Continuación III

1791.

154. Gramática de la lengua
latina y castellana. Dividida en sus quatro partes Analogía,
Etimología,
Prosodia, y Construcción, principios indispensables
para entender una y otra con fundamento en todas sus edades,
facilitados y combinados alternativamente los unos con los otros, con
arreglo al uso de los escritores de prosa y verso, y en la cédula
real de 23 de Junio de 1768, escritos por D. Juan Antonio Gonzalez
de
Valdes,
Director de la Real Academia latina Matritense. Con licencia. Madrid,
en la imprenta real. CIOIOCCXCI.

4.° -Tres quadernos,
Quaderno I: 4 hs. prels. + 148 págs. -Quaderno II: 2 hs. prels. +
170 págs. -Quaderno III: 2 hs. prels. + 145 págs.

El año
de 1798 publicó el autor una segunda edición de esta obra suya,
pero adicionándole el estudio simultáneo del griego, según lo
indica ya desde el título, que es como sigue:

Gramática
completa Grecolatina y castellana combinada en caracteres latinos por
D. Juan Antonio Gonzalez de Valdes, siendo Director de la Academia de
Latinidad. Segunda impresión. Reformada y reducida, con un extracto
de retórica y poética. -Con licencia. -Madrid en la imprenta real
-por D. Pedro Julián Pereyra, impresor de cámara de S. M.
-CIOIOCCXCVIII.

155. Fundamento del vigor y elegancia de la
lengua castellana expuesto en el propio y vario uso de sus partículas
por el presbítero D. Gregorio Garcés, impreso a expensas de la Real
Academia española, a quien le dedica el autor. Madrid MDCCLXXXXI. En
la imprenta de la Viuda de Ibarra. Con las licencias necesarias.

4
°-Dos tomos. -Tomo I: 2 hs, prels + XXII págs. + 288 págs. -Tomo
II: XXII + 324 págs. (por errata, numerada esta última 234).

Segunda edición; Fundamento del vigor y elegancia de la
lengua castellana, expuesto en el propio y vario uso de sus
partículas, por D. Gregorio Garcés, con las observaciones críticas
sobre la excelencia de la lengua castellana, por D. Antonio Capmany.
Segunda edición, revisada, con notas de D. Francisco Merino
Ballesteros. Madrid. 1852.
Tercera edición: Fundamento, etc. con
adiciones de D. Juan Pérez Villamil y algunas notas y un prólogo
por D. Antonio María Fabié, de la Academia de la Historia. Madrid.
librería de Leocadio López, 1886.

La introducción o
prólogo del Sr, Fabié, que ocupa CXLIII páginas, contiene
preciosas observaciones críticas e históricas relativas a la
filología castellana. Es un trabajo de mucho estudio y erudición.

Trata el primer tomo de la obra del Padre Garcés de las
partículas. Va su estudio distribuido por riguroso orden alfabético,
mostrando el autor con abundantes y escogidos ejemplos la fuerza y
valor que dan a la frase cada uno de estos elementos gramaticales. A
este cuerpo de la obra precede un prólogo donde discúrrese
prolijamente acerca de los orígenes y formación de los idiomas en
particular y del modo como se perfeccionaron el latino y el
castellano. El P. Garcés introduce al segundo tomo, tratando en
general de la genuina y propia elocución, de las calidades de las
voces, de lo mucho de admirable que tiene nuestra habla a juicio de
los extranjeros y nacionales, del daño que puede causarle el
continuo trato con extrañas naciones, de la autoridad del uso para
introducir o desechar vocablos, y, en fin, de cuáles son las
autoridades de la lengua castellana por él reconocidas. El texto se
divide en dos partes: en la primera se estudia el propio y vario uso
de nuestros nombres y pronombres, empezando por el artículo; sin
detenerse el autor en el mecanismo de las declinaciones y
concordancias (para lo cual se remite a la Gramática de la Real
Academia Española), limítase a señalar con muchos ejemplos nada
más que el correcto y autorizado empleo de dichas partes
gramaticales, a fin de que al valemos de ellas sepamos siempre
emplearlas con todo su vigor y elegancia. En la segunda parte trátase
de la harmonía y excelencias de nuestras conjugaciones y
construcciones, señalando a la vez muchas particularidades
gramaticales que sirven para esclarecer y fijar nuestra elocución.

El mérito de esta obra es tanto mayor, Cuanto que aún no era
finado el siglo XVIII cuando se publicó. Por esto la Real Academia
Española, teniendo de ella conocimiento, no bien se hubo escrito, la
publicó a su cuidado y expensas, regalándole toda la edición a su
autor.

Nada dice el Sr. Fabié en la introducción con que ha
enriquecido la tercera impresión de este libro, de la vida de D.
Gregorio Garcés, por lo cual no será ocioso consignar aquí algunos
breves datos biográficos de este eximio filólogo. Nació en la
villa de Hecho, que se halla en el Pirineo de la provincia de Huesca,
diócesis de Jaca. Ingresó en la Compañía de Jesús el año de
1749, y consagróse al santo ministerio en 1767. Enseñó Gramática
durante un año en la ciudad de Tarazona; estudió luego Artes y
Gramática en Calatayud y en Zaragoza respectivamente; en esta última
ciudad volvió a enseñar Gramática por tres años, hasta que los
Superiores le destinaron a misiones en varios pueblos de las diócesis
aragonesas. Cuando acaeció la expulsión de los jesuitas marchó con
sus compañeros a Italia, y en la ciudad de Ferrara vivió durante
treinta y dos años, siendo muy considerado y querido del Arzobispo
de aquella diócesis, quien le confió varias piadosas comisiones a
la vez que ejercía el ministerio de confesor en una de las más
concurridas parroquias de Ferrara. Durante su estancia en Italia, el
P. Garcés propagó mucho la afición y el estudio de la lengua
castellana. Allí compuso el Vigor y fundamento de su elegancia, y
otras obras que me parece que no llegaron a publicarse; entre ellas
una intitulada Introducción filosófica a la elocuencia mediante el
buen uso de las ideas, y otra que era una colección de modelos de
humana y sagrada elocuencia, ilustrada con varias observaciones y con
un discurso filosófico preliminar sobre la invención de las
voces
o signos, con los maravillosos efectos y provechos que ha producido.

El P. Garcés regresó a España el año de 1798, en virtud
del segundo decreto de Carlos IV que autorizó a los jesuitas para
volver a la Península; pero habiendo marchado nuevamente a Italia,
murió en Roma el 16 de Julio de 1805 en la casa profesa de la
Compañía.

1795.

156. Curso de humanidades
castellanas por D. Gaspar Melchor de Jovellanos. Impreso en el tomo I
(págs. 101 -150) de sus obras completas (publicadas e inéditas):
edición Rivadeneyra. Madrid. 1858 (Biblioteca de Autores Españoles).

D. Cándido Nocedal, que es coleccionador de ellas, no fija
la fecha en que se compuso este tratado, ni cita ninguna otra edición
del mismo, ni dice si por primera vez se publican.

Después
que Jovellanos fué desterrado de Madrid, el año 1790, sabido es que
entre los frutos que en los años sucesivos rindió aquel ingenio,
fué uno de ellos la erección del Real Instituto Asturiano.
Jovellanos hizo el plan de estudios y regentó él mismo sus cátedras
cuando fué necesario, componiendo varios tratados, entre los cuales
se cuenta el presente, que contiene unos Rudimentos de Gramática
general y otros de Gramática castellana.

No da Jovellanos
cabida a la Ortografía en la Gramática, supuesto que la define:
arte de hablar bien una lengua. En sus Rudimentos de Gramática
general, o sea introducción al estudio de las lenguas, como él
titula la primera parte, refiérese, en todos sus ejemplos, al
castellano. Constituyen dicha introducción unas cuantas
observaciones de sintaxis castellana que apenas ocupan una hoja.

En
los Rudimentos de Gramática entremezcla las ideas de sintaxis con
las de analogía, no siguiendo, por lo tanto, método alguno y
quedando a veces incompleta la idea o raciocinio. Son en realidad una
colección de apuntes, de los cuales dícese que se valió Jovellanos
para las amplias
explicaciones o lecciones que sobre esta materia
dio en el Instituto Asturiano.

Dice que son adjetivos
determinativos: mi, este, un…

Quiere, siguiendo a otros
primitivos gramáticos, reducir a reglas el género de los nombres,
según su letra inicial o final.

El tratado de los verbos
irregulares, aunque breve (como toda la Gramática, que tiene cuatro
hojas), es muy estimable, si bien hay bastantes omisiones. En cambio,
en la lista de los participios que por duplicado tienen algunos
verbos, hállanse algunos no incluidos hasta nuestros días: ingerido
e ingerto, de ingerir; marchitado y marchito, de marchitar; omitido y
omiso, de omitir; perfeccionado y perfecto, de perfeccionar;
prescribido y prescrito, de prescribir.

Con algunas ideas
generales de sintaxis o construcción ya directa, ya figurada,
termina este tratado: en él nada se dice de ortología ni prosodia.

El Curso de humanidades castellanas lo completan unas
Lecciones de Retórica y Poética y un Tratado de Declamación.

Compuso también Jovellanos, con el mismo indicado objeto que
el Curso, a que nos hemos referido, un Tratadito del análisis del
discurso considerado lógica y gradualmente, y unos Rudimentos de
Gramática francesa e inglesa.

1798.

157. Curso de
gramática castellana, en solos ochenta días, establecido y
dispuesto, con las licencias necesarias, por el catedrático de
primera educación Don Guillermo Antonio de Christobal y Xaramillo,
individuo del Real Colegio Académico de esta Corte, con su escuela
pública en la calle de la Concepción Gerónima. Madrid. En la
oficina de Don Gerónimo Ortega. Año de MDCCXCVIII.

8.°-40
págs.

Anteport. -Port. -Al lector: … determiné establecer
el presente curso, reduciendo la gramática castellana a ciertas
reglas, que la hiciesen comprehensible
en solos 80 días, y para ello auxiliado por una parte de las obras
de la Real Academia Española, las del Brocense, Gayoso, Nebrija,
Alderete,
y otras de clásicos autores; y por otra de las Advertencias y
particulares avisos de los señores Don Luis Gabaldon y Lopez, Juez-
Protector del Real colegio académico de primeras letras de esta
corte, especial favorecedor de esta enseñanza, y su presidente, y D.
Juan Antonio Enciso, Síndico personero de Madrid el año de 97, y
otros muchos sujetos instruidos. Aquí se habla de todos los
individuos de dicho Real Colegio, y particularmente de los Sres. Don
Antonio Cortés Moreno, D. José de la Fuente, D. Plácido Ruarte, D.
Manuel Prieto, Francisco Zazo, D. Diego Narciso Herranz, D. Antonio
del Olmo, D. Pedro Alcántara Serrá y D. Domingo Cuet, y también
del P. Manuel Pinto, Sacerdote en su Real Colegio de San Antonio Abad
de esta corte, y de D. Juan Rubio, Director de las Escuelas Reales,
sujetos todos, como los demás individuos del Colegio, de extremada y
conocida literatura en los vastos ramos del magisterio, y con quienes
trató el autor alguna vez sobre estos particulares, me propuse dar a
luz esta pequeña obra, que contiene el motivo de este
establecimiento, sus capítulos, método de las 80 lecciones de que
ha de constar, y el que se ha de llevar en el examen que se celebrará
al fin de él, ofreciendo, baxo las muchas esperiencias que tengo, de
que qualquiera podrá instruirse en dichos elementos en solos los
referidos 80 días, asistiendo al aula con aplicación, y observando
en un todo los preceptos que prescriben sus capítulos y lecciones,
como lo han conseguido varios en los dos últimos cursos que se han
tenido en mi casa. -Motivo de este establecimiento. -Método de las
80 lecciones (Analogía, Sintaxis, Ortografía). -Examen público.
-Nota.

158. Arte de escribir por reglas y con muestras, según
la doctrina de los mejores autores antiguos y modernos, extrangeros y
nacionales: acompañado de unos principios de Aritmética, Gramática
Y Ortografía castellana, Urbanidad. y varios sis temas para la
formación y enseñanza de los principales caracteres que se usan en
Europa. Compuesto por D. Torquato Torio de la Riva y Herrero…
Madrid MDCCLCVIII. 1 En la imprenta de la Viuda de Don Joaquin
Ibarra. Con las licencias necesarias.

Folio menor. -XXVIII +
418 págs. + 58 láminas grabadas por Asensio, Castro y Gangoiti + un
precioso retrato, grabado por Ametller, del Conde de Trastamara,
al cual va dedicado el libro.
Port. -Retrato del C. de
Trastamara. – Dedicatoria. -Priv. -Introd. -Lista alfabética de los
maestros, escritores y aficionados al arte caligráfico y de otros
nombres propios de personas citadas en el libro. -Tabla de los
capítulos y materias que contiene la obra. -Erratas.

El
Epítome de la Gramática castellana, que comprende desde la pág.
344 a la 386, está compuesto en forma dialogada entre maestro y
discípulo, y dividido en cuatro partes: Etimología (págs.
34.4-369), Sintaxis (366-371), Prosodia (371-372), Ortografía
(373-396).

1800.

159. Lecciones de Gramática
-Ortografía castellana, según y como la enseña en su Real estudio
D. Guillermo Antonio de Cristóbal y Xaramillo, individuo del Real
colegio académico de primera educación de esta corte, y director de
la escuela numeraria de la calle de Relatores de ella. Madrid: por D.
Gerónimo Ortega. 1800.

8.°-8 hs. prels. + 262 págs. + 8
finales. Anteport. -Port. – Ded. -Introd. -Advs. – Ind. – Texto, en
diálogo. -Notas.

1803.

160. ¿Hay en las lenguas
verbos realmente impersonales? Por José Miguel Alea.

Artículo
publicado en las Variedades de ciencias, literatura y artes. Tomo I,
páginas 238-243.

El autor, refiriéndose en todos sus
ejemplos al castellano, dice que la denominación de impersonales no
es exacta, debiendo llamarse a tales verbos verbos sin sujeto o
persona expresa. Por lo cual afirma que no hay ni puede haber en las
lenguas verbos realmente impersonales, y que en la expre-sión há un
año, el há, tercera persona de haber, no se toma en el sentido
auxiliar, sino como verbo de la segunda conjugación, equivalente a
tener.

1804.

161. Cartas sobre si hay ó no
verbos impersonales en castellano, por A. M. J, y José Miguel Alea.

Razones en sentido negativo expuestas en las Variedades de
ciencias, literatura y artes. Tomo II: Madrid, en la oficina de Don
Benito García y Compañía. 1804. -Páginas 373-376.

1818.

Elementos de gramática castellana, por D. Juan Manuel
Calleja. Bilbao, 1818.

El autor procuró aplicar a nuestra
lengua los principios de Destutt-Tracy y Sicard, escribiendo una
Gramática castellana conforme al sistema ideológico, por lo cual
trata algunos puntos con cierta obscuridad y anfibología, pues no
estamos aún, sin duda, muy acostumbrados al lenguaje metafísico en
achaques de gramática particular o arte para enseñar nuestra
lengua, antes nos atenemos siempre a la nomenclatura, divisiones y
subdivisiones de los gramáticos antiguos.

1819.

163.
Gramática de la lengua castellana dirijida
a las escuelas por el D. D. Josef Pablo Ballot presbítero. Quinta
impresión. Arreglada a la última ortografía de la Real Academia
Española,
y mejorada y añadida por el mismo autor. Con
Licencia: año 1819. Barcelona: En la oficina de Juan Francisco
Piferrer.

8.°-14 hs. prels. + 306 págs. + 3 hs.

Port.
– Ded. a D. Eustaquio de Azara, Obispo de Barcelona: … Ha mucho
tiempo que nos quejamos de que se enseña mal esta lengua (la
latina), pues salen muy pocos latinos; y el defecto está en que no
se entiende bien la propia. Por esta razón el célebre maestro
Antonio de Nebrija, cuyo nombre será inmortal y respetado de todas
las naciones, empezaba a enseñar a sus discípulos por el estudio de
la lengua materna; a cuyo fin imprimió una Gramática castellana,
que dedicó a la reina Doña Isabel. Siguieron el mismo camino los
maestros Pedro Simón Abril, Francisco Sánchez, Alfonso Torres,
Gonzalo Correas y Bartolomé Ximénez, con tan maravilloso fruto,
como lo acreditan las obras de Martín Azpilcueta, Luis de Granada,
Melchor Cano, Pedro Fuentidueñas y de otros insignes españoleada
aquel tiempo.

(No sabemos si el Brocense y Alfonso Torres
compondrían alguna Gramática castellana. A nuestra noticia ni a
nuestras manos no han llegado.)

Pról. -Nota. -Excelencia de
la lengua castellana. – Texto en preguntas y respuestas, pues el
libro está escrito para enseñar a los jóvenes. -Breve tratado del
discurso gramatical.
-Cartas de varios autores, como práctica de
la doctrina expuesta. – Hay varias cruzadas entre D. Pablo Torres y
el autor sobre ortografía castellana, en las cuales el primero se
muestra partidario de la ortografía fonética, y el segundo afirma
cuerdamente que hay que considerar en ella los tres principios:
pronunciación, uso constante y origen. – Indice. -Libros del autor.

El autor fué profesor de Retórica en el Seminario conciliar
de Barcelona y luego de Gramática castellana y latina, y dice en
esta edición de su libro que lleva catorce años de enseñanza
pública.

En la nota final anuncia estos libros suyos de
filología:
Lecciones de leer y escribir, ortografía y estatutos
de la escuela real del Hospicio de la ciudad de Barcelona.
Cartilla
metódica de la lengua castellana y latina.
Gramática primera y
única de la lengua castellana.
Gramática filosófica y razonada
de la lengua castellana. 5a impresión.
Compendio de esta
Gramática para la mayor facilidad de los niños.
Principios de
la lengua castellana con la correspondencia francesa para los
extrangeros.

1821.

164. Institut royal de Franca.
Rapport sur la Grammaire Espagnole De M. Chalumeau de Vernenil,
extrait du Journal des Savants. Mars 1821.

4.°-16 págs.

165. Gramática latina facilitada para el uso de
principiantes, con algunas advertencias para su enseñanza… por el
Doctor Don Manuel de Pombo. Madrid. 1821.

Aunque este libro
está escrito para la enseñanza de la lengua de Cicerón, contiene
las principales reglas de la Gramática castellana como introducción
o base del estudio de la latina, y muchos ejemplos convenientes para
el conocimiento de nuestro idioma y necesarios para el del Lacio.

D. Manuel de Pombo fué antiguo Ministro -Contador de la Casa
de Moneda de Bogotá, y a pesar de que su obra imprimióse en Madrid,
su autor la había escrito en Colombia muchos años antes de su
publicación. El Gobierno de aquella República declaró la Gramática
de Pombo, el año 1826, libro de texto para la enseñanza elemental
del latín en los establecimientos oficiales, y en el de 1872 los
Padres lazaristas, directores del Seminario de Popayan, alguno de los
cuales hubo visto en Roma un ejemplar de dicha obra, la adoptaron con
igual objeto que el Gobierno nacional, a cuyo efecto hicieron nueva
edición en la ciudad nombrada.

Esta Gramática ha sido
reimpresa dos veces: en Bogotá (Colombia), año de 1825 y en
Popayan, año de 1872.

1822.

166. Catecismo de
Gramática Castellana por José Joaquín de Mora, 1822.

Aunque
habla el autor en el prólogo contra la Gramática de la Academia, su
Catecismo no es más que un extracto de aquélla.

1825.

167. Elementos de la Gramática Universal aplicados a la
lengua española, por D. Lamberto Pelegrin, Marsella. En la imprenta
dAchard. calle de St Ferreól, n.° 64. 1825.

4.° menor. -IV
-263 Págs.

El autor de esta obra usa un método más bien
lógico que gramatical, y propone una nueva Ortografía castellana,
puramente fonética.

1826.
168. Gramática y Ortografía de la lengua castellana
para el uso de los niños de las escuelas de primeras letras del
Departamento del Cauca, por un amigo de la buena educación. Bogotá,
1826.

Es en el fondo un compendio de la Gramática de la
Academia, si bien su autor (D. Santiago Arroyo) muéstrase original e
ingenioso a veces, revelando al par una no vulgar cultura.

1827.

169. Verdaderos principios de la lengua castellana. Por J.
Borrás. Belfast, 1827. -12.°

1828.

170. Compendio
de Gramática castellana, por el Dr. D. Antonio Puigblanch.

No
llegó a imprimirse, que yo sepa, tal Compendio anunciado en el
prospecto de sus Observaciones sobre el origen y genio de la lengua
castellana, en donde se decía que había de publicarse antes que
éstas.

Al fin del segundo tomo de sus Opúsculos dice
Puigblanch: No se pone prospecto de la nueva Gramática castellana,
por razón de que en su Prólogo se indican las muchas mejoras que
lleva, radicales algunas de ellas, sobre cuantas Gramáticas de esta
lengua se han publicado hasta ahora; basta decir aquí que en ella se
presenta esta arte poco menos que creada de nuevo, y que varias de
sus observaciones y reglas pueden también servir para mejorar la
Gramática de las demás lenguas vivas, y en particular de las que
son de prosapia latina; debiendo el Autor el estado en que se halla
de poder contribuir de un modo eficaz a los adelantamientos de este
ramo del saber humano, al estudio que ha hecho durante muchos años
en la filosofía de los idiomas, y a su calidad de público profesor
que ha sido de Lenguas orientales, cuya teoría le ha sido de grande
uso, y a la práctica que también ha tenido de enseñar privadamente
la Lengua castellana.

Pero en los Opúsculos
gramático-satíricos hay tal abundancia de opiniones propias y de
reglas gramaticales, tal número de ideas críticas sobre las obras
de esta índole publicadas por otros autores, que nos creemos
obligados a exponer aquí algo de lo que en aquéllos consignó el
Dr. Puigblanch.

Habla éste de publicar una Historia de la
Gramática castellana, que precedería a la edición extensa de la
misma. Por lo mucho que urge, y antes que ésta, dice que su intento
era el de publicar un Compendio lo primero, -(Se pareció el Doctor
bastante a Gallardo en proyectar mucho y no realizar nada, en reunir
datos para obras que no llegó a escribir; y, sobre todo, ambos
pueden juntos ir por su mala lengua.)

Encarece la necesidad
de escribir una Gramática con principios filosóficos; y por serlo
tanto la del hebreo, dice que es muy necesario conocer esta lengua.

ANALOGÍA.

Verbos. -Los en ecer no hacen todos el
subjuntivo en ezca, como sin excepción lo preceptúan las
gramáticas. Ejemplo: mecer, sub. meza; empecer, sub. empeza y no
empezca.

Género. -Cuando van juntos dos nombres
sustantivos de distinto género y llevan adjetivo, concuerda éste
con el que expresa una idea muy principal respecto del otro.

Diminutivos. -Los en ete
son de origen provenzal o lemosino. Suelen los diminutivos significar
centro o extremidad, como cerebrum de *g, cabeza; nucleus de nucus,
nuez; digituli, la punta de los dedos; aurícula, la punta inferior
de la oreja humana. A la terminación en ó con acento agudo, que es
una de las diminutivas del lemosín, corresponde la nuestra en
on,
así: pichón, perdigón, artesón, ratón, cajón, tapón, escalón,
talón, alón, puñón, pelón, rabón, lechón, y hasta corazón.

SINTAXIS.

-El adverbio de tiempo debe ir por lo
general al principio de la oración o miembro de ella. (Ya yo no soi
D. Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano. (Part. II, cap. LXIV.)
-Ya yo tengo noticia de este libro, dijo D. Quijote. Ib. cap. LXII.)

-De. Es muy propenso nuestro idioma a suprimir esta
preposición y a equivocar su régimen, de la misma manera que el de
las otras preposiciones a y en.

-El gerundio de un verbo no
puede construirse con el verbo de donde procede, sino hablando de
tiempo futuro y no de presente.

-El verbo querer, a
diferencia del verbo desear, siendo determinante de infinitivo,
concuerda a veces con un supuesto de cosa inanimada.

-Cuando
el verbo lleva dos supuestos, se pone en singular y no en plural,
siempre que el primero es muy principal respecto del segundo.

171.
Compendio de la Gramática Castellana para el uso de las escuelas de
primeras, nuevamente correjida
y aumentada. Santiago (de Chile), 1828, imprenta de Ambrosy i Ca.

12° -92 págs.

1829.

172. Carta de D. I. L.
Villanueva al Señor Don Antonio Puigblanch. Londres, Carlos Wood é
hijo, 1829. 12°

173. Don Termópilo ó defensa del Prospecto
del Doctor Puigblanch. Por Perico de los Palotes. (D. Joaquín
Lorenzo Villanueva.) Londres, Cárlos Wood é hijo, 1829.

1830.

174. Gramática de la lengua castellana según ahora se
habla, ordenada por D. Vicente Salvá. París, Demonville, 1830.
8.°
mayor.
Segunda edición, notablemente corregida y aumentada.
Valencia, J. Ferrer de Orga, 1835.
8.° mayor.
Tercera
edición. Valencia, J. Ferrer de Orga, 1837.
8.° mayor.
Hay
ejemplares de esta edición que llevan en la portada el nombre de
París y la razón comercial de la casa Salvá, la cual hacía
aquellas impresiones en España. Cuarta edición, mucho más
aumentada que las anteriores. París, librería de D. Vicente Salvá,
1839.
8.° mayor.
Esta impresión se hizo en Valencia por
Ferrer de Orga.
Quinta edición, mucho más aumentada que las
anteriores. París, N. Fournier, 1840.
8.° mayor.
Sexta
edición, mucho más aumentada que las anteriores. París, Bureau,
1844.
8.° mayor.
Séptima edición, mucho más aumentada que
las anteriores. París, Bureau, 1846.
8.° mayor.
Octava
edición, publicada pocos meses después que la anterior. París,
Bureau, 1846.
8.° mayor.
Novena edición. Valencia y París,
1852. -Este mismo año se hizo en Bogotá (Colombia) una edición de
la Gramática de Salvá.

Esta novena edición de Europa la
hizo el hijo de Salvá; las sucesivas las han hecho los Sres. Garnier
hermanos, de París, sucesores de la librería del ilustre filólogo
español.

Otra edición novena ha aparecido en 1883.

Décima
edición. Gramática de la lengua castellana según ahora se habla,
ordenada por D. Vicente Salvá. Obra propuesta varias vezes para la
enseñanza por la Dirección general de instrucción pública de
Madrid, asignada como libro de texto en el último plan de estudios y
adoptada en los
colegios y universidades de España. Décima
edición con todas las mejoras de las anteriores. París, librería
de Garnier hermanos, 1883.

8.°-XI -471 págs.

Era
Salvá enemigo del sistema ideológico para escribir la Gramática
del idioma castellano, y, por consiguiente, de todo abuso de lenguaje
metafísico. Véase cómo explica este punto, y las demás novedades
que encierra su Gramática, así como las variaciones que introdujo
en las primeras ediciones, en los siguientes párrafos de la
introducción o prólogo, que lleva la impresión de 1849; la cual
fué el último que compuso Salvá y hoy se reproduce en todas las
ediciones que se hacen de su Gramática.

Se notará acaso que
yo he cuidado demasiado de emplear un lenguaje mui conocido, y que
recurro para ello a largos rodeos y a frecuentes repeticiones, de
modo que son mui contadas las vezes que he empleado las frasas de
complemento directo e indirecto, y aun esto después de explicada su
significación.

Nada parece a algunos más sencillo que hacer
de un golpe todas las mejoras imaginables en la Gramática y
escribirla de una manera enteramente filosófica. Así debiera ser
sin disputa, si mientras el sabio examina en pocas horas los diversos
sistemas de una ciencia y aun crea nuevas hipótesis, no costase
muchos años a la mayor parte de los hombres el adelantar un solo
paso. El análisis del lenguaje, de que tantas ventajas reporta la
metafísica, puede mui bien ser perjudicial aplicado a los elementos
para enseñar la gramática de una lengua. ¿Qué inconveniente
presenta a primera vista que sentado el principio de un significado
único para cada voz, miremos a la dicción que sólo como un
relativo, aun cuando parece hacer las vezes de conjunción? Las
frases Manda que no salgas, Ordenó que atacasen, son en realidad el
compendio de estas otras: No salgas, es la cosa que manda; Ataquen,
es la cosa que ordenó. Si un principiante infiriese de estos
ejemplos, como podía muy bien suceder, que le era permitido decir
Ordenó que ataquen, al modo que se dice Manda que no salgas, habría
perdido mucho en creer que puede emplear un tiempo que el uso
repugna, al paso que ningún mal resulta de que denomine al que, ya
relativo, ya conjunción, según los diversos oficios que desempeña.
No puede ponerse en duda la utilidad de hacer conocer insensiblemente
los fundamentos y el origen de ciertas locuciones; paro sea esto
valiéndonos de términos que no embrollen ni oscurezcan las materias
que nos proponemos aclarar. Los que pretenden que los jóvenes pueden
recibir toda doctrina de cualquier modo y en cualquiera dosis que se
les suministre, se olvidan de las muchas vigilias que les ha costado
desempeñar y poner en claro la de los autores que han leído. Y
ciertamente los hombres, que siendo maestros en facultad y estando
acostumbrados a desentrañar sus principios, emplean largos ratos de
meditación para penetrar los sistemas de los otros, no debieran
figurarse que el suyo, por nuevo que sea, logrará la prerrogativa de
ser comprendido con facilidad por cualquiera principiante.

