CARTA XCVIII. Miscelánea.

CARTA
XCVIII.

Miscelánea.

Mi
querido hermano: Hoy estamos de miscelánea. Hay en esta ciudad
algunas antiguallas, parte verdaderas, parte fabulosas, que
 merecen
la pena de ser referidas, y si cabe analizadas. Entre las últimas
cuento la famosa torre llamada Geronella, y no porque no sea una
torre real y verdadera, sino porque el vulgo ha sabido dar ser a sus
vanas imaginaciones. Su situación es en la parte superior en un
ángulo de la muralla, muy oportuna para resistir al asalto y
combates que facilita el declive del terreno. Es de figura circular,
construida sobre una gran base, que dicen ser la parte baja de otra
que antes había más gruesa, construida por Gerión, y que fue
hundida milagrosamente en castigo de los Judíos que prestaban a
usura durante (delante ?) la torre de Geronella. No haría yo caso de
estas hablillas, si no las estampara el P. Roig y otros escritores.
La verdad es que la torre actual es obra de principios del siglo XV,
y que antes había otra, que aunque fuese mayor que la de hoy, no lo
sería, 
cuanto
indica lo que suponen ser su base, que yo tengo por obra exterior, y
antemural de la torre ceñida con aquella defensa de muralla, etc.
Mas sea enhorabuena tan grande y enorme como quieren, la memoria más
antigua que he hallado de ella es del año 1020, anno XX quarto quod
regnare cepit Robertus in Francia, en el cual, día 31 de marzo, la
Condesa Ermesindis, con su hijo el Conde
 Berenguer,
hicieron donación a esta iglesia de ipsa turre rotunda, construida
en esta ciudad en la muralla, como verás en la escritura adjunta (a:
Ap. núm. XV.). Es cierto que no se expresa aquí el nombre de
Geronella, mas las circunstancias con que se pinta no dejan duda que
es la misma. Continuó en su ser la torre hasta el año 1404, en que
se desplomó a 31 de mayo. Al principio de un Cartoral de la casa de
ayuntamiento está copiada una nota, y sacada, según allí se dice,
de un libro colectario que tenían los PP. de San Francisco en el
coro de su convento de esta ciudad. Cuéntase allí el suceso con
estas palabras: “Anno Dni. M.CCCC. quarto ultima die mensis
madii, quae erat dies sabbati, et secunda hora noctis fuit factum
magnum signum in civitate Gerundae; quia turris quae vocatur
Geronella, quae erat magna, grossior, et pulcrior totius regni, sine
vento flante, nec pluvia irruente, sed tempore quiescente, dicta
turris subito cecidit in terram a summo usque deorsum; de quo fuit
magnus stupor, et maxima admiratio in tota ista patria, et
circumquaque.” Del mismo modo se explicaban seis años después los
jurados de esta ciudad, cuando a 21 de julio de 1410, pidieron al
Papa Luna que aplicase la décima que el difunto Rey Don Martín
percibía en esta diócesi para reedificar esta torre, quae, dicen,
talis
erat, et taliter fabricata, quod in hac terra, nec in
tota
Hispania similis repiriri non poterat, y que era
el baluarte de toda Cataluña. Haec turris, añaden, Pater SS. casu
fortuito, et mirabili sex anni efluxerunt, corruit ex toto peccatis
exhigentibus. Tan fácilmente se atribuyó a milagro y castigo, lo
que no fue sino efecto de la vejez y quebranto de esta torre, que más
había de un siglo estaba hendida y rajada, y amenazando ruina.
Dícelo el Obispo Don fray Raimundo de Castellar en un decreto que
dio a 11 de enero de 1410, para que se reparase luego la bóveda de
la iglesia de San Narciso de Tayalá, no sucediese ad instar illius
ingentis turris civitatis Gerunden., turris Gerundellae
communiter nuncupatae, quae per centum annos in suae fissurae hiatu
dilatato sustenta, subitam et incredibilem passa fuit ruinam. (Cur.
ep. Reg. XI, fol. 3.) (N. E me encanta la ironía de Raimundo de
Castellar contra los ploramiques catalanes ya de
antiguo.)

Reedificose el año siguiente 1411, y según parece
igual en todo a la antigua.
He aquí como continúa la nota que
dije del Cartoral de la ciudad:

“Anno
Dni. M.CCCCXI. et XII. julii turris de Geronella nuncupata, fuit
rehedificata, a fundamentis inchoata, et in quatuor alnarum
altitudine super muros elevata per juratos honorabiles civitatem tunc
regentes, et in praeclara sapientia, quorum digna est memoria: ideo
sunt subscripta hic eorum nomina:

Petrus
de Burdillis, vir sapiens et subtilissimus.

