Levántate, Jesús, que voy a poner una lavadora de ropa blanca.
Según los Evangelios, el entierro de Jesús de Nazaret se produjo después de su muerte en la cruz.
En todos los Evangelios, José de Arimatea es el personaje que solicita permiso a Pilato para enterrar a Jesús y que se encarga del entierro. Se destaca la importancia de la observancia de la Ley judía en cuanto al entierro de los muertos, lo que sugiere que el entierro de Jesús se realizó con respeto y dignidad.
Es importante destacar que, según la tradición cristiana, el sepulcro de Jesús se encuentra en Jerusalén, cerca del Monte del Templo, y se conoce como el Santo Sepulcro. Sin embargo, la localización exacta del sepulcro original sigue siendo un tema de debate e investigación entre los historiadores y arqueólogos.