Cuando
Francisco Sánchez, al notar de bárbaras las locuciones, Dico quod
credo quod, sciendum est quod, observa que el quod, reputado
conjunción en varios pasajes de los clásicos latinos, era la
terminación nuestra del qui quae quod, y que faltaba algo para la
elipsis; anunció una idea que todos pudieron entender más si
hubiese añadido que ut
tampoco era conjunción; que se escribía
uti
antiguamente, y que no era otra cosa que el *g, terminación neutra
del relativo griego, según lo explica Horne Tooke: pocos le hubieran
comprendido ni seria dado adivinar las ventajas que puede
sacar
de tal explicación el que empieza a aprender la lengua latina.

Con
igual paridad. después de saber el que se propone estudiar el
español, que las partículas indeclinables han sido primitivamente
otros tantos nombres con significación determinada; después de
haber investigado que los adjetivos no son nombres sino verbos, o,
por el contrario, que el verbo es un verdadero nombre, de cuya
composición con otros han resultado las terminaciones de la
conjugación; después de hallarse, en una palabra, rodeado de
confusión por chocar estas nuevas nociones con las que ha oído
desde la infancia y no le será fácil olvidar, ¿habrá adelantado
mucho para conocer el uso de los tiempos ni el empleo oportuno de
todas las partes del discurso, esto es, para hablar bien y
propiamente la lengua castellana? ¿Le facilitará al menos el camino
para conseguirlo poseer los conocimientos de todos los ideólogos que
han existido, y aun mayores si se quiere? ¿No habrá algunos de los
que miramos como modelos de lenguaje, que jamás hayan saludado la
moderna metafísica? ¿Se conocía, cuando brillaron los célebres
escritores, sin cuyo estudio siempre quedaría manco e imperfecto el
que se hiciera de nuestra lengua? No vacilaré en afirmar que la
lectura de una página de Iriarte, Clavijo, Moratín o Jovellanos, o
la de un solo capítulo de este ensayo mío, cuyas imperfecciones
reconozco, servirán infinitamente más para saber en qué consiste
la buena locución castellana, que la sublime doctrina contenida en
los muchos volúmenes de ideología y de gramática general, que de
un siglo acá se han publicado.

Tratemos siempre las artes y
las ciencias de un modo que las haga útiles al linaje humano, no
tomando la puntería sobrado alta, porque como dice el cómico
latino,
id arbitror
Apprime in vita esse utile, ut ne quid
nimis.

No olvidemos que hai unos límites prefijados a
nuestro entendimiento, como los tiene la ligereza de los ciervos y la
fuerza de los leones. Quizá por este motivo la tal cual perfección
de las cosas humanas precede tan de cerca a su decadencia.

El
estado de barbarie en que yacen Gre-cia y África, depósitos un
tiempo del saber, y el atraso en que Hernán Cortés encontró a los
mejicanos, olvidados enteramente de las artes que habían cultivado
sus mayores, prueban que tal es, por desgracia, la alternativa en que
están constituidas todas las cosas de este globo.
Puede ser que
el admirable descubrimiento de la imprenta lo estorbe; pero sin ella,
¿qué obstáculo se le ofrece al hombre pensador para que los cultos
europeos reemplacen dentro de mil años a los beduinos y a los
hotentotes? Sin salir de la materia que me ocupa en este libro ni de
nuestra casa,
¿no anunciaba el siglo de los Ávilas, de los
Mendozas y los Granadas y los Cervantes, que pronto los seguirían
Góngora, Quevedo, Paravicino, Gracián, Polo de Medina y la demás
comparsa de culteranos? Apenas habían renacido las buenas letras a
mitad del siglo último, y llegó la lengua a su madurez; en los
escritos de un Jovellanos, un Iriarte y un Muñoz, ¿no vimos ya
aparecer un Cienfuegos, que tantos imitadores ha tenido, y que aún
encuentra quien le excuse y le elogie? ¿Qué prueba todo esto sino
lo limitado de nuestra inteligencia, la detención con que debemos
desarraigar las preocupaciones, y la diferencia que ha de hacerse en
todos los ramos entre el hombre que posee profundamente una facultad.
y el común de los que la profesan? En todas hai verdades abstrusas,
una recóndita filosofía y un santuario, por valerme de este símil
de arcanos reservado al sabio que los profundiza, e impenetrable a la
generalidad de los alumnos que las cultivan; y esta parte elevada y
misteriosa de la Gramática, poco útil y acaso perjudicial a los que
deseen aprender un idioma, se halla precisamente en las profundas
investigaciones sobre el lenguaje. Llegan éstas a formar un género
de escolasticismo, como los cálculos mui sublimes e inaplicables a
ningún cómputo ni demostración usual lo son en las ciencias
matemáticas.

Para que se vea de un modo más palpable el
inconveniente que tiene la aplicación indiscreta de los principios
ideológicos, y el hacer más caso de ellos que de la lectura de los
autores clásicos para estudiar la lengua en que han escrito, no será
fuera del caso observar que Noboa, el cual no ha dejado de dedicarse
con alguna detención a la española, falta a sus cánones en la
práctica, propone locuciones viciosas, y comete desaciertos
increíbles, por quererlo deducir todo por la analogía. Leemos en la
pág. 21: El azúcar es dulce; tanto como lo sea (en vez de lo es o
puede serlo) la miel; pág. 55, te se (se te) espera; pág. 84, tú
puedes ver el caballo, y si te gusta le compras, en lugar de puedes
ver el caballo, y si te gusta le comprarás; pág. 91, se ve como
(que) todos los tiempos compuestos son pretéritos; pág. 136, yo voi
á ir, tú vas á ir, yo iba á ir (vulgaridades que deben censurarse
en una Gramática); pág. 188, te se (se te) quita; pág. 201, al
correo se (falta le) está
esperando; pág. 234, pregunta que qué
(este que qué es un desatino que no debe proponerse, aunque se halle
en nuestros buenos escritores); pág. 265, me se (se me) manda, te se
(se te) manda; pág. 292, a no (falta un ser) que produzcan, y pág.
511, gran (grande) obstáculo. En mi Gramática he desaprobado de
paso, y a veces citando los mismos ejemplos de Noboa, algunas
doctrinas suyas;
v. gr. en la pág. 151 lo de poderse usar el le
por el la, según él lo admite en la pág. 49; en la 162 lo que
sienta en las 78 y 82 sobre el participio pasivo; en la nota E su
clasificación de los verbos pronominales desde la pág. 65 hasta la
71; en las 182 y 183 lo de la terminación ra de la 88; en la 209 la
explicación que da en las págs. 119 y 198 sobre el supuesto que
puede suplirse a ciertos
verbos impersonales; en la 165 lo que
respecto de la fuerza del gerundio dice en la 121; en la 207 repruebo
que se diga haber que partir, habiendo que partir, que pone Noboa en
la 127, y en la 248 su error de las págs. 129 y 225 sobre la frase
deber de. En la 221 manifiesto que es indispensable el no
en el
ejemplo en que lo supone redundante Noboa al núm. 3: de la pág.
207; en la 325 diciendo de él respecto del hasta para de la pág.
229, y de la doctrina del aparte que empieza sin embargo en la 231;
en la 103 y 104 califico de contrarias a la buena sintaxis las
concordancias que él aprueba en las páginas 240 y 243; en la 149
rebato los dos apartes primeros de la 265, y para fin, en la 362, doi
a entender que nadie pronuncia hoi esacto como lo escribe
constantemente Noboa, y lo mismo puede afirmarse del astracto y
susistir que se hallan en las páginas 167 y 197, por un deseo de
suavizar la pronunciación que va mui poco acorde con el obscuro que
vemos en la pág. 211. Conviene además notar que no son idénticas
las locuciones Empeñarse en ir o en que vaya; Contentarse con verle
o con que se vea, que parece se dan por tales en la pág. 238, y que
no se asignará fácilmente el verbo de donde se ha sacado el
participio activo saliente de la página 77, ni se producirá
autoridad alguna del partiente de la 98. Pero donde resultan
singularmente los extravíos en que puede caer un ideologista, es en
las conjugaciones de los verbos anómalos andar, traer y conducir. En
cuanto al primero, nos asegura Noboa en la pág. 144 que no disuena
tampoco el pretérito andé, andaste, ni sus derivados andara,
andase, andare, etc. Algunos siglos atrás tendríamos que volver
para que no disonase el tal pretérito, ni los otros tiempos que de
él se forman. Del segundo dice el mismo, pág. 148, que no repugna
decir traí, traíste, etc. igualmente que los derivados trayera,
trayese, trayere, y lo mismo sus compuestos, v. gr. atraí, atraiste,
atrayera, atrayese, etc. Yo traí eso de la plaza, no lo ha oído de
fijo Noboa sino a algún gallego cuando vuelve de ella con la compra.
Cien veces me he restregado los ojos por si me presentaban en la pág.
157 lo que no hai en ella; pero siempre leo: No repugna (antes suena
mejor) conducí, conduciste, y sus
derivados conduciera,
conduciese, etc. Igualmente sus semejantes, inducí, induciste,
induciera, induciese, induciere, etc. Para casos tales es mui cómodo
el sistema de no querer comprobar las reglas con ejemplos
entresacados de los autores clásicos (página VII del prólogo),
porque trabajo le mandaba yo a Noboa de que citase alguno de un
escritor mediano en que se hallen tan garrafales desatinos.

He
aquí patente la necesidad de que los autores de Gramáticas se
persuadan, al escribirlas, de que no van a formar y plantear una
lengua a su sabor, sino a explicar de qué manera la hablan y
escriben los que respetamos como sus modelos. No es lo mismo trazar
una Gramática general, que escribir la de una lengua particular. El
ideólogo toma una especie de este idioma y otra de aquél, y
analizando el rumbo y progresos del discurso humanos, describe las
lenguas como cree que se han formado o que debieron formarse. Pero al
escritor de la Gramática de una lengua no le es permitido alterarla
en lo más mínimo: su encargo se limita a presentar bajo im sistema
ordenado todas sus facciones, esto es, su índole y giro, y la
Gramática que reúna más idiotismos y en mejor orden, debe ser la
preferida.

Al retratista nunca se le pide una belleza ideal,
sino que copie escrupulosamente su modelo. Cuantas más facciones
suyas traslade al lienzo, cuanto mejor retenga su colorido, y cuanto
la expresión de los ojos y de todo el semblante, la actitud del
cuerpo y el vestido mismo se acerquen más a la verdad. tanto más
perfecto será el retrato.

Los modismos constituyen un
carácter tan esencial de las lenguas como las mismas palabras.
Porque no sólo el que dice la empresa no tuvo suceso (buen éxito);
Vd, es demasiado honesto (atento), empleando estas dos voces en un
sentido que nosotros no conocemos, habla mal el español, sino que
haría lo propio el que dijese no soy que un torpe; todo anticuario
que era, donde las palabras son castellanas, aunque ordenadas según
el giro francés, o bien se apartase del régimen que ciertos verbos
piden, falta que cometen los que anuncian con mucha seriedad, que
pueden pasarse de una cosa, o que van a ocuparse de tal negocio. Por
esto, tanto el que escribe en una lengua, como su gramática, no
pueden desviarse del uso, el cual no es siempre filosófico, sino que
tiene mucho de caprichoso, cuando vemos que es corriente insepulto, y
que no lo es sepulto, y menos el verbo insepultar; que son castizos
inconsútil, inmaculado, insólito, insulto, invicto, posesionarse, y
que no lo son consútil, maculado, sólito, sulto, victo, posesionar;
que decimos batalla figurada y no fingida; piedra arenisca y no
arenosa; que está dicho con propiedad para mí es todo uno, me es
indiferente, mientras no lo estaría me es todo uno, para mí es
indiferente; que se habla con o por la nariz, y sólo por boca de
ganso; que heredar a uno quiere decir, ya ser un heredero, ya darle
heredades; y finalmente, que informar significa dar forma, al paso
que es informe lo que carece de ella: ¿podremos poner en duda el
grande influjo que tiene en escribir bien la observancia de la
propiedad con que se emplean y colocan todas las partes, aun las más
pequeñas, del discurso? Este uso no está sujeto a leyes: es hijo
del habla del vulgo; fórmale también el roze que nos proporcionan
con otros países el comercio, los nuevos descubrimientos y las
mismas guerras. Contribuyen a él igualmente, así el gusto que
domina entre los literatos, como las ciencias que suele cultivar con
especialidad cada una de las naciones. Por eso no debe extrañarse
que esté expuesto a continuas vicisitudes, si bien apoyadas siempre
en fondo nacional.

Este tipo forma la base de la lengua, como
la forman en nuestro traje la capa y la mantilla. Dense a la primera
todas las variaciones imaginables en las vueltas, esclavina y cuello:
por la capa y por el modo de embozarnos, somos distinguidos entre
todos los pueblos de Europa, así como la elegante mantilla,
cualesquiera que sean su tela y hechura, imprime a muchas mujeres la
gracia que con más singularidad las caracteriza.

Cuando
estas novedades varían notablemente la lengua, cosa que apenas puede
dejar de suceder a la vuelta de cien años, según observo al fin de
este libro en la nota B, se requiere una nueva gramática que las
explique. Esta reflexión, que me parece de una exactitud
incontestable, evidencia la falta en que han incurrido los
gramáticos, cuyos preceptos pueden aplicarse igualmente al modo de
hablar de D. Alonso el Sabio, que al de Granada, al de Soto Marne y
al de González Carvajal, no obstante que cada una de las épocas en
que han florecido estos cuatro escritores tiene una fisonomía
peculiar que la diversifica de las otras. Por no haber atendido a
esta distinción, nos mueve a risa Garcés con su empeño de
resucitar en el tratado del Fundamento del vigor y elegancia de la
lengua castellana, el giro rancio de fines del siglo XVI.

Esta
falta no es peculiar de los que han querido sujetar los caprichos de
una lengua hablada a las reglas sistemáticas de la ideología, sino
que han incurrido también en ella cuantos han escrito entre nosotros
algún ensayo sobre los sinónimos, y todos los extranjeros que yo he
leído acerca de esta materia. No parece sino que se les ha
autorizado para que corten y trinchen a su antojo, según el
magisterio con que señalan los límites de cada voz, sin ocurrirles
nunca si esos límites son los mismos que han guardado los correctos
hablistas de su nación. Por esta causa no he podido aprovechar
ningún artículo, ni aun de García de la Huerta, que es el más
atinado, en el Diccionario de sinónimos castellanos que estoy
formando años hace, y que desearía terminar en breve, porque éste
debe preceder, en mi sentir, al Diccionario general de la lengua.

El otro defecto que se echa de ver en todas las gramáticas
puramente castellanas, es lo poco que se detienen sus autores en
desentrañar las frases usuales, de que debieran hacer una exacta
anatomía, para señalar a cada una de sus partes el sitio que
reclaman el uso y el oído delicado de los que hablan bien la lengua.
Habituados a ella los que las compilan, y con la idea de que escriben
para sus compatriotas, pasan por alto muchas de las circunstancias
que constituyen el estado presente del idioma. Tampoco hubiera yo
reparado en algunas, si mi larga residencia en diversos países
extranjeros, la lectura de los libros que se han escrito para enseñar
la lengua castellana a los franceses, italianos e ingleses, y las
preguntas de las personas que la estudiaban, no me hubiesen hecho
advertir ciertos pormenores que se escapan fácilmente al que está
rodeado desde su infancia de los que conversan siempre en español.

Si mis lectores convienen conmigo en la verdad de las
observaciones que preceden, no extrañarán que con la afición de
toda mi vida a las buenas letras, y con el estudio de las lenguas
principales entre las muertas y las vivas, se me excitase, durante mi
prolongada permanencia (desde 1824 a 1830) en Inglaterra, el deseo da
llenar de algún modo el vacío de una Gramática de la actual lengua
castellana. El amor a las cosas patrias se aviva además mucho con la
distancia, y llega casi a delirio la predilección al propio idioma,
cuando se ve el hombre rodeado de los que no lo hablan..

Habiéndome
decidido a manifestar por medio de este corto trabajo, que no me son
indiferentes mi lengua ni mi patria, formé el primer bosquejo sin
auxilio de libros. La práctica de enseñar mis estudios me habían
proporcionado, no sólo una copia regular de noticias, sino aquella
especie de tacto, que se siente más bien que se explica, en los
conocimientos humanos; y así no era una
temeridad emprender esta
jornada sin lazarillo que me guiase. Ya que no debiera prometerme
llevar al cabo de esta manera la obra según la había concebido,
tenía la ventaja de no exponerme a copiar a ninguno de los que me
habían precedido, ni en el plan general ni en los pormenores. No se
hallará, en efecto, en mi libro un capítulo, ni una serie siquiera
de nombres o verbos, en que yo concuerde exactamente con los otros
gramáticos.

No quiero decir con esto que mi doctrina sea
original, pues no puedo menos de coincidir en muchos puntos con lo
que ellos establecen, y es indispensable que camine acorde con lo que
asienta la Academia en su última Ortografía, habiéndome propuesto
explicar su sistema, por ser el seguido generalmente en las mejores
ediciones. Creo, no obstante, haber simplificado mucho sus reglas, y
que en las de la acentuación he expuesto metódicamente los
principios, que es probable tuvo a la vista aquel Cuerpo al tratar de
esta materia.

Me parece por ahora peligroso introducir más
novedades en nuestra ortografía, y ojalá que cada treinta años se
den tantos pasos para significarla, como se han dado fructuosamente
desde el 1808. No se necesita gran saber para formar en un cuarto de
hora un sistema más sencillo y racional, que el trazado por Noboa en
el apéndice de su Gramática filosófica. El trabajo en tales
negocios no está en señalar lo mejor, sino lo que es hacedero; y a
millares, y aun millones de personas acostumbradas a una práctica no
se las separa de ella en un golpe y con una orden autoritativa, sino
con maña y dejando trascurrir dos o tres siglos. El mismo Noboa se
hallarla embarazadísimo para escribir, según su visionario sistema,
y, sin embargo, tiene por mui factible que se formen maestros de
repente y que los habitantes de ambos mundos que hablan el español,
escriban de un modo mui diverso del que observan en todos los libros
que andan impresos.

Me atreveré a asegurar a Noboa que sería
inútil su empeño y el de cualquiera que lo intentase; y como
especulador de estoy acostumbrado a consultar el gusto y
preocupaciones de los lectores, le aconsejaré no imprima libro
alguno con muchas y simultáneas novedades ortográficas, si quiere
que lo compren y lo lean.

He vivido seis años en la capital
de Inglaterra, y desde el 1830 trasladé mi establecimiento a la de
Francia, es decir, que he residido bastante tiempo en estas dos
grandes ciudades, que son miradas como el prototipo de los
adelantamientos diarios, para estudiar cuáles pueden hacerse en un
año, y cuáles no son obra sino del lento curso del tiempo…

En
los tres años que dejé reposar mi bosquejo antes de publicarlo, y
en los quince que después han trascurrido, he intercalado en sus
lugares cuantas observaciones me han parecido adecuadas de las que se
hallan en las demás gramáticas y en los escritos de Aldrete,
Mayans, Burriel, López de la
Huerta, Garcés, los dos Iriartes,
Jovellanos, Capmany, Marina, Vargas Ponce, Clemencin, Sicilia, Gómez
Hermosilla, Martínez de la Rosa, y, en fin, de los pocos que directa
o indirectamente han tratado de la propiedad o sintaxis castellana.
No obstante el cuidado que he puesto en reunir los materiales
diseminados en estos autores, me lisonjeo de que la mayor parte de
los que contiene el presente volumen, es fruto de mi larga meditación
sobre nuestros buenos escritores.

Deseando seguir el camino
común y trillado, mientras no se saquen grandes ventajas de su
abandono, he dividido mi obra en los cuatro tratados, que comprenden
de ordinario las Gramáticas, En el intitulado Analogía expongo,
ante todas cosas, las reglas para leer y pronunciar correctamente, y
en seguida trato de las partes de la oración, limitándome a poner
la declinación del nombre, sus géneros, las modificaciones que
sufre para pasar a comparativo, superlativo, aumentativo o
diminutivo, o en razón de ser derivado o compuesto; a la conjugación
de los verbos, así regulares como irregulares, y a dar una idea mui
en globo de las partículas indeclinables. Explicar el uso que ha de
hacerse de estas mismas partes, cómo han de colocarse en el
discurso, y las mutaciones que sufren según que van antepuestas o
pospuestas, es oficio propio y exclusivo de la Sintaxis; como también
el señalar las delicadas y casi imperceptibles diferencias que hai
en los diversos modos de decir. Para esto me he dilatado en el uso
general de las preposiciones y en la lista de las que rigen
particularmente algunos nombres, verbos y adverbios. Noto varios usos
que parecerán menos necesarios a los castellanos; pero que pueden
ser provechosos a los demás españoles, para evitar
losprovincialismos en que más de ordinario incurren. En la Sintaxis
he tratado también de los caracteres principales del lenguaje
castellano de nuestros días, haciéndolo resaltar con la
contraposición del que se usaba en el siglo XVI y con el de otras
naciones, porque con arreglo a las ideas que llevo expuestas en el
presente prólogo, debo mirar como incompleta aquella parte de la
gramática, si le falta este capítulo. Siguen en la parte tercera
las reglas de la Ortografía, y en la cuarta y última las de nuestra
Prosodia, con algunas nociones acerca del metro y de las
composiciones en verso.

He procurado no embarazar al
principiante, sobre todo en la Analogía, con un gran número de
reglas, y menos con largas excepciones; por lo que las he colocado
frecuentemente en notas al pié, a fin de que pueda leerlas una o dos
vezes, sin abrumar la memoria con una árida e inconexa lista de
nombres, tan costosa de aprender como fácil de olvidar. Otras notas
que le son de menos importancia, aunque la tienen para esclarecer los
fundamentos de mi sistema, se han reservado para el fin del libro.

Apoyado en los mismos principios de sencillez, y con el
objeto de que no aprendan los jóvenes sino lo que les sea
indispensable, o sobremanera útil, he omitido por entero la doctrina
que sobre Las figuras de dicción se nos enseña con tanto aparato en
las escuelas, contentándome con explicar algunas, o la cosa misma,
por incidencia. Poco importa que uno ignore qué es hipérbaton,
pleonasmo, etc. (palabras cuyo significado sólo se retiene con
facilidad sabiendo la lengua de que se han tomado), si al cabo conoce
cómo y por qué se emplea la trasposición o la redundancia de las
vozes.

Los principios que me han guiado en la formación de
estos elementos, justifican suficientemente su título de Gramática
de la lengua castellana según ahora se habla, y el que haya citado
casi siempre, para comprobación de sus reglas, ejemplos de los
autores que han florecido después de mediado el siglo último…

El primer borrador de este ensayo, que emprendí como cosa de
entretenimiento, quedó concluido a mediados de 1827; y lo hubiera
guardado inédito los nueve años por lo menos que aconseja el
preceptista más juicioso de la antigüedad. si no hubiese tenido que
sacarlo a luz en 1831, más bien para poner cotos al estado casi de
delirio en que me había constituido el empeño de perfeccionarlo,
que por estar satisfecho de mi trabajo. No pudiendo descansar ni
dormir por el cúmulo de especies que me ocurrían a cada paso,
resolví darlo a la prensa sin corregirlo ni limarlo más, para
recobrar la
tranquilidad que había perdido, y someterlo al
examen de los peritos, aguardando de ellos y del tiempo las muchas
enmiendas que podía recibir.
Ya se deja entender que no omitiría
ofrecerlo antes a la censura de los pocos españoles residentes a la
sazón en Londres, que eran en mi sentir juezes idóneos en la
materia, y con cuya complacencia podía yo contar para cometerles un
encargo tan fastidioso. Fué el primero mi paisano D. Joaquin Lorenzo
Villanueva, uno de los sujetos que más se han distinguido en
nuestros días por haber escrito correcta y fluidamente el
castellano. Me dispensaron después el favor de inspeccionar y
corregir mi manuscrito Don Pablo Mendíbil, D. Antonio Alcalá
Galiano y mi amigo D. Mateo Seoane.
Con el favorable voto de
estas cuatro personas, cuyos nombres son bien conocidos dentro y
fuera de la Península, me atreví a publicar este libro entre los
primeros que salieron de la librería que a fines de 1830 establecí
en París.
Tanto por ser la impresión extranjera, como por la
clase del Gobierno que existia entonces en España, circularon por
ella pocos ejemplares; y así puede afirmarse que la consumieron por
entero las nuevas Repúblicas hispano -americanas en el espacio de
tres años escasos, acogiéndola con un entusiasmo que sobrepujó
mucho mi esperanza.

Al verificar la reimpresión en 1834
aproveché los apuntes que mis propias observaciones me sugerían
diariamente, y los que pude sacar de los Rudimentos, compuestos por
Puig, y publicados de orden del Sr. Climent en Barcelona el año
1770; de los tratados gramaticales de Jovellanos que están mui lejos
de corresponder debidamente a la ilustración y delicado tacto de su
autor; de la Gramática elemental de D. Jacobo Saqueniza, nombre con
que disfrazó el suyo D. Joaquin Cabezas; de los tomos publicados
hasta entonces del Comentario de Don Quijote, por Clemencin, y de la
Nomenclatura geográfica de España, por Caballero. D. José Garriga,
que se sirvió comunicarme
algunos reparos sobre la primera
edición; D. José Gómez Hermosilla, que tuvo la bondad de revisarla
detenidamente y de responder a varias dudas que le propuse, y D.
Agustín Aicart, con quien corregí las pruebas de la segunda,
contribuyeron no poco a mejorarla. En ella abrazé, respecto de los
modos y tiempos del verbo, una senda mucho más ideológica y
sencilla que en la primera.

Con el continuo empeño que tenía
de ir completando mi trabajo, salió mui aumentado en la tercera
edición, que cuidé desde Madrid en 1837, consultando varias
dificultades con el mencionado Gómez Hermosilla. Sin embargo, por la
circunstancia de no hacerse a mi vista y por hallarme des-empeñando
el encargo con que por segunda vez me habían honrado mis
conciudadanos, no pude emplear todo el esmero que acostumbro en las
impresiones que se ejecutan bajo mi inspección.

En los
considerables aumentos que recibió la cuarta edición, ya manifesté
con cuánta especialidad había estudiado los Diccionarios que
existen de la lengua castellana, para ir preparando mis adiciones al
de la Academia, a las que ha llegado por fin su turno en la
reimpresión que estoi haciendo del que en el año próximo pasado ha
dado a luz aquel Cuerpo. Rectifiqué muchas reglas a consecuencia de
las observaciones que se sirvió comunicarme D. Juan Nicasio Gallego;
pero no adherí entonces algunas, ni me he decidido posteriormente a
adoptarlas, porque si bien abrazo con preferencia la opinión de los
demás, cuando estoi un poco vacilante en la mía, juzgo de mi deber
mantenerla, siempre que no me suscitan una duda fundada los
argumentos contrarios. Algo ha de concederse al criterio de quien
como yo está dedicado, muchos años hace, a desenmarañar las
cuestiones de la gramática castellana.

Tanto ahora como las
otras vezes que he reimpreso la mia, siempre que he variado de
dictamen o creido conveniente templar mi crítica, he dejado
subsistir el lugar del autor que citaba para que se note mejor mi
retractación o duda…

El trascurso de quince años me ha
dado lugar para examinar muchas cosas a mejor luz, y para oir o leer
las reflexiones de personas instruidas en la materia. Esta ha sido la
única causa de las notables novedades que he introducido
sucesivamente en mi gramática.