Joannes
Zarriera (Çarriera), vir prudens et robustissimus.

Petrus
Çatria, urbanus et corpulentissimus.

Ludovicus
Torti, vir sagacissimus.

Ubique
laudabiles sunt cives isti venerabiles:

Franciscus
Borraçani, pictor clarissimus.

Petrus Perpiniani in factis
verissimus.

Praefati
igitur jurati de turris reedificatione fuerunt multum comendati; nam
populus urbis civitatis nunquam credebat cernere quod iterato fieret
opus tantae nobilitatis. Igitur talibus rectoribus pro meritis
congruentibus det coronam omnibus Xpus. cum coeli civibus. Amen.”

Esto
hay de la famosa Geronella, que persevera hoy en buen estado. Debo
añadir que el nombre Geronella no era peculiar de esta torre.
Llamáronse así otras, de Balaguer, etc., como se dirá en su lugar.

Otra
torre hay memorable por su nombre, que hace sin duda relación al
dominio de los Romanos en esta ciudad. Llámase torre Cornelia, y se
llamaba ya así en el siglo XIV en que fue reedificada, como dice la
inscripción que en ella se conserva, y es la siguiente: Aquesta
torra appelada torra Cornelia fo comensada de volentad del Conseyl de
la ciutat de Gerona per los honrats en R. Malarç, Francesc Sant
Celoni, R. Ribot, Francesc Çatria, A. de Vilagra. e G. Guic, jurats
de la predita ciutat dimecres a XVI de març del any de la Nativitat
de nostre Senyor M.CCC.LXII. =
Subsiste esta torre unida hoy día
al edificio del claustro y aula capitular de la Catedral, y
sirviéndole en algún modo de estribo y depósito de parte de sus
archivos. Perteneció a la antigua fortificación de esta ciudad,
guardándola por la parte media entre el Norte y Poniente. No tiene
mucha mayor antigüedad un monumento que permanece bien conservado,
dentro del convento de las religiosas Capuchinas de esta ciudad. El
cual ha despertado la atención de los curiosos, y los ha dividido en
opiniones de si eran baños o baptisterio. Mientras los Señores del
Viaje pintoresco publican los dibujos que de ello tomaron, yo diré
lo que baste para informarte de este negocio. Próximo a la huerta
interior de dicho monasterio y en piso más alto que ella, hay una
pieza cubierta de bóveda de mucho espesor, que arranca casi a veinte
pies del pavimento, y viene a terminar en su centro en una claraboya;
correspondiente a ella hay en el piso un aljibe, o piscina, o cuenca,
octágona de piedra, elevada sobre él como unos seis palmos y de la
misma profundidad en su interior; el diámetro de su cavidad es de
diez y ocho palmos, sin contar la espesor del pretil, que será de
unos tres palmos: sobre este pretil y en cada uno de sus ocho ángulos
se elevan otras tantas columnas de veinte y un palmos de altura, con
sus bases y capiteles bien labrados, siendo estos últimos según el
modo corintio: sobre los arcos correspondientes, que son todos de
medio punto a distancia de cinco o seis palmos de sus llaves, se
eleva otro cuerpo octágono de columnas de ocho palmos cada una,
 con
sus arcos igualmente de medio punto, sobre los cuales se sostiene el
cimborio puntiagudo que cubre todo el descubierto, y 
por
donde se comunica la luz al edificio interior, elevándose esta
linterna sobre el tejado que cubre las bóvedas del primer cuerpo. La
altura total de este monumento será de unos sesenta palmos.

