Cuentan que un día Francisco Franco Bahamonde acudió a una Montería de esas a las que era tan aficionado.
Y para que todo fuera de su gusto, le situaron en el mejor puesto y además le asignaron al Guarda Mayor a su servicio para toda la montería.
Así que Franco se puso en su sitio y el Guarda Mayor a su lado…
El Guarda se dirigía a Franco así: D. Claudio le sirvo un café, D. Claudio no dispare aún… D. Claudio por aquí… D. Claudio por allá…
Y Franco contestando con monosílabos y con un mosqueo que no te puedes imaginar.
Así pasan las horas y la Montería termina y Franco hace llamar al Guarda para despedirse y cogiéndolo del brazo lo aparta un poco del resto de la gente.
Y entonces Franco le dice:
– Ud. sabe quién soy yo.
El Guarda le responde:
– Por supuesto Excelencia, por supuesto…
Y Franco le espeta:
– ¿Entonces por qué me ha estado llamando continuamente D. Claudio?
Le responde el Guarda.
– Mire Excelencia, le llamo D. Claudio porque no tengo la bastante confianza como otros para llamarle CLAUDILLO.
Y para que todo fuera de su gusto, le situaron en el mejor puesto y además le asignaron al Guarda Mayor a su servicio para toda la montería.
Así que Franco se puso en su sitio y el Guarda Mayor a su lado…
El Guarda se dirigía a Franco así: D. Claudio le sirvo un café, D. Claudio no dispare aún… D. Claudio por aquí… D. Claudio por allá…
Y Franco contestando con monosílabos y con un mosqueo que no te puedes imaginar.
Así pasan las horas y la Montería termina y Franco hace llamar al Guarda para despedirse y cogiéndolo del brazo lo aparta un poco del resto de la gente.
Y entonces Franco le dice:
– Ud. sabe quién soy yo.
El Guarda le responde:
– Por supuesto Excelencia, por supuesto…
Y Franco le espeta:
– ¿Entonces por qué me ha estado llamando continuamente D. Claudio?
Le responde el Guarda.
– Mire Excelencia, le llamo D. Claudio porque no tengo la bastante confianza como otros para llamarle CLAUDILLO.