Señalé a su tiempo las
hechas en la quinta edición, de la que se agotaron en menos de
cuatro años sus seis mil y quinientos ejemplares, por haber
competido en apadrinarla los peninsulares y nuestros antiguos
hermanos de Ultramar. La Sociedad de Amigos del País de Valencia, no
contenta con nombrarme, sin haberlo yo solicitado, su socio di
mérito, ofreció anualmente premios a los jóvenes más adelantados
en la gramática con arreglo a los principios de la mía; el Gobierno
de Caracas mandó que sirviese de texto en todas las escuelas de
aquella República, y por mi Compendio se
estudia en las del Perú
y Chile. D. Antonio Benedeti publicó en la Nueva Granada una
Gramática española arreglada por el sistema productivo, y previno
en el prólogo que el título de El nuevo Salvá que le había dado
era una declaración auténtica de que estaba fundada principalmente
en los principios y observaciones de la mía. Y lo que principalmente
aprecio, por ser prueba excepcional a favor de mi trabajo, es que la
Dirección general de estudios de Madrid lo haya propuesto varias
vezes para la enseñanza pública, y que en el último plan de
estudios esté asignado como libro de texto, no habiendo mediado
nunca gestión mía, directa ni indirecta, para conseguir una
distinción tan honrosa. De ningún modo puedo corresponder a ello
mejor que redoblando mi zelo por limar
y perfeccionar una obra
cuya venta pudiera mirarse como asegurada aun cuando no se retocase.

El haberse consumido en menos de dos años los cuatro mil
ejemplares de la sexta edición, se debe probablemente a la futilidad
con que se impugnó mi doctrina y a la grosería con que se habló de
mí en los Principios de la lengua castellana, impresos en Madrid en
1841 a costa de la viuda de Calleja e Hijos. Esta ridícula diatriba,
escrita por quien no ha oído tal vez hablar de la propiedad de
nuestro idioma, sino los pocos meses que por caridad le acogí en mi
establecimiento el año de 1830, destinándole al trabajo material de
cotejar las pruebas de imprenta, no habrá dejado de servir, para los
pocos que la hayan recorrido, como de anuncio y recomendación de mi
libro; y si debiera agradecerse a los hombres el bien que resulta de
sus hechos contra su intención, no omitiría yo el manifestarme
reconocido a su autor y a la oscura criatura que le ha pagado.

En
los prólogos de las dos ediciones de 1844 y 46 señalé los
principales retoques que hice en cada una, ya corrigiendo varias
equivocaciones, ya rehaciendo páginas enteras; pero habiendo mediado
tan poco tiempo desde la última, no debe extrañarse que me limite
ahora simplemente a reproducirla, sobre todo cuando no me da lugar
para reverla
la instancia con que se pide de todas partes para la enseñanza de
las universidades, colegios y escuelas particulares.

Ni en
las dos ediciones anteriores ni en la presente he querido descender a
analizar los Principios poco há mencionados, hacien-do ver lo
destornillado del plan de la obra, los galicismos y demás faltas de
lenguaje en que hierve y lo infundado de sus ataques contra la mía.
Ni se acordaría semejante polémica con mi propósito de no
responder a las críticas que se me dirijan, bien que
aprovechando
las advertencias útiles que cualquiera me haga, ni seria cordura
entablarla con quien carece de los conocimientos necesarios para
entenderla. Con todo, cuando me ha venido a la mano, como en las
págs. 133 y 148, he puesto en claro algunos de sus muchos
desaciertos…

1830.

175. Elementos de la Gramática
latina, redactados para la juventud que se educa en el Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá. Bogotá, 1830.

El
autor de este libro, el virtuoso sacerdote y Dr. D. Juan Fernández
de Sotomayor y Picón, Rector del citado Colegio el año en que
publicó su obra, nació en Cartagena de Indias, de cuya ciudad fué
Obispo años después del 30.
El latín se enseña en estos
Elementos a la vez que los principios gramaticales de nuestra lengua.

176. Cuatro palmetazos bien plantados por el Dómine Lúcas a
los Gazeteros de Bayona, por otros tantos puntos garrafales que se
les han soltado contra el buen uso y reglas de la Lengua y Gramática
Castellana, en su famosa Crítica de la Historia de la Literatura
Española, que dan a luz los Señores Gómez de la Cortina y Hugalde
-Mollinedo… Cádiz, 1830. Con licencia, en la imprenta de D.
Estevan Picardo, plazuela del Palillero.
4.°-29 págs. la Port.
inclusive + 2 de citas y remisiones + 2 de Apénd. + 8 págs. con
foliación completa y este epígrafe en la 1: Cuestión logosófica:
¿Cuál es el mas adecuado oficio de los casos oblicuos le, la, lo,
los, las, les, (ge se) del Pronombre el ella ello?- Sign. 1 -4.

Bajo el pseudónimo del Dómine Lucas se oculta D. Bartolomé
José Gallardo, quien mueve, en esta ocasión, su virulenta pluma
contra D. Félix José Reynoso, tratando del uso más acertado de la
conjunción que.

1832.

177. Gramática castellana. Artículo crítico
sobre la de la Academia Española, por D. Andrés Bello, publicado en
el Araucano, año de 1832, y reimpreso en el vol. V (págs. 457-465)
de las Obras completas de D. Andrés Bello; edición hecha bajo la
dirección del Consejo de Instrucción pública, en cumplimiento de
la lei de 5 de Setiembre de 1872. Santiago de Chile. Impreso por
Pedro G. Ramírez. 1884.

Este tomo V de las Obras completas
de Bello, ha sido reimpreso en dos volúmenes en la Colección de
escritores castellanos (86 y 89): Madrid, imprenta y fundición de
Manuel Tello, años de 1890 y 1891.
El artículo de Bello, a que
nos hemos referido, está en el tomo 89, págs. 325-338.

178.
Lecciones de Gramática castellana, redactadas por don J. Herrera
Dávila i don A. Alvear. (Reimpresión chilena.) Santiago (de Chile),
imprenta de la Independencia, 1832.
8.°-164 págs.
Otra
edición: Santiago (de Chile), imprenta de la Independencia, 1835.

8.°-132 págs.
Otra edición: Con variaciones i adiciones
por el profesor del ramo en el Liceo de la Serena. Serena (Chile).
Imprenta del Colegio, 1845.
4.°-176 págs.
Otra edición:
Quinta, Santiago (de Chile), imprenta de la Independencia, 1845.

8.°-132 págs.

1835.

179. De la proposizion,
sus complementos i ortografía. Obra escrita por el
Lizenziado
i lector jubilado en Teología, canónigo supernumerario Don
Francisco Puente. Santiago (de Chile). Imprenta del Mercurio, 1835.

8.°-43 págs.

1836.

180. Juicio de los opúsculos
gramático -satíricos de D. Antonio Puigblanch, por D. Joaquín
Lorenzo Villanueva. Dublin, Guillermo Powel, 1836.

1838.

181. Compendio de la Gramática castellana de D. Vicente
Salvá, arreglado por el mismo para el uso de las escuelas. París,
Moessard. 1838.
8.°

-Segunda edición. Con un apéndice mui útil
para los niños de la provincia de Valencia. Valencia, J. Ferrer de
Orga, 1838.

-Tercera edición. (Según la primera.) Paris, H.
Fournier y Cia, 1844. 8°
Hay ejemplares de esta edición que
aparecen impresos en Valencia, casa de Mallén.

1839.

182.
Nueva Gramática de la Lengua Castellana según los principios de la
filosofía gramatical, con un apéndice sobre el arreglo de la
Ortografía, por el Br. D. A. M. de Noboa. Madrid: imprenta de D.
Eusebio Aguado, 1839.

8.°-VIII -332 págs. + 4 de índ.

Merece el autor de este libro bien de las letras por las
causas que le movieron a escribirlo, y por su ilustración y buen
ingenio. Anheloso de que las Gramáticas rutinarias; basadas en un
fiel servilismo de las latinas, fuesen desterradas y de que se
compusieran esta clase de obras lo mismo con la observación de la
estructura material de la lengua, que con un espíritu filosófico
escudriñador de los principios en que la calidad y escritura de las
palabras y la composición de las mismas debe fundarse, escribió
Noboa su tratado, en el cual muéstrase como gran innovador,
principalmente en lo que dice relación a la ortografía, de la que
trataremos en su lugar.

La Gramática (escribe el autor)
tiene que considerar las palabras en cuanto a su significado i en
cuanto a su formación. -Considerándolas en su significado se divide
en dos partes, la una que trata del significado que cada palabra
tiene por si, i la otra del que tienen unidas formando la oración:
considerándolas también en su formación se divide también en dos
partes, una que trata de la formación de los signos pronunciados i
otra de la formación de los signos escritos. -De aquí resulta la
división que naturalmente se hace de la Gramática en cuatro partes,
llamadas Análisis, Sintaxis, Pronunciación i Ortografía.

Por
lo que a la Analogía, o Análisis como dice Noboa, se refiere, es de
advertir que en la clasificación de las palabras se cuentan, entre
los artículos, todos los pronombres, menos los personales; así que
se clasifican en artículos comunes o especificativos: el, la, los,
las, lo, y en artículos individuativos,
subdivididos en numerales, posesivos y demostrativos. Posesivos: mi,
mis, tu, tus, su, sus, nuestro, nuestros, vuestros, vuestras.
Demostrativos: este, ese, aquel, con sus correspondientes géneros y
números. Hablase también de artículos conjuntivos: que, quien,
cual, cuyo, cuya, entre los cuales se usan como artículos
interrogativos y admirativos: que, cual, quien. Síguense en esto los
principios y la clasificación que estableció D. José Gómez
Hermosilla en el art. 2: del capítulo I de sus Principios de
Gramática general.

Define Noboa el verbo: La parte de la
oración que declara o afirma que nosotros percibimos que los seres
existen i obran de cierto modo. O la parte de la oración que sirve
para declarar que nosotros percibimos las cosas como simplemente
existentes o como operantes de un modo particular. En la
división
de este tratado también ofrece el autor alguna novedad. clasificando
más ampliamente esta parte de la oración. Por su naturaleza o
significación (escribe) puede dividirse el verbo en transitivo,
intransitivo, sustantivo, auxiliar e impersonal; pero todos estos
pueden ser, además, pronominales… Para que el verbo sea
pronominal, ha de ser precisamente el pronombre objeto sin
preposición de la misma persona que el sujeto, i ademas ha de ser
pleonástico.

Los verbos pronominales pueden ser fijos, esto
es, que nunca se usan sino acompañados del pronombre, como amañarse;
i variables, esto es, que unas veces se usan como pronominales i
otras no, como estar o estarse.

Verbos con pronombre
pleonástico indirecto: comerse un pan.

Verbos con pronombre
pleonástico directo:
a). Pronominales fijos: arrepentirse.
b).
Pronominales variables: morirse.

Verbos pronominales inversos
o pasivos: quemarse.

El autor pone empeño en el estudio de
estos verbos genéricos (en el sentido clasificativo), que
ciertamente por la abundancia que de ellos existe en castellano,
merecen una atención que no les habían consagrado anteriores
gramáticos, por buscar modelos exclusivos a sus obras en los
tratados latinos, cuyo idioma carece de tales verbos.

En la
Sintaxis entiende Noboa que son cosas diversas la construcción y la
colocación de las palabras, supuesto que por construcción
naturalmente se significa la formación o composición de un todo que
consta de diversas partes o principios, y por colocación uno de
estos principios o condiciones que, juntamente con los otros dos, el
régimen, la concordancia, concurren a formar el discurso claro,
expresivo y harmonioso. Por esto se explica la división en cuatro
tratados de esta parte de la Gramática de Noboa. Ocúpase de los
elementos de las oraciones en el primero, y las distribuye en clases,
según la naturaleza del verbo o verbos y según su forma; pero
muchas veces no define ni explica con exactitud la naturaleza de
aquéllos, como por ejemplo, al hablar de las oraciones inversas,
cuando el sujeto pasivo es de persona, en las cuales el verbo no
concierta ni en el número ni en la persona, con el que debe de ser
el sujeto, ni éste se presenta en forma de tal, sino en la de
objeto, por lo cual muchos han colocado, con razón, estas oraciones
entre las impersonales.

En la parte de la colocación, en
donde la claridad y sencillez es la norma, se trata primero de la
colocación directa o inversa en general y se particulariza luego a
cada elemento de la oración. De su brevedad hace mal en excusarse el
autor, así como también de no haberse extendido a la colocación de
los períodos; pues, además de que esta materia es inagotable,
hubiera traspasado entonces los límites de la Gramática para entrar
en el dominio de la Retórica y de la Elocuencia muchas veces, cuya
es en principio esta materia, por más que haya procurado Noboa
ajustaría en lo posible al carácter de su obra.

En resumen,
la obra de que nos ocupamos, por el sistema filosófico con que está
escrita (no ciertamente aceptable, a nuestro juicio, para las
Gramáticas destinadas a la enseñanza de una lengua viva) es digna
de particular estudio. Hay que exceptuar, sin embargo, la parte que
trata de la ortografía, en la cual, formando el autor en la misma
hueste en donde se hallan, entre otros muchos, el gran revolucionario
en la materia Gonzalo Correas, y en nuestros días Cubí, Baliente,
Gallardo y Saabedra y cien más, échase a inventar nuevos signos o
letras correspondientes a cada uno de los sonidos simples de la
lengua castellana, manifestando ser Noboa además ciego partidario
del
fonetismo, con exclusión absoluta del origen y del uso,
cuyos principios ortográficos desecha. De aquí que, con razón,
calificara este sistema de visionario D. Vicente Salvá, en el
prólogo que puso a su Gramática, edición de 1849.

183-184.
Ueber der Ursprung des Futurs und Condicionale im Spanischen und
Portugiesischen. Von E. Wiens. Münster, 1839.
1841.

185.
Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana,
por A. B. (Andrés Bello). Valparaíso, M. Rivadeneyra, 1841.
4.°-57
págs.

Dedúcese que el autor escribió en Caracas este
original y profundo tratado filosófico, por las siguientes palabras
del prólogo: Seguro de que la experiencia que voy a dar de una parte
no menos difícil que interesante del lenguaje descansa sobre bases
ciertas, me he determinado a sacar esta obrilla de la oscuridad en
que hace más de treinta años que la he tenido sepultada.

Otras
ediciones. -Con notas por Juan V. González, para uso del Colegio de
El Salvador del mundo. Caracas: Corser, 1870. -8.°, 62 págs.

-Bogotá, imprenta de Echevarría hermanos, 1871.
-En los
Anales de la Universidad de Colombia, núms. 28 y 29,
correspondientes a los meses de Abril y Mayo de 1871.
-Madrid,
establecimiento tipográfico de los Sucesores de Rivadeneyra, 1883.
-8,°, 136 págs.
-Págs. 231 a 302 de los Opúsculos
gramaticales, tomo V de la colección completa de las obras de Bello,
publicada por el Gobierno Nacional de Chile. Santiago de Chile,
impreso por Pedro G. Ramírez, 1884.
-Págs. 1-98 del tomo 89 de
la Colección de escritores castellanos. Obras completas de D. Andrés
Bello. Opúsculos gramaticales. II. Madrid, imprenta y fundición de
M. Tello, Don Evaristo, 8. 1891. -8.°

La lectura que, por
casualidad. hizo el año de 1810 D. Andrés Bello del tratado de
Condillac sobre el verbo, promovióle afición a estudiar esta
materia y le decidió a escribir su Análisis ideológica de los
tiempos de la conjugación castellana, proponiendo en él una nueva
teoría para explicar, mediante ella y por modo más racional que
Condillac en su libro, el uso de las formas verbales.
D. Andrés
Bello en esta obra (dice su biógrafo el Sr. D. Miguel Luis
Amunátegui) ha aplicado la análisis a un punto obscuro e
intrincado, y después de haber investigado con mucha paciencia y
perspicacia la ilación metafísica del significado de los tiempos e
inflexiones verbales, ha sustituido al antiguo desorden un sistema de
leyes generales que no están sujetas a excepciones, y que son
susceptibles aun de expresarse por fórmulas algebraicas. La unidad y
la harmonía de la teoría propuesta son los argumentos más fuertes
que pueden alegarse en favor de su verdad. El autor tiene así la
gloria de haber alcanzado lo que no consiguieron Condillac, Beauzée
y otros eminentes filósofos.

No creemos ocioso (porque tal
vez haya llegado a conocimiento de muy pocos) copiar a continuación
el juicio que, sobre la obra de Bello que nos ocupa, escribió y
publicó en la Revista de España, de las Indias y del extranjero, el
Sr. D. Buenaventura Carlos Aribau:

Filolojía. Análisis
ideolójica de los tiempos de la conjugación castellana, por D.
Andrés Bello. -Al discurrir sobre las varias consecuencias de
aquella lamentable fatalidad, que ha separado de la comunión
española las vastas regiones que en el continente americano formaban
parte, más bien que apéndice de esta gigantesca monarquía, nos ha
sobrecogido cierto temor de que la lengua castellana, que, después
de la luz del Evangelio, fué en aquellos pueblos el agente más
poderoso de civilización, sufriese notable detrimento, hasta llegar
a corromperse y a perder sus magníficas formas primitivas. Y no era
éste un sentimiento de estéril orgullo nacional y preocupación
literaria, porque bien se nos alcanza cuánto puede la unidad del
lenguaje contribuir a la conservación, facilidad y fomento de otras
relaciones de más positiva e inmediata ventaja que han de compensar
la pérdida sufrida. Veíamos venir el daño, no de la confusión de
las lenguas habladas por los indígenas (pues no dio la Providencia
tal poder a la rusticidad sobre la cultura), sino del roce y
comunicación continua con las naciones extrañas, que, validas de
nuestra ausencia y descuido, acudían a monopolizar aquellos
mercados, y a influir tanto en su política como en sus costumbres.

Pero después que nuestro pabellón ha sido saludado con
entusiasmo, y que, sueltos los vínculos de la dependencia, se han
anulado los de la amistad. hemos visto que el mal no era tan grande
como habíamos recelado, y que en la mayor parte de aquellas nuevas
repúblicas se ha cultivado el idioma con el estudio de los buenos
autores, y aun con el ejercicio de algunas plumas, que no nos
desdeñaríamos de contar entre las nuestras. Más copiosos hubieran
sido probablemente los frutos de los buenos ingenios americanos, si
las intestinas discordias que han destrozado al país no hubiesen
distraído por otros caminos la actividad de los espíritus,
contrariando el progreso de unas artes que sólo medran y florecen a
la sombra de la paz y de la seguridad; observación que se confirma
con el ejemplo de la república de Chile, que, defendida por los
peligros del paso de Magallanes, por las olas del Pacífico y por la
protectora fragosidad de los Andes, ha podido librarse de la
rivalidad de sus vecinos, al paso que la cordura poco común de los
promovedores de su emancipación, ha logrado conjurar las
perturbaciones que en semejantes crisis suelen atajar el progreso de
los pueblos.

Allí, bien quisto de todas las clases, honrado
a cada paso por la confianza del Gobierno, escuchado con respeto por
la juventud. cuyos estudios solícitamente promueve, se da a conocer
por sus escritos Don Andrés Bello, autor del opúsculo de que vamos
a hablar. Natural de Caracas, pasó en Inglaterra una buena parte de
su juventud. hasta que fué llamado a su patria adoptiva, que le
respeta como uno de sus mejores ciudadanos. Dotado de gran fuerza de
observación, se propuso llevar hasta sus últimos elementos el
análisis del verbo, de esta palabra por excelencia, la cual,
singularmente en la lengua castellana, ofrece tanta multitud.
variedad y delicadeza de formas, accidentes y matices, que en cada
inflexión suya, y aun en el orden de su colocación, se von
expresados como en abreviatura numerosos conceptos. Treinta años
dejó dormir su primer borrador; y al cabo de ellos, decidióse a
publicarlo, después de madurar la idea por medio de diarias
comparaciones con lo que oía y leía.

El significado de los
tiempos en el verbo castellano, merecía esta profunda investigación,
y la necesitaba. Los tratados gramaticales de uso más común dan
sobre esta materia ideas equivocadas, y los más perfeccionados las
dan incompletas. Nuestro Don Gregorio Garcés, que, con inmensa
erudición y mediana filosofía, escribió en Ferrara, a fines del
siglo pasado, su Fundamento del vigor y elegancia de la Lengua
castellana, omitió, en la conjugación de los verbos, aquellos
trabajos generales y abstractos con que ilustró la teoría del
nombre; y lo que en la propia cuna y asiento de nuestra lengua apenas
ha llamado la atención de los hablistas, ha sido objeto de
meditación y estudio en uno de los más remotos países de los
antiguos dominios españoles inmortalizado por
el canto de D.
Alonso de Ercilla.

No es nuevo en la historia de las lenguas
este fenómeno que, aunque sorprende a primera vista, puede ser
plausiblemente explicado. Lope de Vega decía de los dos hermanos
Argensola que parece que vinieron de Aragón a reformar en nuestros
poetas la lengua castellana; y en nuestros tiempos
hemos conocido
a dos esclarecidos catalanes, D. Antonio Capmany y D. Antonio
Puigblanch, que a nadie cedieron en el profundo conocimiento de un
idioma que no habían mamado con la leche materna.

El punto
de vista bajo el cual el Sr. Bello considera el oficio que desempeña
el verbo en la oración es enteramente nuevo, y resuelve una porción
de cuestiones hasta ahora pendientes ú oscuramente determinadas. De
su definición deduce consecuencias, alguna de las cuales (sea dicho
con la modestia y respeto que el autor nos inspira) no nos parecen
necesariamente ajustadas a la idea matriz que intenta explicar; tal
es, por ejemplo, la de que el infinitivo no es en su opinión
verdadero verbo, cuando en la nuestra constituye un modo de él,
defectivo si se quiere, análogo a otras partes de la oración con
las cuales se confunde, dotado de circunstancias peculiares y
características que le distinguen de los demás modos, pero
revestido de todas aquéllas que necesita para expresar el atributo
de una proposición subalterna. Tampoco adoptamos en toda su latitud
la división que establece de los modos, clasificándolos en
indicativo, subjuntivo común, subjuntivo hipotético y optativo.
Pero no es nuestro ánimo consagrar el presente artículo a un examen
de la obra, que precisamente habría de ser minucioso y poco
acomodado a la naturaleza de nuestra publicación, sino excitar el
interés de los aficionados a tales materias hacia un adelantamiento
que, tal consideramos, ha logrado el arte con la discusión de un
punto tan importante como poco explorado.

Donde
principalmente luce y campea el exacto juicio y sagacidad del autor,
es en el uso de los tiempos, objeto principal de su escrito. Las
relaciones de coexistencia, de anterioridad y de posterioridad en sus
diversos grados, forman la base natural de una exposición que nada
deja que desear por lo luminosa, y puede desde luego copiarse en toda
Gramática castellana con la seguridad de dejar satisfecha cualquiera
duda de parte del discípulo. La nomenclatura es tan sencilla, como
clara la idea de las diferencias.

Pero toda explicación
seria incompleta si prescindiese el autor de aquellas locuciones en
que, para dar o quitar energía a la frase, se trastruecan los
tiempos de los verbos, sustituyéndose los unos a los otros. Esta
parte del tratado, que tiene por título Valores metafóricos de las
formas verbales, está
llena de finísimas observaciones, que
descubren otros tantos recursos peculiares de una lengua
admirablemente flexible para los que saben manejarla con gusto e
inteligencia.

Todas las proposiciones que se sientan vienen
confirmadas con ejemplos bien escogidos de los autores castellanos
más ilustres y acreditados: Cervantes, Calderón, Lope de Vega,
Coloma, el P. Isla, Moratín y otros, en lo cual da muestras el Sr.
Bello, no sólo de su espíritu eminentemente analizador, sino
también de su varia y bien digerida lectura…

186. El Nuevo
Salvá o Gramática Española… por Don Antonio Benedeti. New-York,
1841.

Escribió Benedeti su obra en Cartagena de Indias y
empleó en ella el sistema o método denominado productivo, que el
norteamericano R. C. Smith había adoptado en su Gramática inglesa y
en el cual tienen preferente puesto los ejercicios prácticos. Esta
es la parte más notable e importante en la obra del distinguido
maestro colombiano.

Por el título parece que su autor se
atuvo exclusivamente a las doctrinas de Salvá; mas no fué así,
pues hay en este libro algunas propias del autor y otras de las
antiguas de la Academia Española.

Como el Nuevo Salvá se
publicó cuando acababan de llegar a América los libros de aquel
ilustre filólogo español y eran aceptados por textos de las
escuelas; como el tratado extenso y el compendio tenían ciertos
defectos externos o de forma apercibidos en la enseñanza en las
aulas; y finalmente, como no se aceptaron íntegras las nuevas
doctrinas desenvueltas en aquellos libros, pensaron varios maestros
americanos en compendiarlos y reformarlos. De aquí la oportunidad de
la publicación del libro de Benedeti y la extraordinaria boga de que
gozó, sirviendo de texto a casi todos los establecimientos de
enseñanza de los Estados de Colombia.

Este filólogo
americano varió más tarde de doctrinas gramaticales en cuanto al
castellano.
De este mismo autor son también una Gramática
francesa, reducida a un curso de veinte y dos lecciones, seguidas de
sus respectivos temas, destinada al uso de la juventud granadina
(Cartagena, 1837), y un Nuevo curso práctico, analítico, teórico y
sintético de la lengua francesa, según el método Robertson
(Cartagena, 1846).

187. Principios de la lengua castellana o
prueba contra todos los que asienta D. Vicente Salvá en su
Gramática. Segunda edición notablemente aumentada, y mejorado el
plan de enseñanza. Por Don
Pedro Martínez López. Madrid:
Librería de la Señora Viuda de Calleja e hijos, Calle de Carretas.

(A la vuelta de la anteportada:) Imprenta de A. R. Calleja: 1841.

8.° may. -XI.IV + 251 págs. + LVI. Anteport. -Port. -Al
público. -Al Maestro. – Texto. – Ind. -Notas. -Erratas.

Esta
Gramática, escrita por el método filosófico y que ha ejercido una
influencia muy grande en América, donde ha compartido con la de
Salvá y la de la Academia la influencia y predominio ejercidos por
éstas en los estudios filológicos, y, sobre todo, en la enseñanza,
es principalmente, según que el título lo dice, una violenta y
procaz refutación de la Gramática de Salvá y una serie de ataques
personales a este distinguido librero y literato. El Sr. Martínez
López demuestra gran conocimiento de la lengua castellana. Del
método por él propuesto y ardientemente defendido, nos darán razón
los siguientes párrafos del prólogo al lector:

… De todos
los sistemas, el más malo, el más impropio, el más dañoso a la
enseñanza es aquél que asienta los preceptos por medio de preguntas
y respuestas entre el discípulo y el maestro.
¿Qué se pretende
conseguir por tal medio?…
… Que el discípulo aprenda de
memoria una retahíla de frases o de períodos, de ordinario sin
verdadero, o cuando menos, inexacto significado. La memoria es una
cosa, y otra el entendimiento: aquélla recoge hoy para perder
mañana; éste busca, halla y guarda. De un niño, de un hombre que
me reciten de memoria todo cuanto contiene el Diccionario, diré que
tienen una memoria feliz; pero de aquí al entendimiento la distancia
es inmensa. También los Papagayos charlan… ¿Es charlar, analizar?
Y ¿no vale más aprender el análisis que el charlatanismo del que
analiza o explica aquel análisis?
Los frutos del entendimiento
son constantes: jamás se olvidan ni se pierden, porque sabe formar
una memoria muy distinta de la que buscamos en los principiantes por
medio de la palmeta, de las disciplinas o del encierro, recursos cuyo
origen es tan odioso, cuanto opuesto al verdadero régimen de la
enseñanza. De aquí nace una memoria violenta, que retiene mientras
la amenaza guarda el miedo, y éste perdido, el afán de aquélla no
tarda en morir para nunca resucitar.

Un niño, me dirán, no
tiene harta dosis de razón para buscar lo de los objetos que le
ponemos a la vista.
Pues llévesele en busca de esa razón por
medios sencillos y claros, no para recargar su memoria, sino para
formar e ilustrar poco a poco su entendimiento,
Supongamos a un
niño en el estudio de la Lexigrafía, donde se le enseña la forma
de las palabras, al paso que el nombre gramatical de cada una de
ellas. Recita desde la primera línea hasta la última el contenido
de esta parte tan bien como el Padre nuestro (permítasenos esta
vulgar comparación).
¿Estará ya instruido en lo concerniente a
esta parte? Nada de eso; es como los malos comediantes: oye, pero no
siente; habla, pero su entendimiento permanece mudo, y si bien
acierta a repetir que substantivo es un ente de substancia real o
ficticia, como haya quien le pregunte por la significación de real o
ficticia, ya se para, se pierde y vuelve a entrar en el caos en que
yacía antes de comenzar a llenar su memoria con un millar de
renglones que el maestro pudo muy bien necesitar para enseñar, pero
que el discípulo puede también reducir a cincuenta para comprender.

