socorros de gente que le envió el rey don Pedro de Aragón, su
sobrino, desde Monzón, con que pudo dichosamente proseguir sus
victorias, que alcanzó muy grandes de los moros. El rey de Zaragoza,
que se llamaba Yuseph Abenhut, (Pep, Josep, Joseph, José,
Yusef, etc.) se le hizo tributario, e imitando al de Lérida, le
reconoció vasallaje.
En el año 1092 ponen todos la muerte del
conde, la cual fue en el castillo de Gerp, después de haber
gobernado veinte y ocho años el condado, con los aumentos y
victorias que quedan referidas, que discurrieron desde el año 1065,
hasta el corriente de 1092. Intitulóse siempre conde y marqués,
como el conde su padre.
Casó dos veces, la primera con Lucía,
de quien tuvo a Armengol, y que algunos llamaron Luciana, y
murió poco antes del año 1080; la segunda con Adelaida o
Adaleta, que, como dije, se intitulaba condesa de Prohenza, de la cual tuvo un hijo llamado Guillermo, que
heredó los estados de la madre y se intitulaba conde de Niza,
y, una hija que se llamó Sancha. A más de estos tres
hijos, tuvo una hija que casó con Guillen Jordan, penúltimo
conde de Cerdaña, que murió en el año 1102, en la ciudad
santa de Jerusalén: de esta hija no he hallado memoria en ningún
autor, sino en el libro segundo de los Feudos del real archivo
de Barcelona, fól. 87 (1) en que hablando el de Urgel con el de
Cerdaña, dice: Quod si ego prescriptus comes Ermengaudus, obiero,
sine filiis omnem nostrum honorem dimittam a germanam meam Elisabet
conjugem tuam et ad te ipsum eternaliter habendum etc. y en el
Armario 16 del dicho real archivo, en el núm. 59, hay otro auto en
que el mismo * de Armengol hace memoria de esta hermana.
(1)
Al libro de los feudos, tal como existe ahora en el archivo, le
*faltan muchísimas hojas, que el autor tuvo seguramente a la vista,
y *se cree desaparecieron ya a poco más de mediados del siglo XVII.
Entonces debió de hallarse todo lo relativo al condado de Urgel; por
consiguiente existe ahora casi ninguno de los documentos que Monfar
cita a ca* como continuados en aquel libro.
Fue, a lo que se
conjetura, sepultado en el monasterio de Ripoll, así como sus
ascendientes. Hay de él dos testamentos: del uno hace mención
Zurita, lib. 1, cap. 30, y dice que a Armengol, su hijo, le dejó
bajo del gobierno de don Ramón, vizconde de Cardona; y de Ponce,
vizconde de Gerona; y de Guerao, su hijo, que también se llamaba
vizconde de Cabrera; y de Bernardo, obispo de Urgel, y de Ramón,
obispo de Pallars; y de don Artal, hijo de don Artal, conde de
Pallars; y sobre todo dejaba a Berenguer Ramón, conde de
Barcelona, y al rey don Sancho, que tuviesen el gobierno de su
estado y de su hijo para defensa de la tierra, y mandaba que
cualquiera de estos príncipes que tuviese el regimiento del
condado acudiese con el rey don Alonso de Castilla, y se
enviase allá su hijo, y quedase debajo de su guarda. En caso que
muriese su hijo, llama a la sucesión del estado a don Ramón, don
Guillen y don Berenguer, sus hermanos, y si estos no viviesen, nombra
por sucesor al infante don Pedro, su sobrino, hijo del rey de
Aragón, y muriendo el infante sin dejar hijos, sustitúyele al
conde de Barcelona, don Berenguer Ramón. Este testamento fue sin
duda antes del año 1086, en que comenzó a reinar
el infante don Pedro, sobrino del conde.
Después de este,
y en el año 1090, hizo otro testamento, que está en el real archivo
de Barcelona, en el armario de los testamentos, núm. 70, el cual da
mucha noticia se las cosas y estado del condado, y por esto lo pongo
aquí por entero, y es el que sigue:
Testamentum Ermengaudi
de Gerp, comitis et marchionis Urgelli.
Nemo rationalium
animalium, etc. (1)
(1) El manuscrito deja aquí una página en
blanco, donde sin duda debía
continuarse el testamento; ahora es
imposible llenar este vacío, porque si bien el índice antiguo de
armarios tiene efectivamente continuada la nota de este documento, no
se le ha hallado en su lugar correspondiente, ni siquiera viene ya
comprendido en el inventario general de las escrituras en pergamino.