Según
esta descripción, lo primero que ocurre es fijar la época de su
construcción, que cierto no es Romana, ni aun Árabe, sino lo más
del siglo XII. De esto no se pueden dar pruebas, al que no vea por lo
menos el dibujo. Cuando este se publique en el Viaje pintoresco,
verás claramente cuanto distan aun de los tiempos bajos de los
Romanos las bases de las columnas, la cúspide del cimborio, la labor
varia de los capiteles y el todo del edificio. No cuadra más con el
gusto de los Árabes en tiempo de su dominio, que no dejarán
(dejaran) de manifestarse en las labores que tanto estimaron,
habiendo planos suficientes donde lucirlo. Por lo contrario, todo el
monumento y cualquiera parte de él dice a maravilla con los muchos
 edificios
que quedan en este país del siglo XII y por ahí, cuando las
columnas iguales sentaban sobre bases no planas, sino entumecidas y
como preñadas, y los capiteles eran corintios, al menos en la
intención del artífice, y algunos muy acabados, con la
circunstancia de variar su labor de propósito, que uno no dijese con
otro, y los arcos eran de medio punto, tardando a introducirse el uso
de los apuntados hasta fines del siglo XIII. En suma, la obra tiene
una total conformidad con el modo usado en el siglo XII, y si en algo
he de reformar mi parecer, ha de ser quitándole algún siglo de
antigüedad.

Supuesto
lo dicho, no es fácil atinar el objeto y el porqué de este
edificio. Porque claro es que no fue baptisterio como algunos han
opinado, habiéndose desusado el tenerlos fuera de las iglesias desde
el siglo V; ni tampoco estuvo este dentro de templo, de que no hay
memoria lo hubiese en tal lugar. Cuanto más, que es cosa ridícula
que la matriz estuviese como estuvo dentro de los muros, y su
baptisterio fuera de ellos, como lo estuvo este sitio de que hablamos
hasta el siglo XIV, y acaso más. Sobre esto, si se considera que la
piscina está elevada sobre el pavimento unos seis palmos sin rastros
de gradas para subir y bajar, y que los arcos del segundo cuerpo
estaban y se hicieron para estar descubiertos, se verá que faltaba
la comodidad y abrigo necesario para el bautismo de adultos, muchas
veces débiles. La facilidad con que se introduce por la linterna el
agua de lluvia, la espesor del pretil de la piscina, que impedía el
uso fácil de las ceremonias, así en el bendecir el agua como en el
acto de bautizar, la inmensa mole no necesaria de agua que era
menester para llenar dicha piscina, la ninguna señal de cerradura ni
tapa para su custodia, y la facilidad con que por consiguiente se
mezclaría la agua pluvial con la consagrada; todo esto y más acaba
de convencer que no se hizo para este fin dicho monumento.

¿Se
haría, pues, para baños? El difunto canónigo Don Francisco Dorca,
es de este parecer en una Disertación que he visto manuscrita contra
el canónigo Premonstratense de las Avellanas, Don José Martí, que
opinaba ser un baptisterio. La única razón a favor de baños, es el
ver llamado así a este monumento en las escrituras desde el siglo
XIV, que se cuentan en la citada Disertación, y de que es el
extracto siguiente. El convento de Capuchinas se fundó en casa
propia de Josef Planes, comprada a 16 de enero de 1618 ante Juan
Riurans. En la escritura se venden también una huerta y los baños,
balnea sive bañs, cuyo total afrontaba por oriente con la
calle llamada de Saccimor, palabra hebrea que significa dolor y
amargura, que también dice se llamó dels Codols o de la Blanqueria.
Dicho Planes adquirió esta posesión por manda testamentaria de su
hermano Francisco Planes, sacristán segundo de la Colegiata de San
Félix, en su testamento de 4 de febrero de 1617 ante Honorato Durán.
Dicho sacristán la había comprado a 30 de agosto de 1606 ante
Francisco Pascual, del noble Don Juan Rafael Campmany (campo magno,
no Capmany que es cabeza magna) y Descoll (d’ es Coll: del Collado),
ciudadano de Gerona. A este le pertenecía, como a sucesor de su
padre Rafael Campmany, en testamento de 24 de enero de 1600. A este
por herencia de su padre Gerónimo Campmany, instituido en capítulos
matrimoniales de 6 de abril de 1565. A este como a heredero de su
padre Juan Campmany,
 en
testamento de 26 de febrero de 1518. En fin, Pedro Campmany había
comprado esta posesión a Francisco de Cursu, clérigo de la
Catedral, a 23 de marzo de 1416. Más es que en 1342 consta, que ya
el Rey Don Pedro, con escritura de 1.° de marzo enajenó el derecho
alodial con que percibía nueve sueldos de censo anual sobre dichos
baños, vendiéndolo a su físico el maestro Arnaldo de Riaria.

Y
esta es la memoria más antigua que hay de este monumento, y tal, que
enteramente convence no haber sido baptisterio, que en ese caso no
sería de dominio laical.