Si esto es verdad. creemos que el mejor método para la
enseñanza de una ciencia es aquél que da a conocer las leyes
distinta y separadamente. Si en el tratado no pueden existir todas
cuantas explicaciones fueren de desear, al profesor toca el
explicarlas sucesivamente, facilitando a sus discípulos el modo de
llenar la tarea por sí propios; y es tan sencillo esto, cuanto que
basta la no-ción general de la palabra, o parte sujeta a examen,
para ir en busca de sus semejantes. Ejemplo:

Aprende el niño
que sustantivo es todo aquello que explica substancia; en fin, un ser
existente en la naturaleza o en nuestra imaginación, y ve, en
corroboración de ésta o semejante doctrina, los nombres Hombre,
Gallo, Fuerza, Hermosura, etc.

No se le pasa a otra lección;
hágansele escribir cada día ciento, doscientos nombres que él
mismo ha de inventar y dar por tales sustantivos, corrigiéndole
después aquéllos que no lo sean, porque algunos parecerán
probablemente en este caso.

Cuando se le ve marchar sin
tropiezo por esta serie de palabras, dígasele lo que es número y
género, y ejercítesele haciéndole escribir singulares y plurales,
masculinos y femeninos, todo, por supuesto, de caudal de propia
invención y privándole durante este trabajo de cualquier libro o
papel donde hacer pudiera su acopio.

Este mismo método habrá
de seguirse repasando todas las partes que entran en la oración, y
pudiera adelantarse mucho si adoptáramos, a lo menos, cuatro tablas
con sus correspondientes casillas, cuyo costo pasarla poco al del
papel ordinario, llevando sobre éste la ventaja de la claridad. y
por decirlo de una vez, el orden analítico que la Gramática
prescribe, ya que el lógico no se presta a tal prueba (pueba
en el original
) por demasiado
complicado.

La primera de estas cuatro tablas se podría
distinguir de las otras con el nombre de Partes de la oración; la
segunda con el de Formas de número y de género; la tercera con el
de Descomposición gramatical; la cuarta, en fin, con el de
Ejercicios analíticos, todo conforme a los modelos
siguientes:

PARTES DE LA ORACIÓN.

No hacemos caso de la interjección, porque en su
lugar decimos lo que pensamos de ella.

Substantivo.
Adjetivo. Verbo. Adverbio. Preposición. Conjunción.
Año.
Cuesta. / Malo. Este. / Hacer. Pedir. / Después. Ya. / Con. De./
Sin. Que.

Aquí debe el discípulo llenar las casillas con
nombres buscados en su memoria, o tomados de los objetos que ve
delante, y poniéndolos a ejemplo del modelo; siendo para el maestro
el cuidado de corregir aquellas palabras que, por poca reflexión del
principiante o por ignorancia, no estuvieren en su lugar
correspondiente.

FORMAS DE NUMERO Y GENERO.

Aquí debe el discípulo cuidar de alterar el número
y el género de los nombres, pasando también de los infinitivos de
los verbos a la inflexión así temporal como personal, y este
trabajo también ha de ser de memoria.

DESCOMPOSICIÓN
GRAMATICAL.

Esta tabla ha de llenarse con las palabras de
una frase dada, llevándolas a su casilla correspondiente. Ejemplo:
Dios es clemente y espero en su misericordia. La lección, bien
desempeñada, da a entender aquí que el discípulo está apto para
pasar a formar por sí mismo un todo de aquellas diversas partes. Le
faltan, sin duda, las nociones necesarias para construir, aunque
conoce los materiales para la construcción: pero venga al cuarto
modelo, donde habrá de darnos nuevas pruebas de su saber.Ejercítese
al discípulo conforme a la siguiente tabla cuarta, al cual traerá
las partes de la oración por su orden correspondiente, haciendo
además que explique, por medio de notas, las palabras o
proposiciones omitidas en el período, como lo hicimos nosotros
analizando la primera parte del que sigue:
Recibe el plectro ya,
profana Clio,
Que de Betis me diste en la ribera,
Do con
labios de risa el canto mío
Remedaron sus ninfas placenteras.
Reinoso

Ejercicios analíticos.

SUJETOS.

VERBOS.

T.

I
I.

Complemento
directo.

Complemento
indirecto.

sustantivoS.

CHo

Nuestro sistema, sobre ser claro,
sencillo y breve, ha de excitar en el discípulo el interés que el
estudio pide para no parecer engorroso ni quedarse estéril.
Tal
es el método que el famoso gramático Lemare seguía con sus
discípulos, aunque no habló de él en sus obras por motivos que
conocemos y respetamos aquí; y tan satisfecho estaba, que no
solamente ofrecía, sino que lograba inculcar estos conocimientos, en
menos de dos meses, aun a aquellos jóvenes más distraídos y de
menos disposición que la suerte traía a su cuidado.

Por
nuestra parte también aseguramos que cualquier maestro que adopte
este sistema, sobre hallar para sí mismo mayor descanso, sacará en
un año discípulos más aventajados que otros maestros en tres…

1842.

188. Compendio de Gramática castellana, según
Salvá i otros autores, por D. Juan Vicente González. Caracas, 1842.

En la cuarta edición, hecha en Bogotá, año de 1849, el
autor modificó y aumentó el libro, aceptando y desenvolviendo con
preferencia las teorías de Bello, a pesar de lo cual no varió el
primer título que puso a la obra.
La séptima edición la hizo
el autor en Caracas, año de 1855. En el de 1856 se reimprimió en
Cartagena (de Indias): hiciéronse en años sucesivos otras varias;
en 1868 publicóse en Bogotá, por Echeverría Hermanos la undécima
(4.°, XII-144 págs.), y en el año 1871 apareció de nuevo este

Compendio, corregido por el eminente colombiano D. Rufino J.
Cuervo.

En suma, hasta el día se han hecho catorce ediciones
de esta obra.

Conviene trasladar aquí la advertencia que el
autor puso al frente de la cuarta edición, fechada en Caracas el 10
de febrero de 1849. Es la mejor exposición que podrá hacerse de la
doctrina aceptada y expuesta por el Sr. González en su Gramática y
de las modificaciones que realizó con respecto al primer método y
principios adoptados en la primera edición. Desde que hace seis años
publiqué la tercera edición de este Compendio (dice este ilustre
americano), he trabajado con tal perseverancia en su mejora, que
espero hallará en él la juventud estudiosa, no leves variantes o
correcciones de estilo, sino alteraciones fundamentales, nuevas
reglas, en que las prácticas de la lengua se explican con más
sencillez i de un modo más completo. Durante este espacio, largo
para quien diariamente se ejercita en la enseñanza, he podido
observar lo que tenían de triviales o estériles algunas doctrinas,
qué materias podían alcanzar la perfección, i, sobre todo, cuáles
explicaciones se adaptan más a la incipiente capacidad de los
alumnos. Ya desde el principio me había separado algo del sistema de
D. Vicente Salvá, aprovechando bajo otro diferente la riqueza de sus
importantes observaciones; en la última edición rehíce aquella
parte en que le había seguido con más confianza, i preparaba, al
dar a luz una nueva, cambiamientos sustanciales en toda la obra,
cuando la aparición de la Gramática del señor Andrés Bello,
célebre humanista venezolano, vino a darme los medios de hacer este
Compendio más exacto i más digno de la juventud a que está
consagrado.

El Sr. Andrés Bello, que había publicado desde
1835 la Ortología i Prosodia completa, con su Etimología i
Sintaxis, dadas a luz en 1847, un curso de Gramática que excede en
mucho a las que posee la Península, i que nada tiene que envidiar a
las de otras naciones. Sin perderse en las abstracciones ideológicas,
señala el valor preciso de las inflexiones i combinaciones de las
palabras, i sin entrar en caprichosas nomenclaturas, fija los
preceptos a que se conforma el buen uso, definiendo de paso i
clasificando con admirable propiedad. Lo que, a causa de lo nuevo,
debe llamar la atención en la terminología, son los nombres que ha
dado a los tiempos de la conjugación castellana, novedad que no ha
consignado en su Gramática, sino después de haber expuesto los
fundamentos en un opúsculo sobre el verbo, impreso en 1845, esfuerzo
de análisis i filosofía, i fruto de un trabajo que él mismo
confiesa data desde su juventud. Con todo esto, i a pesar de su
sencillez, de hallarse en buenas gramáticas de la lengua inglesa (I)
i de no ser más que la expresión clara del significado íntimo de
los tiempos, habría dudado adoptar la nueva nomenclatura, temeroso
de ponerme en contradicción con los gramáticos de la Península, i
de introducir en estos estudios la confusión, si razones de mayor
peso no me hubiesen obligado a ello. Pasó el tiempo de usar la
nomenclatura latina que adoptó la Real Academia Española, a
imitación de toda la Europa, que fundió sus gramáticas en las
formas de aquella lengua. Mientras las sociedades literarias que
cuidan del idioma han adoptado sistemas peculiares a cada uno, aquel
Cuerpo ha renunciado a sus derechos, contentándose con celar
débilmente los fueros de la Ortografía; por manera que desde 1796
no corrige su Gramática i la deja reimprimir por codiciosos
especuladores, que la alteran sin tino i sin otro propósito que la
ganancia. I en tal descrédito ha caído, que al escoger la dirección
de estudios española un texto para la enseñanza, sin recordarla
siquiera, contrajo su examen a las de los Sres. D. Vicente Salvá i
D. Pedro Martínez López.

I: Véanse las de Webster i
Pierce, i la mui apreciable del reverendo Bradford Frazze,

El fallo recayó en favor de la de López,
acaso por lo filosófico del método, casi igual al que sigue el Sr.
Bello; i nuestra nomenclatura de los tiempos, tomada de Salvá, ha
venido en consecuencia a ssr un sistema particular, que teniendo
mucho de arbitrario, deja de empeñarnos a sostenerla por el amor a
la uniformidad. La de López, que adolece del mismo defecto, tampoco
debe preferirse porque goce hoi del privilegio de la enseñanza, ya
que ni aquel deseo nos obliga a tener siempre vueltos los ojos a
España para seguir sus lecciones, acaso alguna vez caprichosas i
principalmente
cuando existe otra que a la verdad i sencillez
reúne las ventajas de ser más filosófica y más clara. Lejos de.
pensar que sólo tendrán méritos los escritores trasatlánticos, yo
espero, al fijar bajo la autoridad de nuestro primer literato una
nomenclatura importante, verla adoptada por los mismos que se
disputan en la Península el campo de la enseñanza.

I pues
es la ocasión, diré de paso mi sentir sobre la encarnizada polémica
que llena la mitad de la Gramática de López contra la persona i
escritos de Salvá; polémica acre que recuerda las de Escalígero i
Scioppio. Las letras no son un campo abierto a la ani-mosidad de
rivales, i las cuestiones ganan en interés tratadas con urbanidad i
cultura. Ni es para entregarse a la juventud una díatriba cruel, en
que se dan lecciones, no con sencillez i candor, sino en tono de
sátira, como en amargo desquite i provocando al menosprecio del
adversario. Sin su exaltación tendría más aprecio i lectores D.
Pedro Martínez López, cuyos buenos principios gramaticales i claro
talento son incontestables. I aun doblando esfuerzos, lograrla
aventajar a la Gramática de D. Vicente Salvá; no oscurecer su
mérito, ya que fué la primera a despertar el amor a esos estudios
en la Península i en América, i porque, como dice mui bien el sabio
i modesto Andrés Bello, ella es el depósito más copioso de los
modos de decir castellanos: un libro que ninguno de los que aspiren a
hablar i
escribir correctamente nuestra lengua, debe dispensarse
de leer i consultar a menudo.
Sobre la ortografía continúo
ateniéndome, como es debido, a la de la Real Academia Española, con
las reformas que le ha hecho en su Prontuario, publicado en 1845,

conforme con los buenos principios que estampó el Sr. Bello en
su Ortología.
He añadido un tratado sobre la Prosodia, que no
se hallará en Salvá ni en Martínez López, i que comprende cuanto
hai averiguado sobre la cantidad de las palabras i lo más importante
que ha escrito sobre la Métrica el ilustre autor de la Silva á la
zona tórrida: es la causa de haberse aumentado esta edición en
algunas páginas. Conservaré, sin embargo, el mismo título con que
publiqué por primera vez este Compendio, así porque con él obtuve
el privilegio, como porque siendo esta edición el resaltado del
estudio progresivo del idioma, quiero que quede, en el nombre al
menos, un recuerdo del punto de que partí. I como había querido
imprimirlo hasta ponerlo a prueba, durante un año, en la enseñanza,
puedo asegurar a los maestros i padres de familia, que si los jóvenes
reportarán ahora mayor provecho, lo alcanzarán también en menos
tiempo i con menos esfuerzos i fatigas.

A la séptima
edición, última que revisó el Sr. González, le puso esta breve
advertencia, fechada en Caracas, junio 10 de 1855: Ninguna alteración
sustancial: lo único que nos hemos propuesto en esta edición es
perfeccionar las anteriores, simplificar las reglas y dar más
claridad a los principios, más
precisión al estilo. Tenemos a
la vista la segunda edición de la Gramática del ilustrado Bello;
pero sólo hemos tomado de las novedades que trae, alguna que otra
pincelada que sirve a los fines dichos: nada que obligue a los
alumnos a olvidar antiguas definiciones i sistemas para aprender
otros nuevos. Sólo en los ejemplos, que no hemos temido aumentar
considerablemente, encontrarán alguna variación útil, que
esperamos nos agradezcan los buenos maestros i discípulos. Podemos
asegurar que este Compendio está hoi basado sobre los progresos que
hacen las letras en la Gramática i en la Filología.

Los
Sres. Echeverría hermanos, editores de la undécima reimpresión de
esta Gramática, han puesto al frente de ella estas palabras: El Sr.
Juan Vicente González, antiguo i mui acreditado profesor en los
colegios de Caracas, publicó en 1855 la séptima i última edición
que hizo de su excelente Compendio de la Gramática castellana, que
ha merecido los honores de obra clásica i su adopción general para
texto de enseñanza. Vino esta obra a Nueva Granada en el citado año,
i en el acto, conocida su importancia, fué reimpresa, poniendo en la
portada octava edición, lo que no dejarla de
sorprender al
autor, que aún vivía, de que manos extrañas le fabricaran nuevas
ediciones. Sin embargo, pareció bueno el intento, i sucesivamente se
han hecho aquí dos reimpresiones más, apellidándolas novena
edición i décima edición, con la particularidad de que, siendo lo
corriente que una obra mejore en cada nueva edición, el
malaventurado Compendio fué empeorando con los errores trasmitidos
de una a otra reimpresión, hasta el punto que puede verse si se
compara la que hoi lleva el apellido de décima edición con la que
damos a luz esmeradamente corregida, como lo habría hecho el autor
mismo… Presentado nuestro Compendio al juicio de la Escuela de
Literatura i Filosofía de la Universidad nacional, lo halló tan
correcto, que lo ha adoptado para texto en la enseñanza oficial de
nuestra lengua, lo que significa también que lo recomienda a los
Institutos particulares de educación, quedando al alcance de todos
los estudiantes por su módico precio.
El Sr. González, que
disfrutó en su patria de gran nombradía como literato y, sobre
todo, como polemista político (Vid. Biblioteca de escritores
venezolanos, por Rojas, y Perfiles, por Tejera), escribió este
Compendio de Gramática en forma dialogada, y lo dividió, según ha
podido colegirse de lo anteriormente dicho, en cuatro partes:
Analogía, Sintaxis, Ortografía, Prosodia.

1843.

189.
Revista gramatical de la lengua española. Publicación
particularmente útil a los jóvenes que teniendo ya algún
conocimiento de las teorías gramaticales, se dedican con esmero al
estudio práctico de la lengua; y muy conveniente a las personas de
cualquier edad que desean corregir vicios debidos a una enseñanza
defectuosa. Parece a mediados de cada mes en un cuaderno de 32
páginas en 4.°, de hermoso papel y esmerada impresión… Madrid.
1843. Carrera de San Jerónimo, núm. 43, esquina a la calle de
Cedaceros.

De esta Revista, fundada y escrita por D. Juan
Calderón, no se publicaron más qué tres números (febrero, marzo y
abril), que contienen 48 págs. en las cuales hay un largo estudio
crítico del Panléxico o Diccionario universal de la lengua
castellana; una carta del dómine Lucas (D. Bartolomé José
Gallardo) al dómine C…(Calderón) sobre la obra que el Sr.
Calderón publicaba a
la vez que su Revista gramatical:
Diccionario gramatical de la lengua española (del que no publicó
más que 48 págs. hasta la palabra Acusativo), y sobre el texto del
primer número de la Revista. El dómine C… defiéndese en dos
cartas dirigidas al dómine Lucas de las faltas contra la Gramática
y contra la lengua que se le achacaban.

El Sr. Calderón
publicó, como Apéndice de su Revista, el siguiente tratado, del
cual también hizo edición separada para la venta.

190.
Análisis lógica y gramatical de la lengua española. Por D. Juan
Calderón, autor de la Revista gramatical. Madrid. Carrera de San
Jerónimo, número 43. Mayo de 1843.
4.°-100 págs. + 1 final.

Port. -Adv.: “… Nuestro plan es muy sencillo y enteramente
analítico: empezamos a descomponer lo más compuesto para llegar a
los más simples elementos del lenguaje. Analizamos el razonamiento
en períodos; descomponemos el período en proposiciones, y
descomponemos la proposición en sus partes o elementos inmediatos. A
este trabajo damos el nombre de análisis lógica. Analizamos,
finalmente, cada una de las partes de la proposición en las palabras
de que se compone. A esto llamamos análisis gramatical. Damos de
todas estas análisis numerosos ejemplos, sacados casi en su
totalidad de nuestros más célebres y clásicos escritores. Por fin,
para hacer ver
prácticamente la utilidad del análisis,
propondremos varios ejemplos, cuyos defectos de construcción no
aparecen, o aparecen poco a primera vista, pero que la análisis,
desmenuzando la expresión, sabe hacer patentes. También tomamos los
ejemplos de estos análisis de los mismos escritores modelos, para
que, ya que con tanta razón lo son en lo que hemos de seguir, lo
sean también en lo que hemos de evitar. (Este plan está
desarrollado por el Sr. Calderón con bastante acierto. – Texto. –
Ind. – Errat.

El Sr. D. Francisco Merino Ballesteros publicó,
en Madrid, librería de D. León Pablo Villaverde, año de 1861, la
tercera edición de esta obra de D. Juan Calderón, adicionada por
dicho Sr. Ballesteros con algunas notas de escasa importancia. -8.°
102 págs.

191. Conferencias gramaticales sobre la lengua
castellana o elementos explanados de ella. Obra especialmente
destinada a la enseñanza de los alumnos del Seminario de la Escuela
Normal de Instrucción primaria de Madrid. y acomodada para todos los
establecimientos de educación. Por D. Mariano de Rementería,
profesor de Gramática castellana en dicho Seminario. Segunda
edición, corregida y aumentada. Madrid. Imprenta de Fuentenebro.
1843. Se hallará en la librería de Cuesta, calle Mayor.
4.°-380
págs. + 3 de índ.

Port. -Adv. -Prel. – Texto: (Analogía,
Sintaxis, Prosodia, Ortografía.) -Apéndice: (De la recitación
leída. Reseña histórica de la lengua y de la literatura
castellana.) – Ind.

Nada nuevo dice el autor. La gramática
de la Academia, a pesar de lo que el Sr. Rementería escribe en la
advertencia de su obra, le sirve de base para su estudio; y antes de
prescribir reglas al castellano, propone este profesor los principios
de la Gramática general.

192. Apéndice a las Lecciones de
Gramática castellana de los Sres. Dávila i Alvear, extractado de la
Gramática de D. Vicente Salvá, para el uso de los alumnos del
Instituto Nacional. Santiago (de Chile), imp. de la Independencia,
1843.
8.°-29 págs.

193. Compendio de Gramática
española, dedicado al vencedor de Ingavi. Paz de Ayacucho. 1843.
Imprenta del Colegio de Artes.
8.°-52 págs. 4-2 prels.
Port.
– Dedicatoria: Al Excmo. Sr. José Ballivian, Capitán general y
Presidente de Bolivia, etc. En testimonio de la más justa gratitud.
del más sincero afecto, dedica este pequeño ensayo -Pablo
Rodrigueç, Machicao.

He aquí cómo el autor se expresa en
una advertencia preliminar acerca del plan y de las innovaciones que
su obra contiene: Las expresiones empleadas para la clasificación de
las voces, deben tener una aplicación análoga a su significado;
deben ser en lo posible tomadas de nuestro idioma, y en cada clase de
voces sólo se debe incluir aquéllas a que se pueda adaptar la
definición de aquélla. Estos motivos nos han movido a algunas
innovaciones:

1: Colocamos entre los pronombres las voces
este, aquel, quien, que, etc. que el Licenciado Mora añadió a los
adjetivos. Porque no designan proximidad o lejanía como una
cualidad. sino como circunstancia o situación mutable; pues yo no
significa una cualidad locutiva,
ni tú una auditiva, sino la circunstancia de hablar ú oir. Del
mismo modo se explica la significación de este, aquel, otro, etc.

2: En la nomenclatura de los tiempos del verbo sólo hemos
empleado voces que pudieran significar el oficio que tiene cada
tiempo. Las expresiones simple, compuesto, pueden indicar que un
tiempo consta de una o dos voces, no que es más o menos pasado o
futuro. Al condicional “triunfaría” lo llamamos simple, no
por constar de una sola voz, sino porque denota una simple condición,

adaptable a un tiempo presente o pretérito.

3: En lugar
de la voz conjugación (conjugación no tiene significado en nuestro
idioma; y si antes lo tenía, era el de cotejo o comparación),
usamos la expresión de variación de las terminaciones.

4:
Omitimos las figuras de Sintaxis. Porque: primero, consistiendo la
construcción lógica en un cierto orden de la colocación de las
palabras, y la variada en la alteración conveniente de este orden,
las repeticiones o supresiones en nada lo alteran; y segundo, estas
repeticiones y supresiones son necesarias: las supresiones evitan una
repetición molesta sin causar equívoco; las repeticiones tienen por
objeto evitar el equívoco. Así, si en lugar de las expresiones su
amigo de usted, su amigo de él, sólo dijese su amigo, la expresión
seria equívoca.
Entre las figuras de Sintaxis, la hipérbaton
era, pues, la única que pertenece a la construcción variada,

5:En
la ortografía de las letras, en los casos que no admiten reglas, no
nos remitimos al idioma latino, sino a la lectura del nuestro, pues
aquello seria obligar a estudiar dos idiomas en lugar de uno. Así
como el uso de esas letras se aprendía antes en el latín, sin
necesidad de reglas, así se puede aprender ahora el español.
En
Sucre se escribe esterno, ecsamen; en la Paz, externo, examen (cuyo
sonido es más áspero). Las reglas que damos en este artículo
necesitan para su sanción de un uso uniforme.
Este compendio
está dividido en tres partes: Lexicología, Sintaxis y Ortografía.

1844. .

194. Observaciones sobre el uso del pronombre
la, le, lo. Por D. Juan Gualberto González. Estudio incluido en el
tomo III de sus Obras en verso y prosa. Madrid, imp. de Alegría y
Charlain, 1844.
4.°-Págs. 203-227.

El autor ilumina con
claras observaciones y autoridades este difícil punto gramatical; y
en las reglas que propone para el uso fijo y distinto del la y el le
para el acusativo y el dativo en los femeninos, y del le y el lo para
los mismos respectivos casos en los masculinos y en los llamados
neutros, procura aproximarse lo más posible a la fuente latina, de
donde se derivan nuestros casos. Sin embargo, concluye el autor que
él mismo, a pesar de todas sus observaciones, se halla muchas veces
perplejo al usar de estos pronombres, no sabiendo por cuál
decidirse, según que sus escritos lo demuestran.

195. De los
artículos gramaticales, por D. Alberto Lista y Aragon. -Páginas
38-40 de sus Ensayos literarios y críticos, con un prólogo por D.
José Joaquín de Mora. Tomo primero. Sevilla, Calvo-Rubio y
Compañía, editores: Plaza del Silencio, núm. 23. 1844.

196.
Cuestión del verbo único, por D. Alberto Lista y Aragon. -Págs.
40-42 de sus Ensayos citados en el número anterior, tomo primero.

197. Tratado de Gramática Castellana, dedicado a la juventud
americana de los pueblos que hablan la lengua española, por el
Licenciado D. Fernando Zegers. Santiago (de Chile), imp. del
Crepúsculo, 1844.
4.° -109 págs.

Expónense las
doctrinas de la Academia y las de Salvá.

198. Elementos de
Gramática Castellana, por D. Joaquín de Avendaño. Madrid. 1844.

Hasta el año 1871 se han hecho siete ediciones. Contiene al
principio un resumen histórico del Origen y progreso del idioma
castellano en España.

Novena edición: Elementos de
Gramática castellana, con unas ligeras nociones de lingüística y
apuntes de retórica y poética, por D. Joaquín de Avendaño, Madrid
-Barcelona, 1886.
4.° men. -500 págs.

1845.

199.
Manual práctico de Gramática y retórica castellana, o compendio de
oraciones, ejemplos, frases, locuciones, idiotismos y figuras de la
lengua española.
Contraído a las reglas teóricas, por el
licenciado D. Plácido Marín Orodea, individuo de varias
corporaciones literarias. Valladolid. 1845: imp. de J. Pastor.
Madrid. lib. de Hurtado.

200, Compendio de Gramática
Castellana, por Herranz i Quirós, profesor de primera educación en
Madrid. Reimpresión con algunas correcciones sobre la última
edición publicada en aquella Corte. Valparaíso: imp. del Mercurio,
1845.
8.°, -132 págs.
Otra edición: Valparaíso, imp. del
Mercurio, 1859.
8.°-151 págs.
201. Cuadros de Gramática
española, según las doctrinas de Salvá. París, 1845.

El
Gobierno general de los Estados de Colombia, en virtud de varios
decretos publicados desde 1842 a 1844 por el Secretario de Estado D.
Mariano Ospina, en que éste reformaba el plan de enseñanza oficial,
acordó la composición de cuadros de lectura, gramática,
aritmética, geografía, etc. para las escuelas elementales, casas de
asilo, escuelas-talleres, seminarios, colegios provinciales,
bibliotecas públicas y otros establecimientos de enseñanza, que
entonces se fundaron. Todos estos cuadros se imprimieron en París, y
los de Gramática se escribieron según las teorías de D. Vicente
Salvá.

1846.

202. Salvá reformado o Compendio de la
Gramática Castellana de D. Vicente Salvá, arreglado para el uso de
las escuelas y reformado, con aprobación de la Dirección general de
Instrucción pública
de la Nueva Gramática, por D. Ulpiano
González. Bogotá, 1846.

A pesar de lo que el autor dice en
el título de su libro, no expone en él reforma substancial de la
doctrina de Salvá; antes se atiene a ella, sin que varíe más que
los accidentes. Tiene la forma de catecismo.

Sirvió esta
obra de texto en las escuelas americanas y adquirió por ello cierta
celebridad, habiéndose impreso por cuarta vez el año de 1866.

203. Lecciones de Gramática Castellana, recopiladas de los
mejores autores, por D. Manuel Cortés, profesor de este ramo en la
Academia Militar, (etc.) Santiago (de Chile). Imprenta de La Opinión.
1846.
4.°-200 págs.

Otra edición se hizo en 1851 por
la imprenta del Ferrocarril, también en Santiago.
Tercera
edición, corregida y aumentada: Valparaíso, imprenta del Mercurio,
1853.
8.° -229 págs.

Cuarta edición: Santiago (de
Chile), imprenta de Belín y Compañía, 1855.
4.0-184 págs.

Quinta edición: Santiago (de Chile), imprenta del
Ferrocarril, 1859.
4.°-192 págs.

204. Gramática
filosófica de la Lengua castellana.

Obra que dejó sin
concluir el Sr. D. José Fernández-Guerra, Catedrático de Historia
y Antigüedades en la Universidad de Granada, su patria. Lástima
grande fué para la Filología castellana que este docto Profesor, a
la vez jurisconsulto distinguido, poeta y orador felicísimo, no
terminara y hubiera
publicado su trabajo, así como también una
Historia analítica del teatro español, pues ciertamente en ellos
habría legado nuevas y preciosas muestras de su noble y bien
cultivado ingenio y de su elegante pluma.

