COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU
CRONISTA,
D. Próspero De Bofarull y Mascaró.
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU
CRONISTA,
D. Próspero De Bofarull y Mascaró.
TOMO IX.
HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL,
escrita por D. Diego
Monfar y Sors,
archivero del Real Archivo de
Barcelona,
y
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
D. Próspero
de Bofarull y Mascaró,
cronista de la Corona de Aragón.
Tomo
I.
Barcelona.
En el establecimiento litográfico y tipográfico
de
D. JOSÉ EUSEBIO MONFORT.
1853.
/ Edición de Ramón Guimerá Lorente.
Se actualiza la ortografía en parte, y añado
comentarios entre paréntesis y cursiva (así). Faltan bastantes páginas y otras están mal escaneadas /.
Deseando la
Reina Ntra. Sra. (Q. D. G.) que vean la luz pública en esta
colección diplomática, no solo los documentos interesantes a la
historia y demás ramos de literatura en general, si que también
diferentes códices inéditos que igualmente custodia este
antiquísimo archivo, por considerarlos no menos conducentes al digno
objeto de su ilustrado desvelo, según anunciamos y ofremos en
el preliminar de esta empresa; daremos con oportunidad la preferencia
a la Historia inédita de LOS CONDES DE URGEL, de D. Diego Monfar,
por tratarse en ella de unos personajes, estados y hechos tan
enlazados con los de la Corona de Aragón, como con sus
Parlamentos, Compromiso de Caspe y demás documentos que acabamos de
publicar, a tenor de las reales instrucciones que hemos recibido. En
efecto, desde que Carlos Calvo dividió la Septimania
en marcas, cediendo en plena soberanía la española,
o marquesado y condado de Barcelona con sus agregados,
a Vifredo el Velloso, que en su muerte heredó a su hijo
Seniofredo con el de Urgel; este condado, erigido en la
región de los antiguos Ilergetes, ha estado constantemente
bajo el señorío de príncipes de la dinastía de
Barcelona y Aragón, hasta que al cabo de cuatro largos
siglos de gloriosa
existencia la falta de sucesión en Don Martín, el fallo de
los nueve compromisarios de Caspe y la rebelión de Don Jaime el desdichado contra el electo Don Fernando,
autorizó a este nuevo rey a proceder militar y judicialmente
contra su malhadado primo, confiscándole sus estados y
condenándole a cárcel perpetua, en la que murió al cabo de muchos
años, asesinado en el castillo de Játiva por los
infantes hijos de su mismo antagonista.
Diego
Monfar y Sors, ciudadano honrado y natural de Barcelona, hizo sus
estudios, con el aprovechamiento que manifiestan sus obras, en la
antigua y acreditada universidad literaria de Lérida: fue
escribano de mandamiento de la cancillería de Aragón,
y uno de los rehenes que envió a Luis XIV el
Principado, en seguridad del ejército francés con que aquel
monarca ausilió a Cataluña durante la guerra que
sostuvo contra Felipe IV de España, llamada de los
segadores. En 1641 fue nombrado por dicho rey de Francia
archivero de su Real Archivo de Barcelona; y por estos
años, hasta el de 1652, en que murió en la villa de Tarrasa,
escribió este códice o Historia de los Condes de Urgel,
después de haber examinado detenidamente, no solo los infinitos
autores que en ella cita, si que también varios archivos
de Aragón y Cataluña, y en especial este de la Corona
de Aragón que tuvo a su cargo, del que copia muchos documentos
curiosísimos e interesantes.
Consta este códice de 500 folios,
escritos de puño propio del autor, en papel muy ordinario,
con letra bastante difícil para quien no está versado en la
paleografía; y se ignora cómo fue a parar al archivo de
los Padres Mercenarios de Barcelona, del que lo recogió el
archivero de la Corona de Aragón el año de 1835, depositándole en
este mismo establecimiento donde probablemente fue escrito. El padre
maestro Izquierdo, de la orden de san Agustín, sacó
de él una copia en dos grandes volúmenes, que hemos consultado y
existe en el archivo de la Academia de Buenas Letras de Barcelona;
pero la hemos hallado llena de erratas, aunque en el testo
esté conforme con el original que tenemos a la vista. Como
Monfar escribió en una época tan turbulenta, cual fue la de aquella
asoladora y desgraciada guerra, no es de admirar que no diese la
última mano a su obra, ni que se hallen en ella algunas lagunas, no
pocos barbarismos y otras faltas de lenguaje, que difícilmente podía
evitar un catalan que escribía en castellano a
mediados del siglo XVII, cuando el Principado conservaba aún
en toda su fuerza el entusiasmo patrio por sus fueros e
idioma.
a pesar de esto, para conservar en todo lo posible
la pureza del testo, rara vez nos hemos atrevido a rectificar
más que aquellos defectos que podían producir confusión en el
sentido de la frase, y que sin duda ninguna hubiera el mismo autor
corregido, a haber tenido espacio y sosiego para limar su obra. Nos
hemos contentado con regularizar y uniformar su
ortografía, suprimiendo todas las inflexiones
exclusivas del catalan, más o menos antiguas,
que Monfar aplicó al castellano, y que hemos sustituido con
las letras con que propiamente debía escribirse en este idioma, a
saber: ny por ñ, cuando se halla banyo por baño;
I en principio de dicción por ll, cuando escribe levar por
llevar; s líquida por es en las voces que deben
empezar con estas dos letras; t por d, en algunos finales en ad;
y doble s por la s sencilla, única y fuerte, castellana; y
haciendo desaparecer todos los afijos, especialmente en los genitivos
de los nombres que empiezan por vocal, que llevaban una d al
principio, cuyo uso hemos variado, suprimiendo por
consiguiente la sinalefa, y marcando el de.
