Doña Brianda de Luna, una
joven perteneciente a la importante familia de este apellido, estaba
casada con el rico-hombre don Lope Ximénez de Urrea, mas el destino
y la fatalidad quisieron que el enlace no funcionara bien y la
muchacha, alegando que su marido era impotente, inició los trámites
del divorcio.
joven perteneciente a la importante familia de este apellido, estaba
casada con el rico-hombre don Lope Ximénez de Urrea, mas el destino
y la fatalidad quisieron que el enlace no funcionara bien y la
muchacha, alegando que su marido era impotente, inició los trámites
del divorcio.
Sin esperar la resolución
pertinente, la joven abandonó el hogar, que estaba situado entre la
calle del Sepulcro y la ribera del Ebro. Intervinieron en el asunto
tanto el arzobispo de Zaragoza, que era familiar suyo, como los
abades de Montearagón y Veruela, conminando todos a la muchacha a
que volviera con su esposo al menos hasta que se resolviera el caso.
pertinente, la joven abandonó el hogar, que estaba situado entre la
calle del Sepulcro y la ribera del Ebro. Intervinieron en el asunto
tanto el arzobispo de Zaragoza, que era familiar suyo, como los
abades de Montearagón y Veruela, conminando todos a la muchacha a
que volviera con su esposo al menos hasta que se resolviera el caso.
Regresó contrariada
Brianda con su marido, pero como estaba resuelta a terminar con él,
a los pocos días se descolgó por una ventana que daba al río,
huyendo en compañía de su primo y amante, don Luis Cornel, para
refugiarse ambos en el cercano castillo de Alfajarín. Al hacerse
pública esta noticia entre los zaragozanos, los Urrea y los Cornel
entablaron una disputa que desembocó incluso en luchas y choques sangrientos.
Brianda con su marido, pero como estaba resuelta a terminar con él,
a los pocos días se descolgó por una ventana que daba al río,
huyendo en compañía de su primo y amante, don Luis Cornel, para
refugiarse ambos en el cercano castillo de Alfajarín. Al hacerse
pública esta noticia entre los zaragozanos, los Urrea y los Cornel
entablaron una disputa que desembocó incluso en luchas y choques sangrientos.
El rey Pedro IV, viendo
que las desavenencias entre tan importantes familias estaban asolando
Alfajarín y sus contornos, decidió convocar a ambas partes a las
Cortes reunidas en Zaragoza, con citación especial de los dos
promotores de la discordia.
que las desavenencias entre tan importantes familias estaban asolando
Alfajarín y sus contornos, decidió convocar a ambas partes a las
Cortes reunidas en Zaragoza, con citación especial de los dos
promotores de la discordia.
Acudió don Lope Ximénez
de Urrea, el marido burlado, ante los brazos de las Cortes, pero no
así don Luis Cornel, el amante burlador, que no sólo recibió con
chanzas a los embajadores del rey sino que incluso arreció sus
ataques contra las posesiones de su enemigo.
El rey, profundamente
enojado por esta actitud, dispuso que sus tropas arrasaran los campos
de Alfajarín, tomaran por asalto el castillo y llevaran prisionero a
don Luis Cornel, que fue condenado al destierro, mientras doña
Brianda acababa sus días recluida en un convento.
de Urrea, el marido burlado, ante los brazos de las Cortes, pero no
así don Luis Cornel, el amante burlador, que no sólo recibió con
chanzas a los embajadores del rey sino que incluso arreció sus
ataques contra las posesiones de su enemigo.
El rey, profundamente
enojado por esta actitud, dispuso que sus tropas arrasaran los campos
de Alfajarín, tomaran por asalto el castillo y llevaran prisionero a
don Luis Cornel, que fue condenado al destierro, mientras doña
Brianda acababa sus días recluida en un convento.
II (1911), 65.
Sánchez Pérez, José A.,
El Reino de Aragón, págs. 204-205.]
https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/22/35/01otal.pdf
El Reino de Aragón, págs. 204-205.]
https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/22/35/01otal.pdf
http://www.sipca.es/censo/1-INM-ZAR-017-017-002/.html
- Heraldo de Aragón. «Alfajarín rehabilita torre del castillo»
- Turismo de Zaragoza. «El Castillo de Alfajarín»
El castillo de los Cornel se sitúa en el término municipal de Alfajarín, en la provincia de Zaragoza sobre una cumbre de los Montes Blancos, junto a la ermita de la Virgen de la Peña de la localidad.
El castillo de Alfajarín fue construido por los musulmanes en el siglo XI. Alfajarín y su castillo se rindieron ante el avance cristiano (1119) tras la reconquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en 1118, pero poco después volvió a manos musulmanas y en 1131 tuvo que volver a tomarlo el rey Alfonso, poniendo como tenente a Fortún Galíndez.
Tras la muerte de Alfonso I Batallador, a consecuencia de las heridas sufridas en la batalla de Fraga en 1134, volvió a poder de los almorávides, no siendo reconquistado definitivamente hasta 1141, durante el gobierno de Ramón Berenguer IV quien puso tenentes al frente de la guarnición hasta 1196.
Desde final del siglo XIII y hasta finales del siglo XIV perteneció a la baronía de los Cornel, como consecuencia de la donación hecha por Jaime II de Aragón en 1293. Tras extinguirse esta baronía fue comprado por diferentes personajes. Entre ellos destaca Ramón de Espés y la familia de los Alagón. Con posterioridad el castillo quedó abandonado y comenzó un proceso de ruina.
La fortaleza se sitúa sobre un espolón rocoso sobre la ribera del Ebro, defendido por los lados norte y este por acantilados naturales y en el resto se construyó un foso defensivo para proteger la entrada teniendo acceso con puente levadizo protegido con dos torres. En una de las torres se encontraba el acceso en recodo, con arco apuntado revestido de ladrillo, en la actualidad muy deteriorada. La otra torre destaca por su volumen, presenta planta cuadrada, de unos 6 metros de lado, y gran altura. Interiormente se estructuraba en dos plantas superpuestas, cubiertas con bóvedas de cañón apuntado, de las que la de la planta baja ha desaparecido. Posee dos puertas y una ventana en arco apuntado situadas en la cara que mira al interior del recinto. el recinto tiene planta pentagonal irregular midiendo aproximadamente 100 por 60 metros. El muro norte es el menos deteriorado y en él se abre un portillo que lo une con la Torre del Homenaje, vigilado a su vez por un torreón rectangular. En el extremo este presenta existe torreón pentagonal en muy mal estado. Existe un foso artificial en todo este extremo. La torre del homenaje se construyó en el siglo XIV y en esta época también se reforzó todo el castillo. Esta torre debía ser imponente, pero sólo conserva dos paredes de gran espesor. La construcción es de tapial revestido de ladrillo macizo hasta media altura.