D. José
Fernández-Guerra, nacido en el año 1791 y muerto en el de 1846, fué
ejemplo de cristianos caballeros, y si no fecundizó las patrias
letras con muchos escritos, concedióle la Providencia el honor de
ser padre de los dos ingenios D. Aureliano y D. Luis Fernández-Guerra
y Orbe, de quienes podemos afirmar, como de los Argensolas, que son
tan hermanos por la sangre como por sus entendimientos.

205.
Nueva Gramática de la Lengua Castellana, compuesta por el presbítero
D. Braulio Amézaga, profesor de este idioma, etc. -Madrid. Imprenta
de Sánchez, 1846.
12:, pasta. -146 págs.

Es una
Gramática que puede llamarse filosófica de la lengua, a pesar de su
poca extensión.

206. Lecciones de Gramática Castellana
arregladas al método de enseñanza mutua, aprobadas por la Dirección
general de Instrucción pública, y mandadas enseñar en las escuelas
de la Nueva Granada, por D. José María Triana. Bogotá, 1846.

En
los preliminares expónense las doc-trinas del autor para la
enseñanza de la Gramática, y siguen después una serie de cuadros,
según la Gramática de Salvá, escritos de orden del Gobierno
colombiano.
Se publicó una segunda edición de estas Lecciones
en Bogotá, año de 1849.

1847.

207. Nuevo catecismo
de Gramática española, o Extracto metódico y compendiado del Nuevo
Salvá, por el Doctor Mauricio Verbel. Cartagena (de Indias), 1847.

Esta obra compartió con el Nuevo Salvá, de Benedeti, la
popularidad en los Estados de Colombia, y de ella se hizo la quinta
edición en Bremen, año de 1869, imprenta de Carl Schünemann,
librería de Torres Caicedo, de Bogotá, 214 págs. Hay una
advertencia del autor en esta quinta edición, donde dice que se
ocupaba en redactar una nueva obra, y que por eso no hubo corregido
algunos errores que reconoce en la presente. Fecha en Ovejas
(Colombia) a 20 de enero de 1869. -En el prólogo el autor declara
que aunque es un extracto de Salvá, ha consultado también a otros
autores, y en especial a Bello, del cual ha tomado, en efecto, una
parte de la ortografía y casi toda prosodia.

1847-1891.

208. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de
los americanos, por D. Andrés Bello. Santiago (de Chile), imprenta
del Progreso, 1847.
4.° -337 Págs.
La grande incorrección
con que era hablada y escrita la lengua castellana por la mayor parte
del pueblo chileno, sin distinción de clases, cuando arribó a su
territorio el año 1829 el Sr. D. Andrés Bello, puede decirse que
engendró en el ánimo de este cultísimo varón el empeño de
recomendar y promover el estudio de nuestro idioma, tan corrompido
allí, así en su pronunciación como en su ortografía. Para lograr
sus propósitos, comenzó Bello por publicar en el periódico El
Araucano (13 y 20 de diciembre de 1833, y 3 y 17 de febrero y 28 de
marzo de 1834) una serie de artículos intitulados Advertencias sobre
el uso de la lengua castellana, dirigidas a los padres de familia,
profesores de los colegios y maestros de escuelas, en las cuales, al
par que ponía de manifiesto los desatinos y vicios de lenguaje
usados en Chile, aun por las personas mejor educadas, desechaba la
vulgar creencia de ser innecesario el estudio de la lengua patria por
arte, y de que el de la latina y la propia naturaleza eran
suficientes para aleccionarnos en el idioma castellano. Así se
expresaba acerca de este particular:

La atención que el Gobierno y el público de
esta ciudad prestan actualmente al interesante objeto de la educación
literaria, hace esperar que no parecerán inoportunas las
observaciones siguientes sobre el primero de los estudios juveniles,
que es al mismo tiempo uno de los más necesarios y de los más
abandonados. Hablamos del estudio de la lengua patria.

Hay
personas que miran como un trabajo inútil el que se emplea en
adquirir el conocimiento de la Gramática castellana, cuyas reglas,
según ellos dicen, se aprenden suficientemente con el uso diario. Si
esto se dijese en Valladolid o en Toledo, todavía se pudiera
responder: que el caudal de voces y frases que andan en la
circulación general, no es más que una pequeña parte de las
riquezas de la lengua; que su cultivo la uniforma entre todos los
pueblos que la hablan, y hace mucho más lentas las alteraciones que
produce el tiempo en ésta como en todas las cosas humanas; que a
proporción de la fijeza y conformidad que adquieren las lenguas, se
disminuye una de las trabas más incómodas a que está sujeto el
comercio entre los diferentes pueblos, y se facilita asimismo el
comercio entre las diferentes edades, tan interesantes para la
cultura de la razón y para los goces del entendimiento y del gusto;
que todas las naciones altamente civilizadas han cultivado con un
esmero particular su propio idioma; que en Roma, en la edad de César
y Cicerón, se estudiaba en latín; que entre preciosas reliquias que
nos han quedado de la literatura del Lacio, se conserva un buen
número de obras gramaticales y filológicas; que el gran César no
tuvo a menos componer algunas, y hallaba en este agradable estudio
una distracción a los afanes de la guerra y los tumultos de las
facciones; que en el más bello siglo de la literatura francesa, el
elegante y juicioso Rollin introdujo el cultivo de la lengua materna
en la Universidad de París: citaríamos el trillado Haec studia
adolescentiam alunt, etc. y, en fin, nos apoyaríamos en la autoridad
de cuanto se ha escrito sobre educación literaria. De este modo
pudiera responderse, aun en los países donde se habla el idioma
nacional con pureza, a los que condenan su estudio como innecesario y
estéril. ¿Qué diremos, pues, a los que lo miran como una
superfluidad en América?

Otros alegan que para los jóvenes
que aprenden el latín, no es necesario un aprendizaje particular del
castellano, porque en conociendo la Gramática de aquella lengua, se
sabe ya también la del idioma patrio; error que no puede provenir
sino del equivocado concepto que tienen algunos de lo que constituye
el conocimiento de la lengua materna. El que haya aprendido el latín
mucho mejor de lo que generalmente se aprende entre nosotros, sabrá
el latin, y además habrá formado una mediana idea de la estructura
del lenguaje y de lo que se llama Gramática en general; pero no
sabrá por eso la Gramática castellana, porque cada lengua tiene sus
reglas peculiares, su índole propia, sus genialidades, por decirlo
así, y frecuentemente lo que pasa por solecismo en una es un
idiotismo recibido, y tal vez una frase culta y elegante en otra. Las
nociones generales de Gramática son un medio analítico de gran
utilidad. sin du-da, para proceder con método en la observación de
las analogías que dirigen al hombre en el uso del habla; pero
pretender que porque somos dueños de este instrumento conocemos la
lengua nativa, sin haberlo jamás aplicado a ella, es lo mismo que si
dijéramos que para conocer la estructura del cuerpo animal basta
tener un escalpelo en la mano…

Tal vez ha contribuido a
este error (el de que el conocimiento de la Gramática latina hacia
innecesario el de la Gramática castellana), la imperfección de las
Gramáticas nacionales. Los que se han dedicado a escribir
Gramáticas, o se han reducido a límites demasiado estrechos,
creyendo, infundadamente según pensamos, que, para ponerse al
alcance de la primera edad, era menester contentarse con darle una
ligera idea de la composición del lenguaje; o si han aspirado a una
Gramática completa, han adherido, con excesiva y supersticiosa
servilidad a los principios vagos, la terminología insustancial, las
clasificaciones anejas sobre que la filosofía ha pronunciado tiempo
há la sentencia de proscripción. La Gramática nacional es el
primer asunto que se presenta a la inteligencia del niño, el primer
ensayo de sus facultades mentales, su primer curso práctico de
raciocinio: es necesario, pues, que todo dé en ella una acertada
dirección a sus hábitos; que nada sea vago ni oscuro; que no se le
acostumbre a dar un valor misterioso a palabras que no comprende;
que
una filosofía, tanto más difícil y delicada cuanto menos ha
de mostrarse, exponga y clasifique de tal modo los hechos, esto es,
las reglas del habla, que, generalizándose, queden reducidas a la
expresión más sencilla posible.

Para dar una idea de lo que
falta bajo este respecto, aun en la Gramática de la Academia, que es
la más generalmente usada, bastará limitarnos a unas pocas
observaciones. Estamos muy distantes de pensar deprimir el mérito de
los trabajos de la Academia. Su Diccionario y su Ortografía la hacen
acreedora a la gratitud de todos los pueblos que hablan el
castellano; y aunque la primera de estas obras pasa por incompleta,
quizá puede presentarse sin desaire al lado de otras de la misma
especie que corren con aceptación en Inglaterra y Francia. Payne
Knight, que es voto respetable en materia de filología, tiene el
Diccionario de la Academia (el grande de seis tomos, que creemos
habrá sido la primera obra que dio a luz este Cuerpo) por superior a
todo lo que existe en su línea. En la Gramática misma hay partes
perfectamente desempeñadas, como son por lo regular aquéllas en que
la Academia se ciñe a la exposición desnuda de los hechos. El vicio
radical de esta obra consiste en haberse aplicado a la lengua
castellana sin la menor modificación la teoría y las
clasificaciones da la lengua latina, ideadas para la exposición de
un sistema de signos que, aunque tiene cierto aire de semejanza con
el nuestro, es diferente de él en muchos puntos esenciales…

En
estos artículos comenzaba ya a exponer Bello los principios en que
había de fundarse su Gramática castellana, y preparaba, por
consiguiente, al público para su estudio y aprovechamiento.

No
tardó esta campaña de Bello en producir los resultados que el autor
se había propuesto, pues en 1835 se separaron oficialmente en el
Instituto nacional chileno las clases de latín y de gramática
castellana, poniéndose en el estudio de ésta particular atención.
Léase la noticia de esta providencia del Gobierno, que está en el
periódico El Araucano, número del 2 de enero de 1835;

El
martes último, a las seis de la tarde, asistió el Presidente,
acompañado de los Ministros de Estado y de la Junta de Dirección
del Instituto nacional, al examen de la clase de derecho civil de
este Cuerpo. Nos reservamos para más adelante dar noticia de éste y
los demás exámenes que sucesivamente se rendirán por los alumnos
de este Instituto.

Su Excelencia ha dispuesto que en el
próximo año escolar se abra una nueva cátedra para la enseñanza
del idioma patrio, mezclada hasta el día, según el reglamento del
Instituto, con los estudios de la primera clase de Latinidad. El
cultivo de nuestra lengua tendrá ahora en el primer establecimiento
literario de la república todo el lugar que merece, y no se
permitirá que pasen a las
clases superiores los alumnos que no
hayan aprendido a hablar y escribir correctamente el castellano, ramo
tan necesario a toda persona de regular educación y tan
indispensable en el ejercicio de los empleos políticos y profesiones
literarias.

Incansable Bello en su afán de que los
americanos se esmerasen en el uso de nuestro patrio idioma y de
aficionarlos a su estudio, publicaba en el ya referido periódico El
Araucano (6 de mayo de 1836) otro artículo exponiendo al público
las ventajas del método experimenta) y filosófico combinado, para
el mayor aprovechamiento en la enseñanza de la Gramática
castellana. Y decía así:

Hay muchos que creen que el
estudio de la lengua nativa es propio de la primera edad, y debe
limitarse a las escuelas de primeras letras. Los que así piensan no
tienen una idea cabal de los objetos que abraza el conocimiento de
una lengua y del fin que deben proponerse estudiándola.

El
estudio de la lengua se extiende a toda la vida del hombre, y sé
puede decir que no acaba nunca. En las escuelas primarias no se puede
hacer más que principiarlo por medio de un libro elemental, que dé
al niño ciertos rudimentos proporcionados a su comprensión; libro
que debe estar escrito con aquella filosofía delicada que consiste
toda en ocultarse, poniéndose al nivel de una inteligencia que
apenas asoma, y libro que, por desgracia, no existe.
Las
definiciones de las Gramáticas comunes distan mucho del rigor
analítico que se mira como indispensable en todas las artes y
ciencias, y que en ninguna clase de obras es tan necesario como en
aquéllas que ofrecen el primer pábulo a las facultades
intelectuales. Allí es donde debe evitarse con más cuidado el
acostumbrar al entendimiento a pagarse de ideas falsas o inexactas.
Los hábitos viciosos que se adquieren en esta edad temprana van a
influir en toda la vida.

Quo semel est imbuta recens servavit
odorem Testa diu…

Nada se ganará, pues, con poner en mano
del niño una Gramática, y hacerle aprender de memoria frases que no
entiende ni puede entender, y que absolutamente no le sirven para
distinguir lo bueno de lo malo en el lenguaje. ¿Qué provecho le
resulta de tener la cabeza nublada de definiciones y de no saber
analizar una frase en la pizarra, diciendo que la es artículo,
tierra sustantivo, es verbo y extensa adjetivo, si realmente no sabe
distinguir, sino a tientas y a bulto, al nombre del verbo y al
sustantivo del adjetivo, y si al salir de la escuela sigue diciendo,
como antes de haber entrado en
ella, yo tuezo,
yo forzo, yo cuezo, yo copeo, yo vaceo, tú sois, vos eres, hubieron
hombres, etc.? En las escuelas primarias nos parece que la enseñanza
del idioma debe ser enteramente práctica, reducida a dar a conocer
al niño, para que los evite, los vicios de que está plagada el
habla del vulgo. Debe primeramente corregirse su pronunciación,
haciéndole proferir cada letra con el sonido que le es propio. Deben
hacérsele notar las malas concordancias, instruyéndole lo que es el
género de los nombres, que sólo tiene por objeto evitarlas, y
manifestándole, por ejemplo, que la palabra vos, aunque dirigida a
una sola persona, termina siempre con las terminaciones plurales del
verbo. Debe hacérsele conjugar a menudo los verbos regulares e
irregulares, tanto los familiares en que el habla popular es viciosa,
como aquéllos en que, por serle extraños o desconocidos, puede
vacilar el niño. Sobre todo, nada debe decírsele que no esté a su
alcance; ninguna palabra debe citársele cuyo significado no se le
explique. A éstos y otros ejercicios prácticos semejantes debe
reducirse, si no nos equivocamos, la Gramática del idioma patrio en
las escuelas primarias. El estudio del mecanismo y genio de la lengua
pueden hacerlo más tarde, en clases destinadas a este solo objeto,
las personas que cultivan las profesiones literarias, o que aspiren a
una educación esmerada. La lengua será para ellas un ramo
interesante de literatura y de filosofía.

Este método
racional había de ser el que adoptara Bello para la composición de
su Gramática castellana, la cual creyó ya oportuno echar en público
el año de 1847. Con esta obraverdaderamente notable, así por el
caudal inmenso de experiencia que revela, como por la alteza del
ingenio filosófico que proclama, cumplía el autor un fin patriótico
y un fin literario. El prólogo de la misma Gramática lo probará
así, mejor que cualquier extracto que de él pudiéramos hacer. Helo
aquí:

Aunque en esta Gramática hubiera deseado no desviarme
de la nomenclatura y explicaciones usuales, hay puntos en que me ha
parecido que las prácticas de la lengua castellana podrán
representarse de un modo más completo y exacto. Lectores habrá que
califiquen de caprichosas las alteraciones que en estos puntos he
introducido, o que las imputen a una pretensión extra-vagante de
decir cosas nuevas: las razones que alego probarán, a lo menos, que
no las he adoptado sino después de un maduro examen. Pero la
prevención más desfavorable, por el imperio que tiene aún sobre
personas bastante instruidas, es la de aquéllos que se figuran que
en la Gramática las definiciones inadecuadas, las clasificaciones
mal hechas, los conceptos falsos, carecen de in-conveniente, siempre
que por otra parte se expongan con fidelidad las reglas a que se
conforma el buen uso. Yo creo, con todo, que esas dos cosas son
inconciliables; que el uso no puede exponerse con exactitud y
fidelidad sino analizando, desenvolviendo los principios verdaderos
que lo dirigen;
que una lógica severa es indispensable requisito
de toda enseñanza, y que en el primer ensayo que el entendimiento
hace de sí mismo, es en el que más importa no acostumbrarle a
pagarse de meras palabras.

El habla de un pueblo es un
sistema artificial de signos, que bajo muchos respectos se diferencia
de los otros sistemas de la misma especie; de que se sigue que cada
lengua tiene su teoría particular, su Gramática. No debemos, pues,
aplicar indistintamente a un idioma los principios, los términos,
las analogías en que se resumen bien o mal las prácticas de otro.
Esta misma palabra idioma (I), está diciendo que cada lengua tiene
su genio, su fisonomía, sus giros; y mal desempeñarla su oficio el
gramático que explicando la suya se limitase a lo que ella tuviese
de común con otra, o (todavía peor) que supusiera semejanzas donde
no hubiese más que diferencias, y diferencias importantes,
radicales. Una cosa es Gramática general, y otra la Gramática de un
idioma dado; una cosa comparar entre sí dos idiomas, y otra
considerar un idioma como en sí mismo. ¿Se trata, por ejemplo, de
la conjugación del verbo castellano? Es preciso enumerar las formas
que toma, y los significados y usos de cada forma, como si no hubiese
en el mundo otra lengua que la castellana; posición forzada respecto
del niño a quien se exponen las reglas de la sola lengua que está a
su alcance: la lengua nativa. Este es el punto de vista en que he
procurado colocarme, y en el que ruego a las personas inteligentes, a
cuyo juicio someto mi trabajo, que procuren también colocarse,
descartando, sobre todo, las reminiscencias del idioma latino. En
España, como en otros países de Europa, una admiración excesiva a
la lengua y literatura de los romanos dio un tipo latino a casi todas
las producciones del ingenio. Era ésta una tendencia natural de los
espíritus en la época de la restauración de las letras. La
mitología pagana siguió suministrando imágenes y símbolos al
poeta, y el período ciceroniano fué la norma de la elocución para
los escritores elegantes. No era, pues, de extrañar que se sacasen
del latín la nomenclatura y los cánones gramaticales de nuestro
romance.

I: En griego peculiaridad. naturaleza propia, índole
característica.

Si como fué el latín el tipo ideal de los
gramáticos, las circunstancias hubiesen dado esta preeminencia al
griego, hubiéramos probablemente contado cinco casos en nuestra
declinación, en lugar de seis; muchos verbos hubieran tenido, no
sólo voz pasiva, sino voz media, y no habrían faltado aoristos y
paulo-post-futuros en la conjugación castellana (2).

Obedecen,
sin duda, los signos del pensamiento a ciertas leyes generales que,
derivadas de aquéllas a que está sujeto el pensamiento mismo,
dominan a todas las lenguas y constituyen una Gramática universal.
Pero si se exceptúa la resolución del razonamiento en proposiciones
y de la pro-posición en sujeto y atributo, la existencia del
sustantivo para expresar directamente los objetos, la del verbo para
indicar los atributos y la de otras palabras que modifiquen y
determinen a los sustantivos y verbos, a fin de que, con un número
limitado de unos y de otros, puedan designarse todos los objetos
posibles, no sólo reales, sino intelectuales, y todos los atributos
que percibamos o imaginemos en ellos; si exceptuamos esta armazón
fundamental de las lenguas, no veo nada que estemos obligados a
reconocer como ley universal de que a ninguno sea dado eximirse. El
número de las partes de la oración pudiera ser mayor o menor de lo
que es en latín o en las lenguas romances. El verbo pudiera tener
géneros, y el nombre tiempos. ¿Qué cosa más natural que la
concordancia del verbo con el sujeto? Pues bien: en griego era no
sólo permitido, sino usual, concertar el plural de los nombres
neutros con el singular de los verbos. En el entendimiento dos
negaciones se destruyen necesariamente una a otra, y así es también
casi siempre en el habla, sin que por eso deje de haber en castellano
circunstancias en que dos negaciones no afirmen.

2: Las
declinaciones de los latinizantes me recuerdan el proceder artístico
del pintor de hogaño, que, por parecerse a los antiguos maestros,
ponía golilla
y
ropilla
a los personajes que retrataba.

No debemos, pues, trasladar
ligeramente las afecciones de las ideas a los accidentes de las
palabras. Se ha errado no poco en filosofía suponiendo a la lengua
un trasunto fiel del pensamiento, y esta misma exagerada suposición
ha extraviado a la Gramática en dirección contraria: unos argüían
de la copia al original; otros del original a la copia. En el
lenguaje, lo convencional y arbitrario abraza mucho más de lo que
comúnmente se piensa. Es imposible que las creencias, los caprichos
de la imaginación y mil asociaciones casuales, no produjesen una
grandísima discrepancia en los medios de que se valen las lenguas
para manifestar lo que pase en el alma; discrepancia que va siendo
mayor, y mayor a medida que se apartan de su común origen. Estoy
dispuesto a oir con docilidad las objeciones que se hagan a lo que en
esta Gramática pareciere nuevo, aunque si bien se mira, se hallará
que en eso mismo algunas veces no innovo, sino restauro. La idea, por
ejemplo, que yo doy de los casos en la declinación, es la antigua y
genuina; y en atribuir la naturaleza de sustantivo al infinitivo, no
hago más que desenvolver una idea perfectamente enunciada en
Prisciano:
Vim nominis habet verbum infinitum; dico enim bonum
est legere, ut si dicam bona est lectio.
No he querido, sin
embargo, apoyarme en autoridades, porque para mí la sola irrecusable
en lo tocante a una lengua, es la lengua misma. Yo no me creo
autorizado para dividir lo que ella constantemente une, ni para
identificar lo que ella distingue. No miro las analogías de otros
idiomas sino como pruebas accesorias. Acepto las prácticas como la
lengua las presenta, sin imaginarias elipsis, sin otras explicaciones
que las que se reducen a ilustrar el uso por el uso.

Tal ha
sido mi lógica. En cuanto a los auxilios de que he procurado
aprovecharme, debo citar especialmente las obras de la Academia
Española y Gramática de D. Vicente Salvá. He mirado esta última
como el depósito más copioso de los modos de decir castellanos;
como un libro que ninguno de los que aspiran a hablar y escribir
correctamente nuestra lengua nativa debe dispensarse de leer y
consultar a menudo. Soy también deudor de algunas ideas al ingenioso
y docto D. Juan Antonio Puigblanch en las materias filológicas que
toca por incidencia en sus opúsculos; ni fuera justo olvidar a
Garcés, cuyo libro, aunque sólo se considere como un glosario de
voces y frases castellanas de los mejores tiempos, ilustradas con
oportunos ejemplos, no veo que merezca el desdén con que hoy se le
trata. Después de un trabajo tan importante como el de Salvá, lo
único que me parecía echarse de menos era una teoría que exhibiese
el sistema de la lengua en la generación y uso de sus inflexiones y
en estructura de sus oraciones, desembarazada de ciertas tradiciones
latinas que de ninguna manera le cuadran. Pero cuando digo teoría no
se crea que trato de especulaciones metafísicas. El Sr. Salvá
reprueba con razón aquellas abstracciones ideológicas que, como las
de un autor que cita, se alegan para legitimar lo que el uso
proscribe. Yo huyo de ellas, no sólo cuando contradicen al uso, sino
cuando se remontan sobre la mera práctica del lenguaje. La filosofía
de la Gramática la reducirla yo a representar el uso bajo las
fórmulas más comprensivas y simples. Fundar estas fórmulas en
otros procederes intelectuales que los que real y verdaderamente
guían al uso, es un lujo que la Gramática no há menester. Pero los
procederes intelectuales que real y verdaderamente le guian, o en
otros términos, el valor preciso de las inflexiones y las
combinaciones de las palabras, es un objeto necesario de
averiguación, y la Gramática que lo pase por alto no desempeñará
cumplidamente con su oficio. Como el Diccionario da el significado de
las raíces, a la Gramá-tica incumbe expresar el valor de las
inflexiones y combinaciones, y no sólo el natural y primitivo, sino
el secundario y el metafisico, siempre que hayan entrado en el uso
general de la lengua. Este es el campo que privativamente deberán
abrazar las especulaciones gramaticales, y al mismo tiempo el límite
que las circunscribe. Si alguna vez ha pasado este límite, ha sido
en brevísimas excursiones, cuando se trataba de discutir los
alegados fundamentos ideológicos de una doctrina, o cuando los
accidentes gramaticales revelaban algún proceder mental curioso;
trasgresiones,
por otra parte, tan raras, que seria demasiado rigor calificarlas de
importunas.

Algunos han censurado esta Gramática de difícil
y oscura. En los establecimientos de Santiago que la han adoptado, se
ha visto que esa dificultad es mucho mayor para los que, preocupados
por las doctrinas de otras Gramáticas, se desdeñan de leer con
atención la mía y de familiarizarse con su lenguaje, que para los
alumnos que forman por ella sus primeras nociones gramaticales.

Es,
por otra parte, una preocupación harto común la que nos hace creer
llano y fácil el estudio de una lengua, hasta el grado en que es
necesario para hablarla y escribirla correctamente. Hay en la
Gramática muchos puntos que no son accesibles a la inteligencia de
la primera edad; y por eso he
juzgado conveniente dividirla en
dos cursos, reducido el primero a las nociones menos difíciles y más
indispensables, y extensivo el segundo a aquellas partes del idioma
que piden un entendimiento algo ejercitado. Los he señalado con
diverso tipo y comprendido los dos en un solo tratado, no sólo para
evitar repeticiones, sino para proporcionar a los profesores del
primer curso el auxilio ile las explicaciones destinadas al segundo
si alguna vez las necesitaren. Creo, además, que esas explicaciones
no serán enteramente inútilesá los principiantes, porque, a medida
que adelantan, se les irán desvaneciendo gradualmente las
dificultades que para entenderlas se les ofrezcan. Por este medio
queda también al arbitrio de los profesores el añadir a las
lecciones de la enseñanza primaria todo aquello que de las del curso
posterior les pareciere a propósito, según la capacidad y
aprovechamiento de los alumnos. En las notas al pié de las páginas
llamo la atención a ciertas prácticas viciosas del habla popular de
los americanos, para que se conozcan y eviten, y dilucido algunas
doctrinas con observaciones que requieren el conocimiento de otras
lenguas. Finalmente, en las notas que he colocado al fin del libro me
extiendo sobre algunos puntos controvertibles, en que juzgué no
estarían de más las explicaciones para satisfacer a los lectores
instruidos. Parecerá, algunas veces, que se han acumulado
profusamente los ejemplos; pero sólo se ha hecho cuando se trataba
de oponer la práctica de escritores acreditados a novedades
viciosas, o de discutir puntos controvertidos, o de explicar ciertos
procederes de la lengua a que creia no haberse prestado atención
hasta ahora.

He creído también que en una Gramática
nacional no debían pasarse por alto ciertas formas y locuciones que
han desaparecido de la lengua corriente, ya porque el poeta, y aun el
prosista, no dejan de recurrir alguna vez a ellas, y ya porque su
conocimiento es necesario para la perfecta inteligencia de las obras
más estimadas de otras edades de la lengua. Era conveniente
manifestar el uso impropio que algunos hacen de ellas, y los
conceptos erróneos con que otros han querido explicarlas; y si soy
yo el que ha padecido error, sirvan mis desaciertos de estímulo a
escritores más competentes para emprender el mismo trabajo con mejor
suceso.

No tengo la pretensión de escribir para los
castellanos. Mis lecciones se dirigen a mis hermanos, los habitantes
de Hispano-América. Juzgo importante la conservación de la lengua
de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial
de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias
naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes.
Pero no es un purismo supersticioso lo que me atrevo a recomendarles.
El adelantamiento prodigioso de todas las ciencias y las artes, la
difusión de la cultura intelectual y las revoluciones políticas,
piden cada día nuevos signos para expresar ideas nuevas, y la
introducción de vocablos flamantes, tomados de las lenguas antiguas
y extranjeras, ha dejado ja de ofendernos, cuando no es
manifiestamente innecesaria o cuando no descubre la afectación y mal
gusto de los que piensan engalanar así lo que escriben. Hay otro
vicio peor, que es el prestar acepciones nuevas a las palabras y
frases conocidas, multiplicando las anfibologías de que por la
variedad de significados de cada palabra adolecen más o menos las
lenguas todas, y acaso en mayor proporción las que más se cultivan,
por el casi infinito número de ideas a que es preciso acomodar un
número necesariamente limitado de signos. Pero el mayor mal de
todos, y el que, si no se ataja, va a privarnos de las inapreciables
ventajas de un lenguaje común, es la avenida de neologismos de
construcción que inunda y enturbia mucha parte de lo que se escribe
en América, y alterando la estructura del idioma, tiende a
convertirlo en una multitud de dialectos irregulares, licenciosos,
bárbaros; embriones de idiomas futuros, que durante una larga
elaboración reproducirían en América lo que fué la Europa en el
tenebroso período de la corrupción dei latín. Chile, el Perú,
Buenos Aires, Méjico hablarían cada uno su lengua, o por mejor
decir, varias lenguas, como sucede en España, Italia y Francia,
donde dominan ciertos idiomas provinciales; pero viven a su lado
otros varios, oponiendo estorbos a la difusión de las luces, a la
ejecución de las leyes, a la administración del Estado, a la unidad
nacional. Una lengua es como un cuerpo viviente. Su vitalidad no
consiste en la constante identidad de elementos, sino en la regular

uniformidad de las funciones que éstos ejercen, y de que
proceden la forma y la índole que distinguen al lodo.