Mas
no porque se llaman tan frecuentemente baños, entiendo yo que lo
fuesen, a lo menos que se pueda tener esto por cierto y averiguado.
Las muchas partículas térreas del agua pluvial en aquella
localidad, y la ventilación del aire a que estaba expuesta, no
 permiten
acomodarse a este modo de pensar. Más bien pudo ser un taller u
obrador, y acaso de adobo de pieles, que alude con el nombre de la
calle próxima, llamada la Blanqueria, donde además de la luz y
ventilación necesaria, se recogiese el agua que inevitablemente se
necesitaba en el pilón, y de ella se sirviesen para riego de la
próxima huerta. (O sea, un aljibe, cisterna, sitja, para recoger
agua)

Con más certidumbre puedo hablar de la Universidad
literaria de esta ciudad, trasladada y unida a la de Cervera con
todas las de Cataluña en 1717. Desde el siglo XIII hay memorias de
escuelas de gramática en esta Catedral, las cuales se tenían fuera
del claustro, en casa pegada a él por la parte del norte. En el sido
XIV se habla frecuentemente de lectura de teología en dicha iglesia,
para cuyos ejercicios se tocaba una de las campanas de la torre (Lib.
v., fol 117 b.). El lector era nutual del Capítulo, quien señalaba
también la materia de las lecciones. Dicho se está que era escuela
de escritura. No hay duda que habría algunas otras escuelas en la
ciudad, mas no de facultades mayores, por estorbarlo el privilegio
exclusivo de la de Lérida. A pesar de ello, hacia la mitad del siglo
XV pensaron los jurados en establecer aquí un estudio general, para
lo cual el Rey Alfonso V expidió su real diploma a 9 de marzo de
1446. Los Manuales de la ciudad, donde se halla esta noticia, añaden
la particularidad que los gastos del despacho ascendieron a XXXVI
ducats è VI gillats. Obtenida la licencia real trataron de conseguir
la pontificia para facultad de graduar, etc., y de acuerdo con el
Capítulo dirigieron a S. S. la súplica con fecha de 1.° de abril
del mismo año, encargándola al Obispo Don Bernardo de Pau, que a la
sazón se hallaba en Roma. Al mismo tiempo trabajaron mucho para que
el estudio general de los padres Benedictinos, que se había fijado
en Bañolas, se trasladase a esta ciudad, donde había monasterio de
aquella orden, y era más abundante y provista que aquella villa, de
donde huían los maestros. Así se explicaban en las cartas que he
visto dirigidas al Arzobispo de Zaragoza, comisionado para ese
estudio de los Benedictinos, y al Abad de San Feliu de Guixols.

Nada
de esto se verificó; y en el año 1483, estando el Obispo Don Juan
de Margarit en Roma, pusieron en sus manos la nueva súplica a S. S.
para el mismo objeto, fecha a 29 de enero. Mas ni aun entonces
consiguieron su deseo, y la erección del estudio general se dilató
hasta la mitad del siglo siguiente, situándolo en una huerta
contigua al convento de padres Dominicos, y propia de él. Del
edificio, y del objeto de él, da razón una inscripción colocada
sobre la puerta principal, que dice así:

Mille
et quingentis et sexaginta sub uno

Annis
à summi Nativitate Dei,

Quum
sua per varias terras populator averni

In
sanctam sereret dogmata falsa fidem,

Sacra
Gerundenses condunt gymnasia, quanta

Conscripti
possunt aedificare Patres.

At
tu, summe Deus, sub cuius numine nostrum

Crescit
opus, crescat tempus in omne iube.

Vamos
a algunas curiosas menudencias, que son interesantes a lo menos a
quien tenga manía en ellas. En varias cartas de mi Viaje
 te
he hecho observar que en estos países se calendaron las escrituras
por los años de los Reyes de Francia hasta todo el siglo XII, y aun
alguna parte del XIII, sin hacer caso de la constitución del
concilio de Tarragona de 1180, que dicen prohibió este cómputo, y
mandó se usase el de los años de la Encarnación. Acá quedan
algunos ejemplares de esta inobservancia, que añadidos a los sacados
de otras partes hacen muy probable la opinión en que estoy, hace ya
días, de que aquel concilio es fabuloso y su decreto también.

