De
los hermanos Mandonio e Indíbil, príncipes de los ilergetes,
y de los sucesos * con Neyo Scipion.
Con
esta victoria quedó Scipion muy respetado, y las cosas de los
romanos con muy gran reputación, sin que nadie osase intentar
novedades. Era el invierno recio, y los soldados estaban cansados de
lo que habían padecido, y Scipion con ellos se pasó a la ciudad de
Tarragona, tierra templada y de buen cielo: aquí invernaron, y
Scipion partió entre ellos lo que habían ganado en las batallas
pasadas, y quedaron todos contentos. Esto fue 215 años antes del
nacimiento del Señor; y fue este año notable por los muchos
portentos y prodigios sucedidos en España y otras partes. Oyéronse
bramidos en el aire, temerosos y tristes; golpes de pelea, como que
gentes no sabidas batallasen en las nubes: a muchos parecieron
fantasmas y visiones espantosas; fuentes manaron sangre, y bestias
dieron partos monstruosos y estraños, y algunos animales
trocaron el sexo. Hiciéronse varios sacrificios, ya de
animales, ya de hombres, imaginándose que con aquellos aplacarían
la ira de sus falsos dioses: refiérenlos Florián de Ocampo y otros,
aunque a Mariana parece fabuloso el sacrificio de los hombres.
El
año siguiente fue muy próspero y feliz para Scipion, por las
victorias que alcanzaron de los cartagineses sus capitanes,
desbaratándoles sus armadas, y tomándoles, de treinta navíos que
había en ellas, los veinte, que, juntados con los suyos y bien
armados, corrió con ellos los mares del poniente de Cataluña,
y saltando en tierra sus gentes, hicieron gran mal en los
cartagineses. a la vuelta combatió la isla de Ibiza, y los
mallorquines y de Menorca se confederaron con él; y
aunque Asdrúbal, con poderoso ejército, vino para combatir la
ciudad de Tarragona; pero su venida fue vana, por la mucha
resistencia que halló en la gente que había dejado en aquella
ciudad, y se hubo de volver a Cartagena, donde supo el daño que los
de la armada de Scipion habían hecho en aquella comarca. Vuelto
Scipion a Tarragona, recibió muchas embajadas de muchos pueblos de
España, que se declararon por los romanos, y eran más de ciento
veinte. Con esto y haberse declarado por ellos los pueblos de la
Celtiberia, que eran los del poniente de Ebro, quedó
muy aventajado el partido romano, por ser estos pueblos muchos,
belicosos y fuertes, y muy constantes y firmes con sus amigos y
confederados.
Vivía en los pueblos ilergetes un caballero
llamado Mandonio, persona de gran valor y nobleza, (y
mandón) y muy esclarecido por su sangre y linaje; porque,
como dice Beuter, descendía de los reyes antiguos de España,
y había sido rey de los Ilergetes. Tito Livio le llama vir
nobilis, qui antea ilergetum regulus fuerat; el padre Juan
de Mariana le llama hombre poderoso, que antes
había tenido el principado entre los ilergetes; y Florián de
Ocampo dice que era persona de muy noble linaje, tanto, que los días
antes era tenido por principal entre todos los ilergetes, y
era deudo de Andúbal, noble español que murió en una
batalla que hubo entre romanos y cartagineses. Era este Mandonio
hombre de grande ingenio y discurso y traza, valiente, bullicioso y
travieso, y vivía retirado en el extremo de los pueblos ilergetes,
en las montañas que hoy caen en el reino de Aragón. Tenía
un hermano llamado Indíbil, igual a él en valor, fuerza y
reputación; y ambos tenían muchos amigos y vasallos. Aborrecían
extrañamente el nombre romano, y estaban muy apasionados por
el bando cartaginés, y deseosos de vengar la muerte de
Andúbal, su pariente. Si novedades no habían intentado, si
quietos habían vivido, deteníales el poder romano, y la
incertitud y fin dudoso de la empresa, que tanto más la juzgaban
dudosa cuanto mayor era la fortuna de los romanos y prudencia de
Scipion, su capitán, que por estos tiempos tenía alojada su gente
en la marina. Mandonio trató con sus amigos, parientes y vasallos,
nuevos movimientos y empresas que no debiera; y con las esperanzas
que daba de buenos sucesos, fue oído y creído: siguiéronle muchos,
y más en particular toda la gente que de novedades espera medros y
buenos sucesos.