Sea
que yo exagere o no el peligro, él ha sido el principal motivo que
me ha inducido a componer esta obra, bajo tantos respectos superior a
mis fuerzas. Los lectores inteligentes que me honran leyéndola con
alguna atención, verán el cuidado que he puesto en demarcar, por
decirlo así, los
linderos que respeta el buen uso de nuestra
lengua, en medio de la soltura y libertad de esos giros; señalando
las corrupciones que más cunden hoy día, y manifestando la esencial
diferencia que existe entre las construcciones castellanas y las
extranjeras, que se les asemejan hasta cierto punto, y que solemos
imitar sin el debido discernimiento.

No se crea que
recomendando la conservación del castellano sea mi ánimo tachar de
vicioso y espúreo
todo lo que es peculiar de los americanos. Hay locuciones castizas
que en la Península pasan hoy por anticuadas, y que subsisten
tradicionalmente en Hispano-América. ¿Por qué proscribirlas? Si
según la práctica general de los americanos es más analógica la
conjugación de algún verbo, ¿por qué razón hemos de preferir lo
que caprichosamente haya prevalecido en Castilla? Si de raíces
castellanas hemos formado vocablos nuevos, según los procederes
ordinarios de derivación que el castellano reconoce, y de que se ha
servido y se sirve continuamente para aumentar su caudal, ¿qué
motivos hay para que nos avergoncemos de usarlos? Chile y Venezuela
tienen tanto derecho como Aragón y Andalucía para que se toleren
sus accidentales divergencias, cuando las patrocina la costumbre
uniforme y auténtica de la gente educada. En ellas se peca mucho
menos contra la pureza y corrección del lenguaje, que en las
locuciones afrancesadas, de que no dejan de estar salpicadas hoy día
aun las obras más estimadas de los escritores peninsulares.

He
dado cuenta de mis principios, de mi plan y de mi objeto, y he
reconocido, como era justo, mis obligaciones a los que me han
precedido. Señalo rumbos no explorados, y es probable que no siempre
haya hecho en ello las observaciones necesarias para deducir
generalidades exactas. Si todo lo que propongo de nuevo no pareciere
aceptable, mi ambición quedará satisfecha con que alguna parte lo
sea, y contribuya a la mejora de un ramo de enseñanza que no es
ciertamente el más lucido, pero es uno de los más necesarios.

La
lectura de los párrafos precedentes bastarán para demostrar que D.
Andrés Bello empleó en su trabajo el método experimental,
explicando asi científicamente la realidad. sin excederse en vagas y
filosóficas abstracciones que pudieran convertir la Gramática
castellana en Gramática de todas las
lenguas, y sin limitarse a
hacinar hechos y hechos, frases y palabras sin orden ni sistema.
Bello supo harmonizar en su libro los procedimientos intelectuales y
el uso del lenguaje, dando a cada uno de estos términos su justo
valor.

Otro mérito muy principal también de la obra de
Bello, fué el haber emancipado la Gramática castellana de las
tradiciones clásicas a que venía constantemente subyugada. Por él
fueron deshechas todas las reminiscencias latinas que habían guiado
en sus investigaciones filológicas castellanas a cuantos gramáticos
le habían precedido. Y he aquí que más bien puede por esto
calificarse de revolucionario en materia filológica a quien se ha
tratado de presentar por alguno como el renovador de las viejas
doctrinas literarias.
D. Andrés Bello alcanzó a hacer hasta
cinco ediciones de su Gramática, en cada una de las cuales introdujo
muchas e importantes variaciones; pues siempre tenía a la mano,
sobre su mesa, un ejemplar en cuyas márgenes apuntaba las enmiendas
que la reflexión o la práctica le sugerían.

Citaremos,
para concluir, todas las impresiones que hasta el día se han hecho
de la Gramática de D. Andrés Bello.
Sucesivas ediciones:

-Caracas. Reimpresa en la imprenta de V. Espinal (por la primera
edición, hecha en Santiago de Chile en 1847), 1850.
8.°-XVI
-333 págs.
Edición correctísima, como otra de Caracas de la
misma época. El impresor, Sr. Espinal, después de repetir el último
párrafo del prólogo del autor, que dice así: Concluyo advirtiendo
que la ortografía de este libro no es la del autor: habiendo cedido
su manuscrito para la presente edición, tuvo que aceptar, porque le
parecieron razonables, las condiciones de los editores, etc. añade
en nota lo siguiente: Por la respetuosa exactitud que nos hemos
creído obligados a observar con todo lo que ha salido de la preclara
pluma del Sr. Bello, hemos copiado este último párrafo que se
refiere a la edición de Santiago de Chile, que nos ha servido de
original, y el cual, sin duda, no puede referirse a la presente.
Porque nosotros pensamos que el ilustrado autor de esta excelente
obra quedará más satisfecho con la ortografía que en esta
reimpresión hemos seguido, que no es otra sino la autorizada hasta
el presente por la Real Academia Española… Nosotros la hemos
observado siempre en nuestra imprenta, porque en medio de la
confusión que los diversos pareceres han introducido en esta
materia, hemos tenido por lo más acertado conformarnos a las reglas
del Cuerpo científico que
está instituido para fijar y gobernar
el lenguaje castellano… En lo demás nos lisonjeamos también de
presentar al público una edición muy mejorada de un libro que sobre
interesar como producción de un célebre compatriota nuestro,
merecerla, por su propio mérito y utilidad, estamparse en dorados
caracteres. No sólo están corregidas en ella las copiosas erratas
de imprenta que el autor anotó, sino otras muchas, si no de más
gravedad. muy superiores en número. ¡Ojalá que nuestro pequeño
trabajo tipográfico sea grato al ilustre venezolano!…

-Gramática
castellana para uso de las escuelas, por D. Andrés Bello. Santiago,
imprenta de El Progreso, 1851.
8 °-55 págs.
Es un extracto
de la Gramática extensa.
-Nueva edición anotada por D.
Francisco Merino Ballesteros, Inspector general de Instrucción
primaria. Madrid, imprenta de la Biblioteca de educación y
enseñanza, Cervantes, 38, 1853.
8.°-VII -278 págs.
Está
dedicada a D. José Joaquín de Mora, que fué quien dio a conocer a
Ballesteros la Gramática de Bello.
-Valparaíso, imprenta del
Mercurio, 1853.
4.°-348 págs.
-Gramática castellana para
uso de las escuelas, por D. Andrés Bello. Segunda edición. Santiago
(de Chile), imprenta chilena, 1854.
8.°-54 págs.
Extracto
de la Gramática extensa.
-Valparaíso, imprenta del Mercurio,
1857. Cuarta edición.
4.°-378 págs.
Hay en ella
importantes variaciones.

Léese en el prólogo: … He
suprimido en el capítulo III la exposición del significado de las
partículas compositivas, no porque no me parezca asunto muy propio
de la Gramática, sino porque me reservo presentarlo bajo una forma
algo más ordenada y metódica. (Tal vez tuviera Bello hechos algunos
estudios sobre este particular; pero hasta el día ignoro que se
hayan encontrado estos borradores, ni tampoco da noticia de su
existencia el diligentísimo biógrafo de Bello, D. Miguel Luis
Amunátegui.) Otras variaciones importantes introdujo Bello en esta
edición, como por ejemplo en
el capítulo XXI, acerca de la
manera de distinguir y de conocer los modos del verbo. En la primera
edición definió el modo: La forma que toma el verbo para indicar
operaciones del entendimiento o emociones del ánimo. Y en la
presente sustituyó esta definición ideológica con la siguiente,
que es más gramatical y exacta: Modos: las inflexiones del verbo en
cuanto provienen de la influencia y régimen de una palabra o frase a
que esté o pueda estar subordinado. También reformó en esta
impresión explicaciones relativas a quien y a cuyo, y llamó
participio sustantivado al que antes había denominado participio
sustantivo.

-Bogotá. Reimpresa por Echeverría Hermanos (de
la cuarta edición de Valparaíso, 1857), 1860.
8.°-XV-315 + 2
hs. de Indice.
-Compendio de Gramática castellana para uso de
las escuelas, por D. Andrés Bello, Santiago (de Chile), 1862.

-Bogotá. Reimpresa por Echeverría Hermanos (de la cuarta
edición de Valparaíso, 1857), 186g.
-Valparaíso, 1870. Novena
edición: es reimpresión de la última que revisó Bello.
-Nueva
edición hecha sobre la novena de Valparaíso (1870), con notas y un
copioso Indice alfabético, por Rufino José Cuervo. Bogotá,
Echeverría Hermanos, editores, 1874.
8.°-XIII -414 págs.

Las
notas del Sr. Cuervo comienzan en la pág. 357, y el Indice en la
399. Estas adiciones son portento de erudición filológica y
sagacidad crítica, y realzan y amplían considerablemente las
doctrinas de Bello, aunque unas veces confirma el Sr. Cuervo las
ideas en la Gramática expuestas, y otras las discute e impugna.

Esta edición y sus reimpresiones de la obra de Bello, son las
más correctas de todas las que hasta el día se han hecho.
-Décima
edición. Madrid, imprenta, est. y galv. de Aribau y Compañía.
Madrid. librería de Leocadio López. Valparaíso, librería de los
Sres. Ternero y Torres, 1875.
8,°-XV-400 págs.
Es
reimpresión de la novena edición de Valparaíso.
-Undécima
edición. Madrid, imprenta de Aribau y Compañía, 1877.
-Madrid,
imprenta de Aribau y Compañía, 1878.
-Nueva edición, hecha
sobre la novena de Valparaíso (1S70), con notas y un copioso Indice
alfabético por Rufino José Cuervo. Cuarta impresión hecha en
Bogotá, por Echeverría Hermanos, editores, 1881.
4.°-XIV -401
págs.

El Sr. D. Miguel Antonio Caro, dando cuenta de las
novedades que había de contener esta reimpresión de la Gramática
de Bello, hecha por D. Rufino J. Cuervo, an-tes de que se publicara,
se explica de esta manera (A la memoria de Andrés Bello en su
centenario. Homenaje del Repertorio Colombiano; Bogotá, Librería
Americana, MDCCCLXXXI, págs. 110, 111):
Hemos visto en capillas
la parte impresa, y podemos asegurar que en punto de corrección y
escrupulosa revisión literaria y tipográfica, nada deja que desear
esta nueva edición bogotana…

Sin las particularísimas
circunstancias en que se halla el revisor Sr. Cuervo, enfrascado en
el estudio minucioso de los clásicos castellanos, el más entendido,
paciente y laborioso revisor no habría osado ni podido ejecutar el
trabajo de verificación de citas que por pasatiempo de erudición, a

medida que corregía las pruebas de imprenta, y auxiliado de su
prodigiosa memoria, ha desempeñado el filólogo bogotano.

Hoy
en obras de investigación, y mayormente en las filológicas, se
escrupuliza mucho en citar las autoridades con referencias completas
y señas ciertas del lugar de donde se ha tomado cada trascripción,
de suerte que sea facilísimo a cualquier lector verificar por sí
mismo cualquiera cita.

Bello (quizá por temor de erizar de
citas menudas las páginas de un libro destinado a la enseñanza) se
contenta con poner el nombre de cada autor, sin añadir ninguna
indicación bibliográfica. Y como en la Gramática se citan no pocos
autores y se copian cerca de mil pasajes, se comprende que Bello pudo
dejar, como dejó correr, desde la primera edición, algunas
trascripciones alteradas, sin que él mismo tuviese después medio de
comprobar el punto o de rectificar el yerro.

Cuervo,
verificando la mayor parte de las citas que trae Bello, ha
descubierto muchísimas alteraciones, que pudieran clasificarse así:

(a) Erratas que se deslizaron desde las primeras ediciones,
como Sabeto en vez de Sebeto, en un pasaje de la conocidísima égloga
de Figueroa.

(a1) Erratas que se introdujeron sólo en
algunas ediciones, acaso por correctores que enmendaron lo que no
entendían, tales como rubís
por
tabís
en este pasaje de Tirso:
La Pascua…
viste bizarra los
campos
de felpas y de tabís.

(b) Pasajes que Bello
alteró adrede introduciendo alguna voz que le pareció más propia,
más oportuna y más clara, como trbajos en vez de vidas, en
Divididos estaban caballeros y escuderos, éstos contándose sus
vidas y aquéllos sus amores, Cerv.; o un término más conciso y
usado (arrodillada en vez de arrojada a sus pies, Coloma; o quitando
una repetición, Qué ingenio puede haber en el mundo que pueda
presumir… Cerv.; qué ingenio habrá… Bello; o, en fin,
entresacando de un largo y embrollado período una frase bien hecha,
como una tomada de Alfonso Onceno, en el párrafo 112 de la
Gramática. Todo ello con el manifiesto propósito de dar la mejor
forma a pasajes que han de encomendarse a la memoria.

(b2)
Otros pasajes en que la corrección o alteración es de dudoso origen
y acaso inconveniente.

No hay paz que no alteres
ni honor
que no turbes;

dice Tirso de Molina, y Bello lee enturbies.

¿Los reyes tenéis por santo y por honesto
lo que os viene
más a cuento para reinar?
es interrogación que Mariana
introduce en boca de otro; Bello lee justo en vez de santo; no
advierte quién habla en Mariana, y quita la forma interrogativa, de
donde resulta convertirse en aforismo absoluto del escritor (y de un
jesuita) un pensamiento indirecto, figurado y dubitativo.

Por
nimio respeto, el Sr. Cuervo no ha corregido en el texto sino algunas
de las erratas patentes, salvando las demás en sus notas, donde
advierte asimismo muchas particularidades, por el estilo de las que
aquí hemos consignado como muestra de la memoriosa y sagacísima
investigación de este
fecundo y respetado amigo.

Mayor
libertad ha debido usar el señor Cuervo en cuanto a la corrección
de los pasajes que en la precedente clasificación hemos marcado,
pues la ligereza con que Bello citaba a veces está comprobada por la
confesión que en la última nota de la edición primera estampó
acerca de esta cita de Cervantes: El sosiego, el lugar apacible…
son parte para que los poetas más estériles se muestren fecundos…
Observo de paso, dice en la nota mencionada, que en el ejemplo de
Cervantes, por un desliz de la memoria, he puesto los poetas en lugar
de las Musas, y fecundos por fecundas, no sin detrimento de la
hermosura del pasaje.

-Décimatercia edición. Madrid,
imprenta de Aribau y Compañía, 1883.
-Santiago de Chile.
Impreso por Pedro G. Ramírez, 1883.
4.°-XLII -494 págs.

Constituye el volumen IV, 1883, de las Obras Completas de
Bello que el Gobierno nacional ha publicado en Santiago de Chile,
bajo la dirección del Consejo de Instrucción pública. Lleva las
notas de D. Rufino J. Cuervo, un índice de materias y otro
alfabético; y además, al comienzo, un discurso pronunciado por el
Decano de la Facultad de Humanidades de Chile, D. Francisco Vargas
Fontecilla, en el primer centenario del nacimiento de D. Andrés
Bello. -En el tomo V de esta misma colección de las Obras Completas
de Bello, publicadas por el gobierno chileno, insertóse (págs.
303-378) el Compendio de gramática castellana para el uso de las
escudas primarias.

-Décimacuarta edición. Madrid. librería
de Leocadio López, 1887.
8.°-XV -400 págs.

-Edición
hecha sobre la última del autor, con extensas notas y un copioso
Indice de D. Rufino José Cuervo. París, A. Roger y F. Chernoviz,
editores, 1891.
4.°-VIII + 364 + 112 págs.

-Compendio
de gramática castellana escrito para el uso de las escuelas
primarias, por D. Andrés Bello. Págs. 99-207 del tomo 89 de la
Colección de escritores caslellanos. Obras completas de D. Andrés
Bello. Opúsculos gramaticales. II. Madrid, imprenta y fundición de
M. Tello, 1891.

1848.

209. Observaciones curiosas
sobre Lengua castellana, o sea Manual práctico de la Gramática de
dicha lengua, por D. Ulpiano González. Bogotá, 1848.

Dice
el autor en la introducción: Para la formación de este libro he
consultado las Gramáticas de Salvá y de Martínez López; los
Principios de Ortología, Prosodia y Métrica de Bello, y el
Diccionario de la Academia Española, publicado por el primero en
1846, copiando muchos de los pasajes de tales obras íntegramente
cuando lo he conceptuado necesario.

Lo más notable y
original de este libro es el cuadro de errores que va al final, y en
el que se hallan coleccionados muchos de los dichos o frases
populares de Colombia con su correspondiente corrección. Cábele la
honra a D. Ulpiano González de haber iniciado este estudio auxiliar
de la Gramática para los Estados colombianos, que ha llegado a la
suma perfección en las Apuntaciones del Sr. Cuervo.

210.
Nuevo epítome de Gramática Castellana, o método sencillo de
enseñar la lengua castellana por los principios generales a la
filosofía común de las lenguas, arreglada también a la latina para

facilitar su estudio. Novísima edición.
Puesta en diálogo,
i siguiendo los principios de la Academia Española, por Don Juan de
Mata i Araujo, Catedrático de Humanidades de la extinguida Real casa
de Caballeros Pages de S. M. i actualmente de Literatura i perfección
de Latín en la Universidad de Madrid. Director de la Academia
Nacional Greco-Latina… Madrid. 1848. Imprenta de Don Norberto
Llorenci…
8.°-135 págs. – Texto: Analogía, Sintaxis,
Ortografía y Prosodia.

En el año de 1886 se hacía ya la
décima-quinta edición de este libro.
8.°-128 págs.

1850.

211. Compendio de Gramática Castellana, según las doctrinas
de D. Pedro Martínez López, por el Doctor Antonio González Carazo.
-Artículos publicados, el año 1850, en la Gaceta Mercantil de

Santamarta y en La Democracia de Cartagena de Indias.

El
autor parece que compuso el año 1849, en Santamarta, un libro, del
cual formaban parte los estudios que dió a la prensa periódica;
pero aunque obtuvo privilegio ea 1850, no llegó a publicarlo.

González Carazo sirvióse solamente de su compendio para la
enseñanza de nuestra lengua.

212. Compendio de Gramática
castellana, según las doctrinas de Don Pedro Martínez López, por
el Doctor Juan Manuel Pérez. Santamarta (Colombia), 1850.

Empleábalo el autor para la enseñanza del castellano, a que
se dedicaba. A pesar de esto circuló muy poco, y hoy son rarísimos
los ejemplares de este compendio.

El Dr. Pérez sostuvo en la
Gaceta Mercantil, de Santamarta, una controversia con González
Carazo, a propósito de este tratado gramatical.

213.
Compendio de Sintaxis Castellana, arreglado por D. José Ortega y
Espinos, catedrático de latín y castellano en la Universidad de
Barcelona. Barcelona, imprenta de Tomás Gorchs… 1850.
8.°-56
págs.
El autor sigue las teorías de la Academia Española.

1851.

214. Cuadro filosófico elemental de la lengua
española; analítico de las aberraciones sancionadas en los
Diccionarios impresos hasta el día. Su autor D. J. M. Álvarez
Moreda. Madrid. 1851: imprenta de José Rodríguez.
Un pliego
doble de marca imperial.
Tiene 15 columnas: en la primera y
decima quinta se explica el objeto y manera de usar del cuadro. Las
restantes contienen la lista alfabética de 580 elementos
(desinencias, prefijos y voces radicales), tomados por nuestra lengua
del griego y del latín.

1852.

215. Elementos de
Gramática castellana con los principales procedimientos que para su
enseñanza deben emplear los profesores, por D. Leandro Boned.
Inspector de instrucción primaria de la provincia de Zaragoza.
Zaragoza, imprenta de Antonio Gallifa, 1852.
4.°-96 págs. + 1
de erratas.
216. Compendio de Gramática Española, basado en
principios lógicos y arreglada su ortografía a la de la Academia,
por Don Antonio Valcárcel y Cordero. -Segunda edición, corregida.
-Madrid: imprenta de A. Vicente, calle de Lavapiés, núm. 40. -1852.

8.°, rústica. -93 págs.

En este compendio nótase
cierta originalidad de doctrina y de plan; pues el autor ha querido
hacer un tratadito filosófico con no mucha fortuna por cierto, y
desatendiendo lo más comúnmente aceptado.

217. Principies
of grammar (Spanish, etc.) By S. Barrett. Philadelphia, 1852.
8°.

218. Gramática castellana elemental para niños, por el
Dr. D. Jerónimo E. Blanco. Caracas, 1852.

La segunda y la tercera edición de esta
Gramática se hicieron también en Caracas, años 1856 y 1866
respectivamente; la tercera notablemente corregida y mejorada y
seguida de un Apéndice sobre la historia de la lengua castellana.

Séptima edición:
-Gramática castellana elemental para
niños, por el Dr. Jerónimo E. Blanco, Catedrático benemérito por
la Facultad de Filología y la de Ciencias médicas de la ilustre
Universidad de Caracas, Miembro de la Academia Española en la clase
de Correspondiente extranjero. Obra aprobada por la Dirección
general de Instrucción pública y adoptada por los Profesores de
primeras letras. -Séptima edición, corregida y mejorada. -Caracas,
Rojas hermanos, libreros-editores. 1879, -Imprenta de J. A.
Segrestáa. Puerto Cabello (Venezuela), 1879.
Libro empastado de
193 págs, en 8.° mayor.
Privilegio del Gobierno de Venezuela a
5 de diciembre de 1851.
El acuerdo aprobatorio de la Dirección
general de Instrucción pública de Caracas está fechado a 22 de
octubre de 1852.
En una de las dos advertencias que tiene del
autor, dice éste que no ha hecho otra cosa que presentar en cierto
orden y en forma de catecismo las reglas del lenguaje, tratadas por
la Academia y por personas tan ilustradas en la materia, como Salvá,
Martínez López, Bello, etc. autoridades legítimas en verdad,
porque han contribuido con ideas propias más o menos felices a
perfeccionar la buena locución castellana.

1853.

219.
Compendio de la Gramática castellana, por un granadino (D. Santiago
Pérez), Bogotá. 1853.
Otra edición: Cartagena (de Indias),
1860.
Compuesto con las doctrinas de Salvá,
Sicilia, Bello y
Martínez López; nuevo en la forma, copioso en reglas, muy metódico
y completo en las partes gramaticales.

220. Gramática
filosófica de la lengua española. Obra basada principalmente en la
que escribió el Bachiller Don A. M. de Novoa, por D. José Segundo
Florez. París, 1853.

Una segunda edición, corregida y
aumentada, fué publicada en París, año de 1856.

1854.

221. Catecismo de Gramática castellana, por D. José de
Urcullu. Bogotá, 1804.
Este fecundo autor de libros didácticos,
muy conocido en la América española desde los primeros años de su
independencia, adoptó las doctrinas de la Academia para componer su
epítome, ilustrado con apéndices y notas importantes. Los editores
añadieron al Catecismo un breve Tratado de Prosodia y otro de
Ortografía en que hay algunas novedades.

222. Compendio de
Gramática castellana, compuesto con arreglo a las doctrinas de la
Gramática de Bello, por D. José Olegario Reyes, para uso de las
escuelas municipales de Valparaíso. Valparaíso, imp. de El Diario,
1854.
8.°-126 págs.
Otra edición: Valparaíso, imprenta
del Comercio, 1856.
8.°-119 págs.
Otra edición: Novena.
Valparaíso. Librería Española, 1865.
8.°-128 págs.

223.
Curso elemental de la lengua española, redactado con la posible
sujeción a los principios de la Gramática general, por el Profesor
D. Isidoro Fernández Monje. Madrid. librería de Don León Pablo
Villaverde, 1854. Imprenta de Julián Peña, Cava Alta, 44.

8.°-Pasta. -415 págs.
Puede estimarse como un tratado,
bastante bien razonado, de gramática y literatura españolas, aunque
muy sucinto en la parte literaria y en la métrica.

224.
Gramática castellana, por el ingeniero Olegario Meneses. Caracas,
1854.

1856.

225. De la conjugación de los verbos.
Extracto para el uso de los niños chicos de la Escuela superior de
Santiago, por José Bernardo Suárez. Santiago (de Chile), imp.
Nacional, 1856.
4.° -16 págs.

226. Compendio de la
Gramática castellana de D. Vicente Salvá, corregido y aumentado con
vista de otras gramáticas por el Dr. D. Juan A. Salazar y Morales.
Bogotá, 1856.

Entre las teorías de Salvá y otros
gramáticos, presenta el autor varias doctrinas que acreditan su
ingenio y buenos estudios.
Hasta el año de 1865 aparecieron tres
ediciones de este libro.

227. Conocimiento de los tiempos de
la conjugación castellana, por Don Bartolomé Milá de la Roca y
Valenzuela. Cumaná, 1856.

1857.

228. Epítome de la
Gramática de la lengua castellana, dispuesto por la Real Academia
Española para la primera enseñanza elemental. (Esc. de la Acad.)
Madrid, en la Imprenta Nacional, 1857.
8.°-64 págs.
-Segunda
edición, aumentada con preguntas. Madrid, en la Imprenta Nacional,
1858.
-Tercera edición. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1858.

-Cuarta edición. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1859.
-Quinta
edición. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1859.
-Sexta edición.
Madrid, en la Imprenta Nacional, 1860.
-Séptima edición.
Madrid, en la Imprenta Nacional, 1860.
-Octava edición,
arreglada en preguntas y respuestas. Madrid, en la Imprenta Nacional,
1861.
-Novena edición. Igual año e impresión.
-Décima
edición. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1862.
-Undécima
edición. Igual año e impresor.
-Duodécima edición. Madrid, en
la Imprenta Nacional, 1863.
-Décima tercera edición. Madrid, en
la Imprenta Nacional, 1864.
-Décima cuarta edición. Madrid, en
la Imprenta Nacional, 1865.
-Décima quinta edición. Madrid.
Imprenta Nacional, 1866.
-Décima sexta edición. Madrid,
imprenta de José Rodríguez, 1867.
-Décima séptima edición.
Igual imprenta, 1868.
-Décima octava edición. Igual imprenta,
1869.
-Décima novena edición. Igual imprenta, 1869.

Desde
el año de 1870 comenzó la Academia a publicar otra serie de
ediciones de este Epítome; las cuales indicamos en el número
siguiente.

229. Epítome de analogía y sintaxis según la
Gramática nuevamente publicada por la Academia Española y dispuesto
por la misma para la primera enseñanza elemental. Madrid: imp. de
José Rodríguez, Calvario, 18, 1870.
8.°-69 págs.
-Segunda
edición. Igual impresor, 1871.
-Tercera edición. Igual
impresor, 1872.
-Cuarta edición. Igual impresor y año de 1872,

-Quinta edición. Igual impresor y año de 1872.
-Sexta
edición. Igual impresor y año de 1872.
-Séptima edición.
Igual impresor, 1873.
-Octava edición. Igual impresor y año de
1873.
-Novena edición. Igual impresor, 1874.
-Décima
edición. Igual impresor y año de 1874.
-Undécima edición.
Igual impresor y año de 1874.
-Duodécima edición. Igual
impresor, 1875.
-Décima tercia edición. Igual impresor y año
de 1875.
-Décima cuarta edición. Igual impresor, 1876.
-Décima
quinta edición. Igual impresor y año de 1876.
-Décima sexta
edición. Igual impresor, 1877.
-Décima séptima edición. Igual
impresor y año de 1877.
-Décima octava edición. Madrid.
Gregorio Hernando, impresor y librero de la Real Academia Española,
1878.
-Décima nona edición. Madrid. Hernando, 1878.
-Vigésima
edición. Madrid. Hernando, 1879.
-Vigésima primera edición.
Madrid. Hernando, 1879.
-Vigésima segunda edición. Madrid.
Hernando, 1880.
-Vigésima tercera edición. Igual impresor y
año.
-Vigésima cuarta edición. Madrid. Hernando, 1881.