Porque
siendo entonces todos los notarios o clérigos o monjes, no es
concebible que siguiesen quebrantando aquella ley por espacio de
cuarenta años y más. Es verdad que la mayor parte usó de la era de
la Encarnación, mas eso no por ley sino por costumbre ya desde el
principio del siglo XII, la cual se fue introduciendo, de modo que la
otra se desusó insensiblemente, sin necesidad de precepto ni civil
ni eclesiástico. No sucedió así con la era de la Encarnación, que
desde esa época siguió constantemente en cuanto he visto de
Cataluña, contándose posticipale, como dicen, esto es, comenzando
en 25 de marzo el año que, según la cuenta vulgar, comienza ahora
tres meses antes, en 1.° de enero. La constancia y uniformidad de
este cómputo en todo el siglo XIII y la mitad del XIV está
demostrada por lo tocante a esta ciudad en cuantos documentos
produzco en mi Episcopologio de ese tiempo a que me remito. Cesó
esta costumbre con el decreto de Don Pedro IV en las cortes de
Perpiñán, dado a 16 de diciembre de 1350, en que aboliendo el uso
de notar las calendas, nonas e idus, y el año de la Encarnación,
mandó que en adelante se contase por los días del mes, y los años
desde el día de la Natividad. Tardaron sin embargo algunas ciudades
a adoptar el nuevo método, y esta lo difirió hasta el 1354.

Aun
en medio de esta general costumbre, los registros civiles de esta
ciudad pertenecientes a los años 1329 y siguientes, cuentan alguna
vez los años desde el día 1.° de enero. Mas debo prevenir que este
era el año civil de la magistratura, o gobierno de los jurados y sus
dependientes, los cuales se elegían todos los años ese día y
duraba hasta el mismo del siguiente. Eran seis los jurados, dos de
mano mayor, dos de menor y otros dos de mediana. Así que cuando se
habla de sus cuentas u operaciones en los sobredichos registros suele
decirse que son del año qui incepit à die I januarii; mas que esto
se entienda del año de su oficio se ve en cuantas escrituras hay
allí mismo, las cuales todas están calendadas por los años de la
Encarnación.


MONEDAS.
De las monedas de esta ciudad, que tanto deseas saber, diré lo que
ahora tengo a mano, dejando para otro tiempo su combinación con lo
de otras ciudades.

Pacifich.
Del pacífico consta aquí que corría como pieza de moneda distinta
de por sí, y del valor de veinte sueldos. Cuando entró canónigo de
esta iglesia Jorge Çarriera, a fines del siglo XV, dio al bedel
iuxta statuta huius ecclesiae unum aureum pacificum, id est, XX
solidos (Actas capitul., Manual de Alfonzello, fol. 196).

En
un depósito de monedas y alhajas que hizo en esta iglesia Pedro de
Sancto Celedonio, se especifica lo siguiente: in auro pacificorum et
quartarum et paucis regalibus auri CXXVIIII lib… et in regalibus et
duplis XXXV lib., computando pacificum ad XX sol. et regale aureum
 ad
XXX sol. et regale argenti ad XX denar. et florenum de reno ad XVI
sol. (ibid. Manual. de an. 1474 ad 1482, fol. 17 b.). En una carta de
los jurados al Rey, de 1483, he visto que por la mala calidad de la
moneda menor, el pacífico, había llegado a valer veinte y cinco
sueldos.

Barbarroja.
Más antigua y menos conocida es otra moneda llamada de Barbarroja,
que corría aquí a fines del siglo XII y siguiente. Del
 1182
queda una escritura de venta pro CCX morabatinis barbe roge boni auri
rectique pensi (Archivo de la Catedral, arm. de la sacristía
segunda). En 1214 Bernarda, Señora del lugar de Dos Quers (Dosqués),
recibió prestados de Bernardo de Chexanis centum septuaginta aureos
barbe roge
boni auri et fini rectique pensi (Ibid. arm. de Bisbes).
Otras hay a este tenor. El valor de esta moneda consta de un
debitorio del año 1202, donde se lee: donec reddamus tibi C. sol.
Barchinon. vel aureos barbe roge boni et fini auri rectique pensi,
unumquemque ad computum VII sol. (Ibidem).

De
la primera de estas monedas, que es el pacifich, hay memorias en
Lérida y otras partes, y que era general en toda Cataluña, y
que duró hasta el siglo XVII, cuando el cronista Pujades la nombra
en una graciosa jácara pintando las fiestas de Navidades.

De
la otra moneda dicha de Barbarroja sólo he hallado memoria en esta
ciudad, y con todo eso no es fácil asegurar que fuese propia suya,
si bien en un inventario de la casa de la ciudad de fines del siglo
XV, se nota entre otras cosas tocantes a la fábrica de moneda:

Item
un troscell (troquel) de batre los barbuts.