No faltó inquieto ninguno ni comunero que no le
siguiese, porque todos aborrecían a los romanos y pensaban vengarse
de ellos; y así, armados, corrieron y talaron la tierra de los
romanos y sus confederados, haciendo robos, muertes e incendios, con
gran fiereza e inhumanidad extraña. Extendiéranse, sin duda, mucho
estas gentes y pasaran adelante, si no atajaran sus movimientos la
prudencia y disciplina militar de Neyo Scipion, que, como prudente
capitán, luego acudió con el remedio, desviando los daños que le
esperaban, antes que aquella contagion inficionase los
demás pueblos de Aragón y Cataluña, devotos del nombre
romano. Juntó luego sus capitanes, que con tres mil soldados
catalanes y romanos, fueron hacia los pueblos ilergetes, donde
hallaron muy poca resistencia, por ser la gente de Mandonio bisoña y
allegadiza, poca y mal avenida; y los de Scipion reglados y cursados
en la guerra, y regidos por capitanes prácticos y concertados.
Siguiéronles poco a poco, y tan a tiempo y con tales ventajas, que
mataron muchos de ellos y muchos más tomaron presos, y despojados de
las armas (que para ellos fue un gran castigo), les permitieron que
sin ellas volviesen a sus pueblos; y Mandonio, enfadado de tan malos
sucesos, con la gente que le pudo seguir se salvó en los montes.
Cuando Asdrúbal supo los movimientos de Mandonio, se persuadió
que debía tener gran aparejo, pues se rebelaba contra los romanos y
movía aquella guerra cerca de los
aposentos de ellos, y en
tierra donde había muchas villas y lugares que eran de su bando, y
nadie osaba declarárseles enemigo; y así, dado que él y sus
cartagineses residiesen muy lejos de los pueblos ilergetes, no por
eso dejó de hacer toda su posibilidad. Recogió de presto los
africanos que más cerca tenía, dejó mandado que los restantes
luego le siguiesen, y él comenzó de caminar apresuradamente
la vuelta de Cataluña, para dar calor y ánimo a Mandonio,
certificándole su venida con mensajeros enviados por diversas
partes, porque si los unos eran impedidos por el camino, llegasen los
otros; y no tardó mucho de llegar él en pos de ellos, y pasar las
aguas del río Ebro, tan acompañado de gentes advenedizas, que sus
enemigos, puesto que fueran cuatro tantos y no tuvieran
contradicción en la misma tierra, no bastaran a se les
defender. Alaban en este caso los autores latinos la sagacidad
y prudencia de Scipion; porque
sintiendo que su poder al presente
no bastaba para resistir al cartaginés, desvió la guerra
discretamente por otra parte, negociando con los españoles
celtíberos, sus amigos nuevos, que saliesen a ellos a gran prisa
contra los otros pueblos de la parcialidad africana, pues era
cierto, si lo hiciesen, que para socorrerlos Asdrúbal, había de
tornar atrás o perder aquellos que perseveraban firmes en su
favor, y no le convenía desamparar cosa tan cierta, por emprender la
cobranza de estos otros ilergetes en quien había dificultad y duda.
Los celtíberos accedieron a este ruego, por ser la primera
demanda que sus amigos les pedían, y como fuesen hombres guerreros y
puestos en armas a la continua, pudieron salir presto y muchos, y
comenzaron a destruir la provincia contraria con grandes quemas y
muertes en cuantos lugares y pueblos topaban; y de estos pueblos en
los primeros ímpetus tomaron tres muy principales, a fuerza de
combates, los cuales, dado que no declaran las historias qué tales
fuesen, ni qué nombre tenían, ni en qué parte fuesen, parece claro
ser importantes, pues el capitán Asdrúbal y toda la fuerza de sus
banderas dio vuelta para les valer. Llegados aquí, luego los
españoles celtíberos les vinieron al encuentro, tan
determinados y bravos y tan encarnizados, que no se pudo menos hacer
que pelear con ellos en dos batallas una tras otra muy
crueles, en las cuales ambas el capitán Asdrúbal y toda su potencia
quedaron vencidos y destrozados, y muerta gran suma del ejército
cartaginés; y declara Tito Livio ser muertos en aquellas
dos peleas hasta quince mil cartagineses, y presos cuatro
mil. (En los autores latinos, sale Cataluña o catalanes,
aunque sea en formas antiguas, como Cathalonia o así ?)