-Vigésima quinta edición. Madrid. Hernando, 1882,
-Vigésima
sexta edición. Madrid. Hernando, 1884.
-Vigésima séptima
edición. Madrid. Hernando, 1885.
-Vigésima octava edición.
Madrid. Hernando, 1886.
-Vigésima novena edición. Madrid. Viuda
de Hernando y Compañía, 1886. Como
puede inferirse por el nombre de la imprenta, ya se había muerto
Hernando, cansado de tanto imprimir
.
-Trigésima
edición. Madrid. Viuda de Hernando, 1887.
-Trigésima primera
edición. Madrid. Viuda de Hernando, 1888.
-Trigésima segunda
edición, Madrid. Viuda de Hernando y Compañía, 1889.
-Trigésima
tercera edición. Madrid. Viuda de Hernando y Compañía, 1890.

-Trigésima cuarta edición. Madrid. Viuda de Hernando, 1891.

-Trigésima quinta edición. Madrid. Viuda de Hernando, 1892.

230. Compendio de la Gramática de la lengua castellana,
dispuesto por la Real Academia Española, para la segunda enseñanza.
(Esc. de la Acad.) Madrid, en la Imprenta Nacional, 1857.
4.°-34
págs. + 122 págs. + 1 de índ.
-Segunda edición. Madrid, en la
Imprenta Nacional, 1858.
4.°-123 págs. + 1 de índ.
Tercera
edición. Madrid, en la imprenta Nacional, 1860.
4.°-Igual texto
y páginas que la anterior.
-Cuarta edición. Madrid, en la
Imprenta Nacional, 1861.
4.°-Igual texto y páginas que las
precedentes.
-Quinta edición. Madrid, en la Imprenta Nacional,
1863.
4.° -Igual texto y páginas que las precedentes.
-Sexta
edición. Madrid. Imprenta Nacional, 1864.
4.°-Idem.
-Séptima
edición. Madrid. Imprenta Nacional, 1866.
4.°-Idem.
-Octava
edición. Madrid: 1867. Imprenta de D. Alejandro Gómez Fuentenebro,
Colegiata, 6.
4.°-Idem.
-Novena edición. Madrid: 1867.
Imprenta de D. Alejandro Gómez Fuentenebro, Colegiata, 6.
4.°-Idem.

-Décima edición. Madrid, imprenta y estereotipia de M.
Rivadeneyra, calle del Duque de Osuna, núm. 3. 1868.
4.°-Idem.

-Undécima edición, reformada. Madrid, imprenta y estereotipia
de M. Rivadeneyra, calle del Duque de Osuna, núm. 3. 1870.
4.°-125
págs. + 1 de índ.
-Duodécima edición, reformada. Madrid,
imprenta y fundición de Manuel Tello, Isabel la Católica, 23. 1873.

4.° -124 págs. + I de índ.
-Décima tercera edición,
reformada. Madrid, imprenta y fundición de Manuel Tello, Isabel la
Católica, 23. 1875.
4.°-123 págs. + I de índ.
-Décima
cuarta edición, reformada. Madrid: Gregorio Hernando, impresor y
librero de la Real Academia Española. 1879.
4.°-123 págs. + I
de índ.
-Décima quinta edición, reformada. Madrid: Gregorio
Hernando, impresor y librero de la Real Academia Española. 1881.
4.
-142 págs.
-Décima sexta edición, reformada. Madrid: Gregorio
Hernando. 1882.
8.°-Idem.
-Décima séptima edición,
reformada. Madrid: Gregorio Hernando. 1885.
4.°-135 págs. -(-I
de índ.
-Décima octava edición, reformada. Madrid: Viuda de
Hernando y Compañía. 1886.
4.°-155 págs. + 1 de índ.

-Décima nona edición, reformada. Madrid: Viuda de Hernando y
Compañía. 1887.
4.°-Idem.
-Vigésima edición. Madrid:
Viuda de Hernando y Compañía, 1889.
4.°-155 págs. + I de índ.

-Vigésima primera edición. Madrid: Viuda de Hernando y
Compañía, 1891.
4.°-Idem.

231. Libro primario (para
aprender la lengua castellana), por E. Mandevil. New-York, 1857.

232. Estudios filológicos: o sea examen razonado del empleo
de los verbos ser y estar; del uso de los tiempos del subgenitivo;
del de las preposiciones por y para; de los accidentes del adjetivo y

de los pronombres. Dificultades principales en la Lengua
española. Trozos escogidos en prosa y verso de los más distinguidos
autores clásicos. Y un apéndice, en el que se desenvuelven con
novedad e interés las dificultades de la preposición a. Y las que
ofrece la formación de los aumentativos y diminutivos, con varias
etimologías curiosas. Todo en conformidad de las doctrinas de los
más eminentes filólogos, por entre los que figuran D. Juan
Calderón, Puigblanch, Salvá, López Maurel y la Academia. (Un
lema.) Por Manuel Martínez de Morentin, autor del Espíritu de las
ordenanzas y el Despotismo militar. Cuatro verdades desnudas, España
como fué y España como es, etc.; Profesor de Lenguas y Literatura
española del London Athenaeum; del Manor house school, Finchley, y
de la ciudad (the city). Londres. Publican la obra Trübner y Cía…
1857.
(Precede a esta portada un frontis con el título muy
abreviado.)
4.°-516 págs. – Signs. b-c, B-Z, 2A-2Z,
3A-3Z.
Frontis. -Port. – Ded. -Introd. – Texto. – Ind.

233.
Gramática elemental de la lengua española, por el presbítero D.
José Ramon
Saavedra. Santiago (de Chile), imprenta de la Sociedad, 1857,

4.°-171 págs.
-Segunda edición, modificada. Santiago (de
Chile), imprenta de La Opinión, 1859.
4.° mayor. -198 págs.

1858.

234. Elementos de Gramática de la lengua
castellana para la enseñanza de la juventud. por D. Zoilo Villar.
Socorro (Colombia), 1858.

Predominan en el libro las
doctrinas de Martínez López, y su parte más estimable es la
dedicada al Análisis gramatical y lógico.

1859.

235.
Elementos de Gramática castellana, por los Dres. Juan Illas y Vidal
y Laureano Figuerola. Barcelona, 1859.
Obra aprobada por Reales
órdenes de 30 de junio de 1848 y 20 de mayo de 1852 para las
escuelas de instrucción primaria.
8.°-104 págs.

El año
de 1869 se publicaba ya la trigésima tercera edición.

236.
Tratado de Análisis lógico i gramatical de la lengua castellana,
por D. Félix Arriagada. Santiago (de Chile), imp. de la Sociedad.
1859.
8.°-81 págs.

237. El Libro del Estudiante, por el
Dr. José Joaquín Ortiz. Bogotá, 1859.

Hay un compendio de
Gramática castellana, y de él se han hecho cinco ediciones,
habiéndose impreso la quinta en Bogotá, año de 1868.

238.
Grammaire complete de la langue espagnole d´après celle de
l´Academie royale de Madrid. (etc.), par l´Abbé Pedro María de
Torrecilla… París,
1859 (en la cubierta), 1860 (en la portada).

Esta es la
primera parte, que completan tres volúmenes más:
2: Texte
grammatical espagnol. 3: Exercises pour lapplication du Texte à la
grammaire, et pour le génie comparé des deux langues. 4:
Lexicologie espagnole: traité de la formation, des racines, des
familles, des mots espagnols contenus dans le Texte, et de tout ce
qui se rattache à la structure et a la dérivation des mots.

1860.

239. Tratado de Gramática castellana, por Joaquín Andrés
de Dueñas. Habana, imprenta de El Tiempo, 1860.

240.
Análisis gramatical y lógico de la Lengua castellana, estrictamente
arreglado a la doctrina y método de la Gramática y Ortografía de
la Real Academia Española, por D. Eduardo de Echevarría y D.
Valentín Zabala, Profesores de instrucción pública. Zaragoza.
1860, imprenta de D. Calixto Ariño.
8.°-30 págs. y una de índ.

1861.

241. Cuestiones filológicas sobre algunos
puntos de la Ortografía, de la Gramática y del Origen de la lengua
castellana, y sobre lo que debe la literatura española a la nobleza
de la nación, por D. Antonio José de Irisarri. Tomo primero. Nueva
York, imprenta de Esteban Hallet, 107, calle de Fulton, 1861.

8.°-398 págs.

Contiene el tomo, relativamente a
analogía y sintaxis, las cuestiones siguientes:
-¿Cuántos son
los géneros de los nombres en castellano, en qué se conocen y para
qué sirven?
-Sobre si hay declinaciones en los nombres
castellanos.
-¿Qué casos del pronombre él son le y lo, les y
los?
-¿Qué parte de la oración es la?

-Sobre las concordancias de la lengua castellana.

El
autor promete en el Prólogo tratar en el segundo tomo de su obra del
sistema de formación que se observa en nuestros nombres sustantivos
y adjetivos derivados de verbos y de oíros nombres primitivos; de si
son o no galicismos algunos giros de los que entre ciertos escritores
pasan por tales, a pesar de hallarse usados por nuestros escritores
más puristas y castizos, y de si nuestros gramáticos han tratado
debidamente el punto de las conjugaciones de nuestros verbos.

242.
Breve tratado de análisis gramatical y lógico de las oraciones y
períodos, por D. Lope Alonso Barahona, profesor superior y normal de
Instrucción primaria y primer maestro de las Escuelas
públicas
de Madrid. Madrid. 1861.
8.°-53 págs.
1862.

243.
Explicaciones sobre el significado temporal de las formas verbales,
tomadas de la Gramática de D. Andrés Bello. Santiago,
Independencia, 1862.
8.°-62 págs.

244. Informe del Sr.
Vargas Fontecilla sobre el Compendio de la Gramática castellana de
Bello. Santiago, 1862. -Artículo en los Anales de la Universidad de
Chile, Mayo de 1862.

245. Gramática de la lengua castellana,
arreglada al prontuario de Ortografía de la Real Academia Española.
Palma, 1863, imprenta de F. Guasp.
8.°-124 págs.

246.
Compendio de Gramática española, arreglado para uso de los niños,
por Lorenzo Pahisa y Ribas. Barcelona, 1863, imprenta de V. Domenech.

8.° may. -126 págs.

1864.

247. Conocimiento de
las partes de discurso y de sus principales accidentes, por D. Simon
de Lavalle y el Dr. Juan N. Pombo. Cartagena (de Indias), sin año
(1864).

Es un extracto metódico de esta parte de la
Gramática de la Academia Española.

Hiciéronse de este
epítome varias ediciones en pocos años.

248. Manual del
estudiante, publicado por D. Nicolás Gómez. Bogotá, 1864.
Lleva
un Compendio de Gramática castellana.
Hay otra edición de este
Manual.

1865.

249. Compendio de la Gramática
castellana de D. Andrés Bello, escrito para el uso de las escuelas
de la América española por D. T. Arnaldo Marquez.
Bogotá, 1865.

Este compendio es un extracto fielmente hecho
de la obra de D. Andrés Bello.
Otra edición: Nueva York, D.
Appleton y Compañía, 1, 3 y 5, Bond Street, 1889.
8.°-165
págs.

1866.

250. Gramática elemental de la lengua
castellana, por el Dr. José Tomás González. Puerto Cabello,
imprenta y librería de D. A. Segrestáa, 1866,

251. Tratado
de Analogía y Sintaxis, por el Dr. Dionisio H. Araujo. Cartagena (de
Indias), 1866.
Está en forma de catecismo, y sus doctrinas son
las de la Academia y Salvá. Hay otras ediciones posteriores.

252.
Compendio de Gramática castellana, por el Dr. Rafael Julián
Castillo. San Cristóbal (Venezuela), 1866.
1867.

253.
Cuestiones gramaticales. Artículos publicados por el venezolano D.
Ricardo Ovidio Limardo en La Enseñanza, revista general de
instrucción pública, archivos y bibliotecas, dirigida por D. Juan
Uña, impresa en Madrid por Pascual Conesa. Págs. 389-393, año III,
núm. 49, 10 octubre 1867; páginas 19-23, año III, núm. 50, 25
octubre 1867; págs. 34-40, año III, número 51, 10 noviembre 1867.

También en la Opinión Nacional de Caracas publicó este
distinguido americano, por estos mismos años, algunos artículos
gramaticales.

254. Gramática de la lengua latina para el uso
de los que hablan castellano, por D. Miguel A. Caro y D. Rufino J.
Cuervo. Bogotá, 1867.
-Segunda edición: Corregida,
considerablemente aumentada y adicionada con un tratado de Prosodia.
Bogotá, 1869.
-Gramática de la Lengua latina para uso de los
que hablan castellano, por D. M. A. Caray D. R. J. Cuervo… Texto
aumentado con dos cursos de ejercicios, adoptado para la enseñanza
en el Seminario conciliar de Bogotá y en el Colegio mayor de Nuestra
Señora del Rosario. Cuarta edición, revisada. Bogotá, Echeverría
hermanos, editores, 1886.

4.°-XVI -384 págs.

Las
observaciones que hay sobre el castellano son abundantes e
importantísimas. Remontándose a los orígenes de nuestra lengua,
los autores consignan porción considerable de hechos y observaciones
históricas.

La Real Academia Española en un dictamen que,
acerca de la Gramática latina escrita por D. Francisco Jiménez
Lomas, dirigió al Director de Instrucción pública el 24 de febrero
de 1882, suscrito por el Secretario perpetuo de aquella Corporación,
D. Manuel Tamayo y Baus, dice lo siguiente:
…Quizá hubiera
sido muy útil que el autor consultase de vez en cuando la muy
excelente Gramática de nuestros doctos académicos correspondientes,
D. Miguel Antonio Cavo y D. Rufino José Cuervo, impresa años hace
en Bogotá, obra magistral y la mejor de su género en nuestro
idioma.

1868.

255. Lecciones teóricas y prácticas
de Gramática castellana, por el Sr. Miguel F. Guillou. Santiago de
Chile, 1868.
Obra aprobada por la Universidad y adoptada por el
Supremo Gobierno de Chile para el uso de las escuelas.
El autor
dice en el prólogo que sólo se propone exponer las doctrinas de
Bello, a pesar de lo cual divide la Gramática en cuatro partes, y es
partidario de algunas de las antiguas formas.
Escribió también
un Curso teórico -práctico de la lengua francesa.

256.
Compendio sintético de Gramática castellana, por Lucas del Cuervo.
Caracas, 1868.
257. Compendio de Gramática castellana, aprobado
por la Universidad como texto de enseñanza para las escuelas y
colegios particulares de la República, por D. Heriberto Frías.
Santiago
(de Chile), 1868.
El autor era Profesor de Lengua
castellana en el Liceo de Talca, y sigue en su libro las teorías de
Bello.

1869.

258. Conocimiento de las partes del
discurso y de sus principales accidentes, o Introducción al estudio
del español, para servir de texto a las clases inferiores en el
Colegio de Lavalle y Pombo. Aprobado como texto de enseñanza del
Colegio de señoritas de la ciudad valerosa de Mompós. Por un
entusiasta R. M. E. -Quinta edición. París, librería de Rosa y
Bouret, 1869, imprenta Walder.
Folleto en 8.°-70 págs.
Es
una obrita rudimentaria hecha para las clases primaria y elemental
del referido Colegio de Lavalle y Pombo.
En punto a doctrina,
tiene mezcla de todo.

259. Gramática de la Lengua
castellana, por D. Fernando Gómez de Salazar. Madrid, imprenta de F.
Escamez, 1869.
4.°-LIX -148 págs. + 2 de índ.

El
autor, que ha escrito este libro para la enseñanza de la juventud,
expone en el prólogo (que ocupa toda la paginación con números
romanos) algunos principios de Gramática general; e intenta corregir
las definiciones y clasificaciones, ideas y ejemplos sustentados en
la Gramática de la Academia Española, cuyo orden sigue. Yerra el
autor muchas veces y raya en lo pueril con frecuencia.
Esta
Gramática tiene dos partes: Analogía y Sintaxis.

260.
Gramática castellana teórico -práctica en todas sus partes. Obra
acomodada a las necesidades de esta asignatura en las Escuelas
normales, escrita por D. Gregorio Herrainz. Madrid, 1869.

4.°-186
págs.

261. El Institutor, publicado por D. José B. Gaitan.
Bogotá, 1869.
Lleva un compendio de Gramática castellana.

262. Nuevo compendio de la Gramática castellana de D. Andrés
Bello, cotejado con la extensa de este Académico, por César C.
Guzman.
Bogotá, Gaitan, 1869.
Se han hecho varias ediciones en sucesivos
años.
Es libro de texto en la Universidad de Colombia, en varios
establecimientos oficiales de enseñanza y en algunos colegios
particulares.

1870.

263. Composición y Gramática
práctica para las escuelas primarias. Obra escrita por César C.
Guzman, ex-Director de Instrucción pública de los Estados-Unidos de
Colombia. Cuarta edición. Libro del Maestro. París, librería
Hachette y Cía. 79, boulevard Saint-Germain. (No hay fecha.)
Tipografía de M. Lahure, calle de Fleurus, 9.
8.° -175 págs.
-Pasta.
Método práctico para la composición gramatical y el
conocimiento de las partes de la oración y de la sintaxis, según el
sistema objetivo.
En la breve introducción que tiene el libro,
dice el autor:

Como el plan y el método adoptados en el
texto se apartan totalmente de los seguidos hasta hoy por los autores
de obras de esta especie en el país (Colombia), nos creemos en el
deber de hacer a los maestros una explicación especial de cada
lección, para que, penetrados ellos del sistema, puedan beneficiarlo
satisfactoriamente. En consecuencia, uno será el libro del maestro y
otro el del discípulo…

En efecto: las catorce primeras
lecciones del texto están precedidas de otras tantas explicaciones
previas para el maestro.
En la otra cédula del mismo autor se
copia sólo el título, con la diferencia de que, en vez de Libro del
Maestro, es Libro del Niño, y contiene ejercicios diversos de éste.

El año de 1873 se hizo en París la tercera edición de esta
obrita, que es un extracto de Bello en sus doctrinas, y que, siendo
muy popular en los Estados de la República de Colombia, sirve de
texto en la Universidad y en varias escuelas oficiales y colegios
particulares.
Otra edición: Bogotá, 1875.
Otra: París,
librería Hachette, imprenta de A. Lahure.
8.°-188 págs.

264.
Tratado del participio, por Don Miguel Antonio Caro. Publicado en los
Anales de la Universidad de Colombia, núm. 18, Junio de 1870.

Con
fina crítica y erudición selecta, defiende el autor que el derivado
verbal que llamamos gerundio, es por lo común un verdadero
participio de presente.

265. Compendio de Gramática
castellana, formado en vista de otros autores, y puesto al alcance de
los niños, por D. Enrique Álvarez B. Chiquinquirá (Colombia). 1870
-1871.
-Segunda edición, notablemente aumentada, impresa también
en Chiquinquirá, año de 1876.

266. Compendio de Gramática
castellana, por el Presbítero Juan Andrés Domínguez. Barquisimeto
(Venezuela), 1870.

267. Gramática castellana para escuelas
primarias, según D. Andrés Bello y otros autores, por el Dr. Ramón
Isidro Montes y José Ramon
Camejo. Ciudad Bolívar, imprenta de El Boletín Comercial, 1870.

268. Guía gramatical, por D. Amenodoro Urdaneta. Caracas,
1870.

269. Elementos de Gramática castellana, o sea
Colección de las reglas más usuales del lenguaje, escogidas de los
mejores autores, para el uso de los niños, por D. Juan de D.
Bustamante. Socorro (Colombia), 1870.
Hay otra edición hecha el
mismo año en San Cristóbal (Venezuela).

270. Elementos de
Literatura española, que comprenden la Gramática, la Versificación,
la Poética y la Retórica, por D. Eustaquio Palacios, Cali
(Colombia), 1870-1871.

Las doctrinas de Salvá y de la
Academia, con algunas originales o ingeniosas del autor, se muestran
en este libro, que ocasionó en el año 1873 una controversia,
sostenida por el autor y un Sr. Marulanda en las columnas de la
prensa periódica y en varios folletos.
Cuarta edición,
corregida y aumentada, impresa también en Cali, año de 1876.



1871.

271. Ollendorff castellano.
Gramática práctica, o sea Temas y Ejercicios de Gramática
castellana, arreglados al sistema Ollendorff, como ampliación al
Epítome de la Real Academia Española, por P. J. Pons, maestro
superior, etc. Obra premiada en la Exposición general catalana de
1871. Editor, N. Chaves. México, 1871.
4.° -192 págs.
Cuarta
edición: Barcelona, imprenta de Inglada y Pujadas, librería de Juan
Antonio Bastinos, 1885.

272. Gramática analítica, práctica
y filosófica de la lengua española, o sea Curso razonado y
progresivo del idioma nacional de las Repúblicas hispano-americanas,
por D. Antonio Benedeti. París, 1871.
4.° men,-476 págs.

Sin
olvidar las doctrinas de la Academia ni las de Salvá, el autor de
este libro reproduce en 89 lecciones las doctrinas de Bello, bajo la
forma del método productivo, que ya empleó en otro libro suyo.
Sirve de texto esta obra en el Colegio del Estado de Bolívar y en la
Academia del Bello Sexo de Cartagena de Indias.

273.
Conjunción entre los dos apellidos. Por el Dr. Th. (D. M. Pardo de
Figueroa), Articulo inserto en El Averiguador, tomo I, segunda época.
Madrid, imprenta de Rivadeneyra, 1871, páginas 213-219.

274.
Gramática elemental de la lengua castellana, por Giró. Barcelona,
1871. 8.°
Otra edición: Barcelona, 1884. 8°

275.
Gramática castellana, o Tratado gramatístico
de la lengua española bajo sus cuatro puntos de vista, ideogénico,
ideológico, ideofonético e ideográfico, por el Dr. D. Joaquin
Manuel de Moner, Director y Profesor del Establecimiento literario de
Cervuna. Fonz, en el establecimiento piadoso, literario y tipográfico
de Cervuna. 1871.
4.° men. -VI -126 págs.

276.
Lecciones graduales de Gramática castellana, destinadas al uso de
los niños, por D. Joaquin de Avendaño. Madrid. 1871.
Consta de
87 lecciones.

277. Juicio crítico del Diccionario y de la
Gramática de la Lengua castellana últimamente publicados por la
Academia Española, por D. Fernando Gómez Salazar. Madrid. 1871.

1872.

278. Compendio de Gramática castellana
teórico-práctica para uso de los niños que frecuentan las
escuelas, por D. Meliton Escamilla. Cuenca, Manuel Mariana, 1872. 8.°

1873.

279. Compendio de la Gramática castellana de
D. Andrés Bello, por el Rdo. P. Fr. R. Yori. Bogotá, 1873.

Extracta el autor muy acertadamente las doctrinas de Bello, pero
conservando la nomenclatura antigua. Dice D. Miguel Antonio Caro que
de este Compendio se hizo una edición en Sogamoso.

280.
Gramática castellana comparada a la latina, por Raimundo de Miguel.
Madrid. 1873.
8.° mayor.

281. Elementos de la Gramática
de la lengua castellana, para el uso de las escuelas. Nueva York,
1873.

Este compendio se atribuye por algunos a Bello; pero
otros niegan rotundamente que a él pertenezca, aduciendo (entre
otras razones) que en los Estados de Chile se asegura que no lo
escribió el Rector insigne de la Universidad de Santiago, por lo que
el Gobierno no lo aceptó para libro de texto en sus escuelas,
habiendo dispuesto, en cambio, que lo fuesen las Lecciones de Don
Miguel F. Guillou.

282. Sobre el generó gramatical de la voz
nueva tramvía.
Artículo de Don Alejandro Olivan, impreso en el tomo IV de las
Memorias de la Academia Española. Madrid. 1873.
4.° -Págs.
290-306.

Con estilo elegante, gran erudición y excelente
dialéctica, el autor demuestra que la palabra tramvía
es femenina.
Discutióse este asunto en la Academia por los Sres.
Segovia, Ferrer del Río, Olózaga, Oliván y otros, y aquel docto
Centro acordó la publicación de los escritos o discursos con que se
ilustró la cuestión.

283. Principios de Gramática
castellana, por D. Amenodoro Urdaneta. Caracas, 1873.
Segunda
edición, notablemente mejorada: Caracas, imprenta de El Demócrata,
1875.

284. Elementos de Gramática castellana, por D.
Francisco Ortiz. Bogotá, 1873.

Predominan en ellos las
doctrinas de la Academia y las de Salvá. El autor hace al fin del
libro algunas observaciones estimables, explicando las teorías de
Bello y comparándolas con las antiguas.
1874.

285.
Gramática castellana adaptada a la capacidad de los niños que
estudian esta lengua en las escuelas primarias de Veracruz, por
Gonzalo Peoli. Veracruz, 1874.
4.° -63 págs.

286.
Elementos de Gramática castellana, por Rafael Villanueva. -Tercera
edición. México, 1874.
4.° -36 págs.

287. Cartas
sobre Gramática castellana, escritas entre los Sres. D. Aureliano
Fernández-Guerra y Orbe, de la Real Academia Española; D. Juan
Antonio Calcaño, Cónsul de Venezuela en Liverpool,
y D.
Francisco J. Orellana, de Barcelona. Publicadas en La Ilustración
Española y Americana, núms. XXVIII (30 julio), XXXVII (8 octubre) y
XLVII (22 diciembre) de 1874.

Versan sobre la edición de la
Gramática de la lengua castellana que en aquel año preparaba la
Real Academia Española. Como muestra de las enmiendas y novedades
que iban a introducirse, comunica el Sr, Fernández-Guerra la parte
muy notable de los Aumentativos, Diminutivos y Despectivos, que él
mismo redactó y aceptó con aplauso la Co-misión de Gramática de
la Academia, de la que era el referido señor Secretario, La
formación de los Diminutivos es también el
tema de la epístola
del señor Orellana. En la del Sr. Calcaño se trata de ciertas
locuciones viciosas de escritores puros, y se aboga por la aceptación
en el Diccionario académico de algunos vocablos americanos.

1875.

288. Guía para el estudio de los elementos gramaticales, y
pruebas prácticas para conocer con exactitud las partes de la
oración, dedicada a las escuelas de instrucción primaria por
Amenodoro Urdaneta, Director de la Escuela Guzmán Blanco. Caracas,
imprenta Nacional, calle de Casabolo, núm. 65: 1875.
Folleto en
8.°-32 págs.

Con privilegio del Gobierno de Venezuela,
otorgado en 13 de mayo de 1875.
Tiene un brevísimo prólogo, en
donde el autor dice, entre otras explicaciones, que este tratadito
basta para conocer el análisis; pero es indispensable complementarlo
con las explicaciones de su Compendio de Gramática, donde están
desenvueltas las ideas aquí aglomeradas.

La doctrina seguida
es la de la Academia, con alguna que otra originalidad del autor, el
cual es un antiguo institutor de Caracas, que ha compuesto varias
obras de texto para la enseñanza y es autor de unos Comentarios al
Quijote. D. Amenodoro Urdaneta es actualmente Agente confidencial del

Gobierno de Venezuela en la corte pontificia, según entendemos:
al menos lo era el año pasado.

289. Gramática elemental de
la lengua castellana, por el Ldo. Pedro Castillo. Valencia
(Venezuela), 1875.

1876.

290. Análisis gramatical.
Obra utilísima para las escuelas, por D. Amenodoro Urdaneta.
Caracas, imprenta Federal, esquina de la Torre, 1876.
Folleto en
rústica. -57 págs.

No tiene prólogo ni otra alguna
indicación previa, más que la autorización o privilegio del
Gobierno de Venezuela, fechada en 20 de diciembre de 1875.

Consta
esta obrita de algunas nociones sobre la oración, en exposición
dialogada, con las teorías académicas por base, y sobre el método
práctico de analizar en las escuelas; y luego compila y analiza
muchos trozos en prosa y verso de escritores y poetas, venezolanos no
más.

291. De las sílabas irregulares. Lecciones dispuestas
por el Ldo. Luis G. Duarte. México, 1876.
8.° -8 págs.

292.
Compendio de los elementos de la lengua castellana de D. Joaquín
Avendaño, reformado por D. Clemente de Jesús Munguía. Formado por
el C.° Diego Riveras. Obra adaptada como texto para
las escuelas
primarias del Estado. Guanajato, 1876. Primera edición.
4.°-120
págs.

