El Toro Bravo, también conocido como Toro de Lidia, es un animal macho de una población bovina desarrollada y seleccionada para participar en diferentes espectáculos taurinos, como las corridas de toros y los encierros. Se caracteriza por tener instintos atávicos de defensa y un temperamento temperamentales, que se sintetizan en la llamada “bravura”, así como atributos físicos como cuernos grandes hacia delante y un potente aparato locomotor. Este animal es originario de las razas autóctonas de la península ibérica, conocidas como “toro ibérico“, que desde tiempos inmemoriales han propiciado las formas más primitivas de tauromaquia.
El Toro Bravo se ha ganado fama mundial por su bravura y agresividad, lo que genera múltiples sentimientos en los toreros, desde el temor hasta la valentía. Su estampa, con sus enormes y afilados cuernos y su impresionante masa muscular, lo convierte en un símbolo de la cultura española y un emblema de bravura.
La cría de estos toros se realiza en condiciones excepcionales en plena naturaleza, ya que para que un animal de este tipo logre ser parte de un espectáculo taurino de tradición centenaria, se deben tener muy en cuenta temas de crianza y alimentación. Los ganaderos poseen un profundo conocimiento y respeto al medio ambiente, evitando el furtivismo y limitando la intervención del hombre en el entorno rural.
Además, el ADN mitocondrial del Toro de Lidia ha dejado numerosos enigmas difíciles de descifrar, ya que se han identificado cuatro linajes maternos domésticos, tres del Cercano Oriente y uno del norte de África, y ocho categorías que no están en el ADN de los toros del resto del mundo, lo que le otorga una gran diversidad genética.
El Toro Bravo es un animal de gran simbolismo y mística, que ha sido objeto de estudio y debate a lo largo de la historia debido a su comportamiento y su importancia cultural.