La idea
que nos guía, y el útil objeto que llevamos al publicar este libro,
quedarán aun más patentes a medida que el lector se haga cargo de
la importancia del códice, cuya corrección, para darlo a
luz, esperamos con justicia que nos habrá de agradecer.
Reina Ntra. Sra. (Q. D. G.) que vean la luz pública en esta
colección diplomática, no solo los documentos interesantes a la
historia y demás ramos de literatura en general, si que también
diferentes códices inéditos que igualmente custodia este
antiquísimo archivo, por considerarlos no menos conducentes al digno
objeto de su ilustrado desvelo, según anunciamos y ofremos en
el preliminar de esta empresa; daremos con oportunidad la preferencia
a la Historia inédita de LOS CONDES DE URGEL, de D. Diego Monfar,
por tratarse en ella de unos personajes, estados y hechos tan
enlazados con los de la Corona de Aragón, como con sus
Parlamentos, Compromiso de Caspe y demás documentos que acabamos de
publicar, a tenor de las reales instrucciones que hemos recibido. En
efecto, desde que Carlos Calvo dividió la Septimania
en marcas, cediendo en plena soberanía la española,
o marquesado y condado de Barcelona con sus agregados,
a Vifredo el Velloso, que en su muerte heredó a su hijo
Seniofredo con el de Urgel; este condado, erigido en la
región de los antiguos Ilergetes, ha estado constantemente
bajo el señorío de príncipes de la dinastía de
Barcelona y Aragón, hasta que al cabo de cuatro largos
siglos de gloriosa
existencia la falta de sucesión en Don Martín, el fallo de
los nueve compromisarios de Caspe y la rebelión de Don Jaime el desdichado contra el electo Don Fernando,
autorizó a este nuevo rey a proceder militar y judicialmente
contra su malhadado primo, confiscándole sus estados y
condenándole a cárcel perpetua, en la que murió al cabo de muchos
años, asesinado en el castillo de Játiva por los
infantes hijos de su mismo antagonista.
Diego
Monfar y Sors, ciudadano honrado y natural de Barcelona, hizo sus
estudios, con el aprovechamiento que manifiestan sus obras, en la
antigua y acreditada universidad literaria de Lérida: fue
escribano de mandamiento de la cancillería de Aragón,
y uno de los rehenes que envió a Luis XIV el
Principado, en seguridad del ejército francés con que aquel
monarca ausilió a Cataluña durante la guerra que
sostuvo contra Felipe IV de España, llamada de los
segadores. En 1641 fue nombrado por dicho rey de Francia
archivero de su Real Archivo de Barcelona; y por estos
años, hasta el de 1652, en que murió en la villa de Tarrasa,
escribió este códice o Historia de los Condes de Urgel,
después de haber examinado detenidamente, no solo los infinitos
autores que en ella cita, si que también varios archivos
de Aragón y Cataluña, y en especial este de la Corona
de Aragón que tuvo a su cargo, del que copia muchos documentos
curiosísimos e interesantes.
Consta este códice de 500 folios,
escritos de puño propio del autor, en papel muy ordinario,
con letra bastante difícil para quien no está versado en la
paleografía; y se ignora cómo fue a parar al archivo de
los Padres Mercenarios de Barcelona, del que lo recogió el
archivero de la Corona de Aragón el año de 1835, depositándole en
este mismo establecimiento donde probablemente fue escrito. El padre
maestro Izquierdo, de la orden de san Agustín, sacó
de él una copia en dos grandes volúmenes, que hemos consultado y
existe en el archivo de la Academia de Buenas Letras de Barcelona;
pero la hemos hallado llena de erratas, aunque en el testo
esté conforme con el original que tenemos a la vista. Como
Monfar escribió en una época tan turbulenta, cual fue la de aquella
asoladora y desgraciada guerra, no es de admirar que no diese la
última mano a su obra, ni que se hallen en ella algunas lagunas, no
pocos barbarismos y otras faltas de lenguaje, que difícilmente podía
evitar un catalan que escribía en castellano a
mediados del siglo XVII, cuando el Principado conservaba aún
en toda su fuerza el entusiasmo patrio por sus fueros e
idioma.
a pesar de esto, para conservar en todo lo posible
la pureza del testo, rara vez nos hemos atrevido a rectificar
más que aquellos defectos que podían producir confusión en el
sentido de la frase, y que sin duda ninguna hubiera el mismo autor
corregido, a haber tenido espacio y sosiego para limar su obra. Nos
hemos contentado con regularizar y uniformar su
ortografía, suprimiendo todas las inflexiones
exclusivas del catalan, más o menos antiguas,
que Monfar aplicó al castellano, y que hemos sustituido con
las letras con que propiamente debía escribirse en este idioma, a
saber: ny por ñ, cuando se halla banyo por baño;
I en principio de dicción por ll, cuando escribe levar por
llevar; s líquida por es en las voces que deben
empezar con estas dos letras; t por d, en algunos finales en ad;
y doble s por la s sencilla, única y fuerte, castellana; y
haciendo desaparecer todos los afijos, especialmente en los genitivos
de los nombres que empiezan por vocal, que llevaban una d al
principio, cuyo uso hemos variado, suprimiendo por
consiguiente la sinalefa, y marcando el de.
La idea
que nos guía, y el útil objeto que llevamos al publicar este libro,
quedarán aun más patentes a medida que el lector se haga cargo de
la importancia del códice, cuya corrección, para darlo a
luz, esperamos con justicia que nos habrá de agradecer.