293. Discurso sobre los elementos constantes y
variables del idioma español, por D. Rafael Ángel de la Peña.
México, Díaz de León, 1876.

294. Cuestiones gramaticales.
Reparos a un folleto del Sr. Olivan, por Don León Carnicer. Palma,
Gelabert, 1876.
295. Gramática castellana destinada al uso de
los maestros en las escuelas españolas e hispano-americanas, por Don
Gregorio Martí. Buenos Aires, imprenta de El Orden, 1876.

1877.

296. Compendio de Gramática y Ortografía españolas, puesto
al alcance de los escolares que van a entrar en el estudio de los
elementos de este arte, por D. Fernando Monmany. Barcelona, Espasa,
1877.

297. Gramática filosófica de la lengua castellana al
alcance de los niños, por Leopoldo J. Arosemena. Lima, Prince, 1877.

298. Estudio sobre los verbos irregulares castellanos, por D.
José M. Marroquin, Barcelona, Tasso, 1877.

299. Elementos de
Gramática castellana, por D. Miguel Arañó. Barcelona, J. Jepús,
1877.

300. Compendio de la Gramática de la Lengua
castellana, por D. Andomaro Molina. Mérida (Yucatán), 1877.

8.°-174 págs.

301. Epitome de Analogía y Sintaxis
según la Gramática castellana nuevamente publicada por la Real
Academia Española y dispuesta por la misma para la primera enseñanza
elemental, aumen-tada con las partes de Prosodia y Ortografía, por
***, formado de la décima-cuarta edición de la Academia. México,
1877.
8.°-124 págs.

302. Catálogo de los verbos
irregulares, por D. Amenodoro Urdaneta. Caracas, imprenta Americana,
1877.
Folleto en 8.° -28 págs.

Sigue a Bello, y en
especial a Salvá, dice el autor; pero a quien no nombra y casi lo
copia en gran parte, es a D. Juan Vicente González. Tiene algunas
novedades en su teoría que me parecen fundadas.

303. La
Gramática de la Academia. Artículo en La Revista Contemporánea,
por Fr. Ruiz de la Peña. Año 1877.

304. Gramática razonada
de la Lengua castellana, por D. Matías Salleras, Director de la
Escuela Normal superior de Segovia. Segovia, 1877.
Otra edición.
Gramática razonada de la lengua española, por D. Matías Salieras,
profesor de la Escuela Normal de Barcelona. Barcelona, 1887.
4.°-441
págs. Contiene: preliminares y las cuatro partes de la Gramática.

1878.

305. El Nuevo Quirós. Elementos de Gramática
y Ortografía castellana. Obra sacada de los más célebres ideólogos
modernos, por lo que respecta a la Gramática, pues la Ortografía es
la última que ha publicado la Academia Española. Octava edición,
publicada por D. Mariano Galvan Ribera. México, 1878. 8.°-208 págs.

306. Conjugación completa de los verbos irregulares castellanos
y de los directivos en los tiempos y personas que están en uso, por
D. Fernando Gómez de Salazar. Madrid. 1878.

307. Discurso
sobre el significado de los modos adverbiales a priori y a
posteriori, por D. Rafael Ángel de la Peña, México, Díaz de León,
1878.

308. Tratado de los compuestos castellanos. Primera
parte latino-castellana, por Baldomero Rivodó. Caracas, Aldrey,
1878.
-Segunda edición: París, Roger y Charnowitz, 1883.
4.°
-436 págs.

1879

309. Análisis del lenguaje y
procedimiento intuitivo que conviene introducir en las escuelas para
desterrar la rutina en la enseñanza de la Gramática (Carteles), por
D. Joaquín Montoy. Barcelona, imprenta de El Porvenir, 1879.

310.
Mata y Araujo. Elementos de Gramática castellana. Sexta edición,
reformada y notablemente aumentada en todas sus partes, por Paulino
M. Oviedo. México, 1879.
4.°-124 págs.

311. Elementos
de Gramática castellana, por Antonio Orozco. Primera edición.
México, 1879.
8° -94 págs.

1880.

312.
Lecciones de análisis gramatical o ejercicios prácticos sobre
nuestra Gramática, con sujeción a los preceptos de la Real Academia
Española, precedidos de la teoría y ejemplos adecuados para su
mejor comprensión, por el Dr. D. José García Modino y Camarero.
Madrid. 1880.
4.°-146 págs.

313. Epitome de la
Gramática elemental de la Lengua castellana, por D. José Caballero.

Segunda edición. Madrid. 1880.
8.°-116 págs.
Este
Epítome ha sido formado por el autor de la Gramática, con objeto de
que pudiera servir de texto en las escuelas de primera enseñanza.

314. Nociones prácticas de Gramática castellana, por el Dr.
Jesús María Portillo. Caracas, Alfred Rothe, 1880.
Folleto en
8.° -79 págs.
Esta obrita es variada y no es Gramática, sino
colección de disertaciones cortas sobre galicismos (vocabulario
razonado), verbos irregulares y defectivos, neologismos, arcaísmos,
análisis, acentuación y otros temas sueltos, tratados conforme a
las doctrinas de Bello, Baralt, Cuervo (D. Rufino José) y D. Juan
Vicente González.

315. Estudio sobre los oficios ideológicos
y gramaticales del verbo, por D. Rafael Ángel de la Peña. México,
Díaz de León, 1880.




1881.

316. Método y procedimiento para la
enseñanza de la Gramática castellana, dividida en cinco partes, por
A. M. Pachecho. Oajaca (México), 1881.
4.°-158 págs.

317.
Elementos de la lengua castellana, fundados en los principios
establecidos por la Real Academia Española y en el uso de los
autores clásicos, por D. Mariano Velázquez de la Cadena.
Octava
edición guatemalteca. París, México, librería de Ch. Bouret,
1881.
12.° -151 págs. -Pasta.
Sólo la precede un informe
de una Comisión, fechado en la Habana a 16 de marzo de 1821, en el
cual se dice que el autor no se propaso manifestar un sistema nuevo,
sino redactar clara y concisamente la Gramática de la Academia. Este
es el informe que se publicó al imprimirse la primera edición que
en dicho año de 1821 se hizo. La segunda se publicó en 1824
(New-York).

318. Gramática. Libro del Estudiante (por D. R.
de Guzmán). Bogotá, 1881.
Extracto de la de Bello.

319.
Gramática abreviada de D. Andrés Bello (por Santiago Pérez).
Bogotá, Medardo Rivas, 1881.

320. Género próximo y última
diferencia de las partes de la oración, por D. Joaquín Montoy.
Artículos gramaticales en El Clamor del Magisterio, números 27 y
28. Barcelona, Inglada, 1881.

321. Curiosidades gramaticales,
por D. Ramón Martínez García, profesor de la Escuela Superior de
la capital de Puerto Rico. San Juan de Puerto Rico, 1881.
8.°-280
págs.

El autor demuestra profundos conocimientos en el
ejemplo y demostración que hace del análisis lógico y gramatical,
prosódico, ortológico y ortográfico del idioma castellano.

322. Curiosidades gramaticales, o complemento de la
Gramática castellana. Libro utilísimo a los profesores y alumnos de
las Academias, Institutos, Colegios, Escuelas Normales, Escuelas de
instrucción primaria y a las personas de letras, por D. Ramón
Martínez García. Segunda edición. Madrid, 1883.
4.° men. -365
págs.

323. Proyecto para la enseñanza del Español,
presentado a la Academia Nacional de Profesores, por J. Manuel
Guillén. México, 1881.
4.°-262 págs.

324. Análisis
lógico y gramatical, por D. Luis Parral y Cristóbal. Teruel, 1881.

16. ° -190 págs.

1882

325. Compendio de la
Gramática castellana de D. Andrés Bello, por Venancio G. Manrique.
Bogotá, 1882. 8.° may. -198 págs. -Pasta.

El autor de este
compendio dice en una breve Advertencia que los que estudien por él
no encontrarán difícil, en el segundo año del curso, la Gramática
extensa de D. Andrés Bello.

326. Elementos de Sintaxis
española, puestos en orden por Isaac González. México, 1882.

8.°-123 págs.

327. Gramática elemental teórico
-práctica de la lengua castellana, escrita por Antonio Careaga.
Primera edición, México, 1882. 4.°-236 págs.

328.
Compendio de Gramática española por el profesor de primera
enseñanza D. Simón López y Anguita. Tercera edición. Madrid.
1882, tipografía de Don Blas González.
8.°-108 págs.

1882-83.

329. A Grammar of the modern spanish
language. Boston, 1882. -Modern spanish readings embracing text,
notes, and an etymological vocabulary. Boston, 1883.

1883.

330. Elementos de Gramática castellana, por la Academia de
Barcelona. Barcelona, 1883.
8.° -128 págs.
Dividida en
cuatro partes: Analogía, Sintaxis, Ortografía y Prosodia.

331.
Epítome de Analogía y Sintaxis, según la Gramática castellana
nuevamente publicada por la Academia Española, por S. López
(profesor mejicano). 1883.
Pról. -I -III -82 págs. -MS.

332.
Gramática infantil para los niños americanos, por Luis Felipe
Mantella, profesor de lengua y literatura española de la Universidad
de Nueva York. Segunda edición. Nueva York, imprenta y librería de
N. Ponce de León, 1883.
8.°-20 págs.

Es nuevo y
original este librito en cuanto a plan y método, y su doctrina muy
buena; pero, aunque se llama infantil, parece que está muy lejos de
serlo, precisamente por lo razonado y discreto de su estilo, si bien
el lenguaje es claro.

333. Compendio de Gramática
castellana, por Leopoldo G. Arosemena, para las escuelas de
instrucción primaria. -Este compendio es un extracto de la Gramática
filosófica del mismo autor. Lima, Carlos Prince, editor. Junio de
1883.
12 ° -100 págs.
Lleva al final un Mapa gramatical, o
sea Carta lexicológica universal. Tiene por objeto demostrar la
naturaleza íntima y esencial de las partes de la oración y sus
relaciones,
Paréceme trabajo más curioso que útil.

334.
Nueva Gramática castellana. Segunda edición, corregida i aumentada,
complementada con un Diccionario de infinitivos de todos los verbos
regulares, irregulares, anómalos i defectivos, metódicamente
clasificados, por Estevan Ovalle, abogado colombiano. Barcelona,
tipografía Hispano-Americana, calle de Dou, 3, 1883.
4.°-VII
-146 -104 págs.
Port – Ded. – Pról. – Texto. – Ind. -Erratas.
-Diccionario de los infinitivos de verbos regulares, irregulares,
anómalos i defectivos (con paginación distinta).


El Sr. Ovalle publicó la primera edición de
esta Gramática suya el año de 1865. Era un epítome o compendio de
esta segunda edición, y el autor lo había compuesto para la
enseñanza de los niños en su colegio de Ocaña (Colombia).

He
aquí cómo se explica el Sr. Ovalle, en el prólogo, sobre el método
y forma que ha adoptado para componer la Gramática: … siguiendo la
senda que nos ha dejado el ilustre filósofo Balmes en su Ideología
i Gramática general, abundantes en luminosos principios i
definiciones de notable claridad i filosófica sencillez, útilmente
aplicables al estudio particular de la lengua, he procurado
clasificar i definir con rigurosa exactitud, i simplificar el gran
conjunto de reglas, adaptándolas a la nomenclatura que estableció
por razón de lógica, de sencillez i armonía. Prescindo, pues, con
los señores Martínez López i Bello, de la Ortografía i la
Prosodia, que otros consideran como partes integrantes de la
Gramática; divido las voces de la lengua en palabras i partículas,
i subdivido las palabras en dos grandes clases: sustantivo i
adjetivo, comprendiendo en la primera al infinitivo i al pronombre, i
en la segunda a los artículos, pronombres posesivos i demostrativos,
los numerales,
verbos, adverbios i participios, bajo la
denominación genérica que respectivamente les corresponde. Esto no
es nuevo: muchos gramáticos han reconocido de antemano que el
infinitivo i el pronombre son verdaderos sustantivos; que el verbo,
los adverbios i participios, los artículos i numerales, los
posesivos i demostrativos, son adjetivos: ¿por qué, pues, continuar
llamando al infinitivo, verbo? ¿por qué hacer de cada una de estas
clases de palabra un grupo diverso, separado del todo a que
pertenece?…

335. Cuadros sinópticos de Gramática
castellana, según el texto oficial de la Real Academia Española,
por D. Pedro Baró y Guillelmi, maestro normal de primera enseñanza.
Barcelona, 1883. Folleto apaisado de 34 págs.

336.
Curiosidades gramaticales o complemento de la Gramática castellana.
Libro utilísimo a los profesores y alumnos de las Academias,
Institutos, Colegios, Escuelas Normales, Escuelas de Instrucción
primaria y a las personas de letras. Segunda edición. Madrid, 1883.

8.° -VII -365 págs.

1884.

337. Tratado de
Sintaxis castellana, por D. Manuel Fombona Palacios. Caracas, 1884.

Impreso por la Academia Venezolana, correspondiente de la
Española, y no puesto a la venta por el autor.

338.
Gramática castellana, por el Dr. D. Guillermo Tell Villegas.
Caracas, 1884.

339. Clasificación de las palabras
castellanas por D. Andrés Bello.

Artículo por primera vez
publicado por D. Miguel Luis Amunátegui, en el volumen V, págs. LIV
-LXVI, de las Obras completas de D. Andrés Bello. Edición hecha por
el Gobierno chileno. Santiago de Chile, impreso por Pedro G. Ramírez,
1884.

340. Compendio de la Gramática castellana de D. Andrés
Bello, hecho para la enseñanza del ramo en los colegios del Estado,
por D. Rafael Egaña. Segunda edición, corregida y aumentada.

Santiago, imprenta de la Librería Americana, 1884,
8.° -231
págs. -Pasta.
Este compendio fué aprobado para texto oficial en
Chile por el Consejo de Instrucción pública, mediante informe
favorable de Don E. Nercasseau Morán, Profesor nombrado para
examinarlo, en marzo de 1883.
En dicho informe se dice que la
obra del Sr. Egaña, como se desprende del título mismo, no contiene
doctrina alguna nueva, singularmente en lo que atañe a Analogía,
Sintaxis y Ortografía, materias en que se han seguido con constante
escrupulosidad las teorías expuestas por el Sr. Bello. En cuanto al
plan, se notan algunas variantes de poca importancia respecto al
orden de materias seguido por D. Andrés Bello.

341. Primera
Gramática española razonada, por D. Manuel María Díaz -Rubio y
Carmena, Presbítero (el Misántropo). Tomo I. Toledo, imprenta y
librería de Pando y hermano, editores… 1884.
4.°-XI . III
-471 págs. + 3 de ínD. Tomo II. X -535 + 6 de índ. + una de
erratas + 12 hs. finales.
Otra impresión: Madrid. Bailly
-Baillière 1888,
Tomo I: XLIV -468 págs.
Tomo II: XVI -555
págs.

El autor revela desde el título de su libro que
desconoce la historia y los progresos de la ciencia del lenguaje y de
la filología castellana.

342. Elementos de Gramática
española, por D. Juan Antonio Fandiño y Pérez. Segunda edición,
notablemente corregida y aumentada. Oviedo, 1884.
4.° menor.
-108 págs.

1885.

343. Estudios gramaticales.
Introducción a las obras filológicas de D. Andrés Bello, por D.
Marco Fidel Suárez, con una advertencia y noticia bibliográfica por
D. Miguel Antonio Caro. Madrid, imprenta de A. Pérez Dubrull, 1885.

8.°-XVI -382 págs.

Tomo XXIV de la Colección de
escritores castellanos.

Es un notabilísimo estudio crítico
expositivo de la Gramática de Bello.

Dice el Sr. Caro en la
advertencia preliminar: Ha servido de base a estos Estudios el Ensayo
crítico que sobre la misma materia, y acomodándose al tema
propuesto, presentó el autor en 1881 al concurso abierto por la
Academia Colombiana para celebrar el centenario de D. Andrés Bello.

Premiado el trabajo del Sr. Suárez en aquel certamen literario,
propúsose él mejorarlo, y ahora se publica bajo nuevo título, y no
sin razón, puesto que, en la forma y con las considerables
ampliaciones que presenta, puede bien reputarse como obra nueva. En
ella el distinguido filólogo colombiano expone las principales
teorías gramaticales de Bello; indica sus orígenes y fundamentos,
cotéjalas con los principios sentados por otros gramáticos antiguos
y modernos; las
confronta con las prácticas de los buenos
escritores de la lengua, y es de advertir que el tono de elogio que
domina en estas páginas, como nacido de admiración sincera y
reflexiva, y conforme con los respetos debidos a un tan alto maestro
como Bello, no es parte a torcer la vara de la justicia, ni impide
que el crítico desapruebe en algunos puntos o rectifique
oportunamente las doctrinas cuyo examen desempeña con criterio recto
y no escaso acopio de curiosos datos lingüísticos. Por lo tanto,
aunque incorporados en esta colección a guisa de introducción a las
obras gramaticales de Bello, creemos que estos Estudios, lo mismo que
la Gramática castellana histórica, de que ya ha publicado el autor
excelentes muestras, tienen por sí bastante mérito para que los
cultivadores de la filología romana, y los numerosos aficionados a
este ramo de investigación, hoy tan adelantado, los reciban con
aprecio, como valioso fruto de constante y bien encaminada labor…

344. Extracto de la Gramática castellana de la Real Academia
Española, por Ángel M. Domínguez. México, 1885.
8.°-118
págs.
Otra impresión: México, 1888.
4.°-145 págs.

345.
Nociones de Gramática castellana, o sea conocimiento de los
principios más comunes de ella, aplicados al estudio de la lengua
materna, arreglados por el profesor Ricardo Muñoz. San Luis Potosí,
1885.
4.°-57 págs.

346. Compendio de Gramática
castellana de la Real Academia Española, por el Dr. D. Ricardo
Ovidio Limardo. Caracas, 1885.
Texto nacional.
El año
anterior de 1884 se había impreso este libro en Puerto Cabello
(Venezuela).

347. Gramática teórico-práctica de la lengua
castellana para uso de los niños, dividida en tres cuadernos, por D.
Eugenio Eguílaz: el primero contiene la Analogía con ejercicios de
análisis
gramatical; el segundo, Análisis y Prosodia, y el
tercero, Ortografía.
Tres números en 8.°
Cuaderno 1: de
125 págs.: Madrid.
1885. Tercera edición.
Cuaderno 2: de
136 págs.: Madrid.
1886. Octava edición.
Cuaderno 3: de 115
págs.: Madrid. 1889. Novena edición.

348. Epitome de la
Gramática castellana, comprendiendo sus cuatro partes y los modelos
de análisis respectivos, por D. Ángel María Terradillos, escrito
para las escuelas de ambos sexos. Madrid, 1885.
8.°-86 págs.
-Sexta edición.

349. Tratado de Gramática razonada, con
aplicación decidida y constante al estudio del idioma español, por
Don Gregorio Herráiz, Director de la Escuela Normal superior de
Segovia. Segovia, 1885.

1886.

350. Gramática
elemental de la Lengua castellana, publicada con destino a las
escuelas de primera enseñanza, por D. José Caballero.
Tercera
edición: Madrid. 1886. 8.° may. -125 págs.

351.
Procedimientos y ejercicios para la enseñanza de la Gramática, por
Don Carlos Yeves. 8.°
Segunda edición: Madrid. 1886. 159 págs.

352. Cuaderno auxiliar de los procedimientos y ejercicios
para la enseñanza de la Gramática en las escuelas, destinado al uso
de los discípulos, por D. Carlos Yeves. Quinta edición. Madrid.
1884.
8.°-32 págs.

353. Mata y Araujo. Elementos de
Gramática castellana. Sexta edición, reformada y notablemente
aumentada en todas sus partes por D. Aurelio M. Oviedo. México,
1886.
12°-125 págs.

354. Lecciones de Gramática
castellana, por D. Aurelio M. Oviedo y R. México, 1886.
4.°-94
págs.

355. The Collective Singular in Spanish. By Henry R.
Lang, teacher of modern languages in the Swain Free School, New
Bedford. Mass. -Estudio que se lee en la publicación Transactions of
the Modern Language Association of America, 1884-5. Volume I.
Baltimore, 1886.
4.°-133-148 págs.

Erudito y original
estudio de la sintaxis de ciertos nombres en singular, usados en
sentido plural o colectivo. Auxiliado de la Gramática comparativa, y
mostrando muchas autoridades castellanas, que emplean, desde el siglo
XIII hasta nuestros días, esta construcción, ha hecho el Sr. Lang
un trabajo muy estimable. En ninguna Gramática de las lenguas
neo-latinas, ni en la de Díez, se ha puesto la atención en este
importante punto de Gramática histórica y preceptiva, de la manera
como en este estudio se trata. En el cual se hace también una
clasificación de los nombres que se construyen de tal modo: de
personas, de naciones, de animales, de partes del cuerpo, de objetos
militares, de vestidos, de frutas y plantas, de objetos materiales y
de la naturaleza inanimada, de arquitectura, abstractos, etc. cada
una de cuyas especies que se citan se ve autorizada con su ejemplo.

356. Tratado teórico -práctico de Análisis gramatical y
lógico de las oraciones, escrito con destino a los señores maestros
y a los aspirantes a serlo, por D. Millán Orío y Rubio, Director de
la Escuela Normal de Palencia. Tercera edición. Falencia, imprenta y
librería de Santiago Peralta, Plaza Mayor, núm. 5, 1886.
8.°-150
págs. + 5 finales de Indice.

357. Tratado de oraciones
castellanas, por el Bachiller José Antonio Infante. Maracaibo, 1886.

358. Gramática castellana para los principiantes, por Julián
Ramírez. Caracas, 1886.

359. Spanische Grammatik mit
Berücksichtigung des gesellschaftl. Verkehrs, 3, Aufl. Von J.
Schilling. Leipsig (Leipzig),
1886.

360. Notas de D. Francisco Merino Ballesteros a la
primera edición de la Gramática de D. Andrés Bello (1853), y de D.
Rufino José Cuervo a la novena edición de la misma (1881),
referidas, con
observaciones, a la décimatercera edición de
Madrid (1883), por L. M. Díaz. Curazao, imprenta de la librería de
A. Bethencourt e hijos, editores, 1886.
4.° menor. -XIV págs. +
1 h. + 22 págs. + 1 h. -120 págs. + XXXII págs.

El Sr. D.
Luis María Díaz, Director que fué catorce años en el Colegio
Vargas de Curazao, y fundador y Director más tarde de los Colegios
de Bolívar y de Santa Ana en la isla de Trinidad. publicó estas
notas a fin de que pudieran utilizarlas aquéllos que poseyeran
ediciones de la Gramática de Bello de las ilustradas por Merino
Ballesteros y Cuervo. Eruditas notas del Sr. Díaz
sobre las de
Cuervo y el Indice alfabético de la Gramática de Bello, compuesto
por este último señor, completan el volumen.

361. Grammatik
der spanische Sprache. von F. Hoyermann. Bremen, 1886.

1887.

362. Compendio de la Gramática de la Real Academia Española,
por I. G. Amabile. Veracruz, 1887. 4.°-130 págs.

363.
Lecciones de Gramática castellana para uso de las escuelas de Centro
América, por el Dr. D Fortunato Gadey. Barcelona, 1887.
8.°-92
págs.

364. Nociones elementales de Gramática castellana,
para las escuelas de instrucción pública, por Tomás V. Gómez.
Guadalajara (México), 1887. 4.°-140 págs.
-Segunda edición:
Guadalajara (México), 1889. 4.°-142 págs.

365. Compendio
de Gramática castellana, por José Belver. Obra destinada
especialmente para la enseñanza de los niños, y aprobada por el
Consejo académico de la Universidad nacional. Bogotá, imprenta de
Echeverría hermanos; editor, León Echeverría, 1887.
4.°
menor. -XXIV -141 págs.

El autor de este Compendio,
respetable anciano de setenta y seis años, cuando lo compuso en 1884
se propuso dotar con él a la enseñanza de los niños de un libro
práctico en esta materia. Lo dividió en dos partes: Lexigrafía y
Sintaxis. El conocimiento de la Prosodia dice que no es de absoluta e

imprescindible necesidad a los niños, por o cual la suprime. En
cuanto a la Ortografía, aconseja su enseñanza por la de su
compatriota D. José Manuel Marroquín.
Las doctrinas que
sustenta el autor están tomadas de las Gramáticas de la Academia
Española (edición de 1880), de Bello, de Salvá y de Martínez
López, y de las observaciones sobre la lengua española, publicadas
por el bogotano Dr. Ulpiano González.
El autor no pone de propia
cuenta más que el orden o método de su obra. Sin embargo, en el
capítulo segundo de la Sintaxis, que trata del análisis lógica de
la proposición, discurre con particular acierto y novedad.

366.
Spanische Grammatik. Von G. C. Kordgien, Prof. (mit bes.
Berücksichtigung d. geschafll. Verkehrs). Hamburg, 1887.

1888.

367. Gramática castellana elemental para uso de los niños
de instrucción primaria, por el P. Luis Úbeda y Gallardo,
escolapio. Segunda edición, corregida y adicionada. Con superior
autorización.
Madrid, est. tipográfico Sucesores de
Rivadeneyra, 1888.
8.°-168 págs. + 3 de índ.

La
Gramática contiene sus cuatro partes y está en forma de diálogo.

El autor dice en la advertencia preliminar: Si bien he adoptado
el método y preceptos peculiares de la Real Academia Española, he
introducido en ellos, no obstante, algunas modificaciones
accidentales que afectan a ciertas incorrecciones sistemáticas
opuestas al buen criterio y a la filosofía del lenguaje.

368.
Los verbos castellanos que rigen preposición, ilustrados con
ejemplos i observaciones críticas i con muchos textos de varios
autores clásicos, por y. B. Calcaño y Paniza. Curazao, imprenta de
la librería de A. Bethencourt e hijos, 1888.
4.° -XIV -113
págs.
369. Breves apuntes sobre los casos y las oraciones,
preparatorios para el estudio de las lenguas, por Eduardo Benot.
Nueva edición, refundida y ampliada. Madrid, imprenta y librería de
la Viuda de Hernando y Compañía, 1888.
4.°-173 págs.

370.
Herranz y Quirós. Compendio de Gramática castellana, conforme con
la última edición de la Academia Española, por el Ldo. D. M. Romo,
México,
4.°-112 págs.

371. J. P. Schaeffer Jr.
Beknopte gidsvoor de Spaansche taal. Voor zelfonderricht bewerkt.
Amsterdam, C. L. Brinkman.
8.° -IV -124 págs.

372.
Grammaire espagnole, par R. Foulché -Delbosc, Professeur a l´Ecole
J. B. Say et à l´Ecole Colbert. París, H. Welter, 1888.
8.°-341
págs.

A pesar del plan poco científico de esta Gramática,
su autor ha sabido tratar todas sus partes con claridad.
Segunda
edición: París, 1889.
8.° mayor. -340 págs.

373.
Grammatica della lingua spagnuola di Fil Manetta e Ed. Rughi. Seconda
edizione interamente rifusa da Edoardo Rughi. Torino, Loescher.

8.°-412 págs.

374. Cours de la langue espagnole d´après
la méthode Robertson, précédé d´un cours de litterature
espagnole, d´une étude sur le caractère de la langue, d´un traité
de prononciation, et suivi d´un manuel de conversations familières
et d´une étude sur le roman et le théatre
espagnols. Par L. Mallefille. 6 édition, revue et corrigée. París,
Leroy.
8.°-LVI -284 págs.

375. Gramática de la lengua
castellana compuesta con arreglo al plan y método más generalmente
seguidos en la enseñanza del latín, y para facilitar a los alumnos
de segunda enseñanza el estudio de este idioma, por el Dr. Don
Francisco A. Commelerán, Catedrático numerario del Instituto del
Cardenal Cisneros. Cuarta edición, notablemente corregida. MadriD.
Agustín Jubera, editor… 1888.
8.° -292 págs.

376.
Compendio de la Gramática castellana de la Real Academia Española,
por Ricardo Ovidio Limardo, Doctor en Derecho civil, etc. etc. (El
texto adoptado por el Gobierno nacional.)
Cuarta edición. Puerto
Cabello, imprenta y librería de J. A. Segrestáa, 1888.
12.°
-VI -163 págs. -Rústica.

En un pequeño prefacio que lleva,
sin firma, con encomios al autor, se dice que este trabajo no es otra
cosa que un extracto fidelísimo de la última edición de la
Gramática de la Real Academia Española.