El exorcismo es un sacramental que constituye una antigua y particular forma de oración que la Iglesia Católica emplea contra el poder del diablo. Es un ritual especial que un sacerdote, con la autorización del obispo, realiza para liberar a una persona de la posesión o influjo demoníaco.
El exorcismo tiene como objetivo expulsar a los demonios o liberar a alguien del dominio demoníaco, gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Según la Iglesia Católica, el demonio no puede adueñarse de la libre voluntad del poseído, lo que impide el compromiso de la libre voluntad del poseído hasta el punto de hacerlo pecar.
El rito de exorcismo se concreta con la invocación a los santos, la lectura de la palabra de Dios, y una serie de plegarias en las que, en el nombre de Jesús y apelando a su poder, se invoca a Dios Padre y al Espíritu Santo para ordenar al espíritu maligno que salga de la persona poseída. Normalmente, es necesario realizar varios exorcismos para que el demonio salga de la persona.
En la práctica, los exorcismos son llevados a cabo por sacerdotes católicos, aunque otras religiones también tienen rituales similares para combatir el mal. En el contexto cristiano, el exorcismo se enfoca en la batalla contra el mal, que puede adoptar la forma de un demonio, una impureza espiritual o una simple tentación.
Es importante destacar que el exorcismo no es una práctica mágica o supersticiosa, sino que se basa en la fe cristiana y la autoridad de la Iglesia Católica para combatir el mal y proteger a las personas.