Rocabertins.
Mejor podrá decirse esto de la que llamaban rocabertins, usada en el
siglo XV, la cual mandaron los jurados en
 1481
que se acuñase de nuevo, poniendo en una parte las armas de la
ciudad, ço es, les ones (olas; unda, Gerunda), y en la otra la inicial G. En 1467 
tenían
mandado que los menuts rocabertins quis corrien à tres per dos, de
qui enant corregant à dos per I: axi que dos dels dits menuts 
valeguan
è sien comtats (comptats) per I diner, è XXIIII valeguan un sou.
Así el valor de estos era el mismo que el del óbolo o malla. De
esta moneda dice un Cronicón coetáneo que copié en el monasterio
de Breda lo siguiente: En l’ any LXVIII faeren molte monede manude,
so es, dines menuts, en la ciutat de Gerona, los quals dines
appellaven rochavertins: è puys foren abetuts, que no valgueren res,
perque era falsa moneda.

Picta.
Corría también acá la picta Barcelonesa, como he visto en los
libros de la Colegiata de San Félix de los años 1319, donde hace
distinción de óbolo y picta, aquel la mitad y esta la cuarta parte
de un dinero
; pero cuando nombra picta siempre nota de moneda de
Barcelona.

Sueldos.
Con todo eso es indubitable que Gerona tuvo su moneda propia, no sólo
en el siglo XV, como acabamos de ver, sino también en el X, como se
ve en la donación de la tercera parte de ella que hizo a esta
iglesia el Conde Suñer, año 934, cuya escritura se publica en la
Marca Hisp. (Ap. núm. LXXI). De los siglos XI y XII son innumerables
las memorias de sueldos y dineros Gerundensis monetae, que suenan en
escrituras de ventas, censos, etc. En una del año XXII del Rey Luis
el Craso (1129) hay una venta propter XIII solidos denariorum
Gerundensis monete ex XVI in solido (Cartor. de Carlo Magno). En otra
del mismo tiempo se lee: XII denarios Gerundensis monetae, aut V
argenteis platae, si haec moneta mutata fuerit. De esta mudanza se
habla frecuentemente, y tal cual vez se indica que se hacía por la
Pascua. Acaso tendrá conexión con esto el aumento y disminución de
la marca de plata, de que he hablado varias veces. Lo que tengo por
cierto es que recaía la mudanza sobre la moneda imaginaria, y que el
hacerse por la Pascua nacía de comenzarse en aquellos días el año
de la Encarnación.

Varias
monedas. En escritura del año XLI de Luis el Joven (1187) se nombran
sueldos monetae Raymundi Comitis, año XLIII del Rey Felipe (1103),
una compra per quatuor libras de plata ad pensum legitimum ferreum
(Cartor. de Carlo Magno, fol. 119) Varias son las de mazmudinas de
oro, avinaiars, de azalmus, alfonsinos, jucefinos, etc. De los
carlines se dio ya noticia hablando de la fábrica del altar de esta
Catedral. También di noticia en el artículo del Obispo Pedro Roger
de las onzas de oro jaari, aut cepti, aut almeedi, aut almanzori, aut
alcarovi. Véase también el artículo del Obispo Berenguer de Llers,
y baste de monedas.

Del
título de condado (ducado) de esta ciudad no hay más que saber sino
que fue erigido en 135…, como te dije en el Episcopologio y en
otras partes. Hízolo el Rey para honrar con él a su hijo primogénito el Infante Don Juan. Más es que en 1414 Don Fernando I
la hizo título de principado, para intitular con él al primogénito
de la casa de Aragón.

A
la parte del Norte de esta ciudad hay un monte llamado Monjuich,
pudiéndose dudar de él como del de Barcelona, si se llamó así de
Monte Jovis o de Monte Judaico. De este último modo le llama una
escritura de permuta de ciertas tierras, que en él tenía el Obispo
de esta iglesia Arnaldo de Crexell, hecha el año 1207 (Cart. o Lib.
V. fol. 149 b.). Favorece a esta opinión el haberse hallado en la
vertiente occidental de este monte algunos sepulcros hebreos, de los
cuales se conservan algunos fragmentos de inscripciones en aquel idioma, delante de la heredad o quinta de Coll de Monjuich. Baste por
hoy. (Visitad en Barcelona lo fossá dels juheus)

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