Una almohada es una pieza mullida, generalmente rellena de un material blando como espuma, plumas o fibra, que se coloca sobre el colchón en la parte superior de la cama y se utiliza para apoyar la cabeza y el cuello durante el sueño. Su objetivo es mantener recta la columna vertebral, relajar la nuca, evitar tensiones musculares y disminuir el estrés acumulado durante el día, lo que ayuda a conseguir un sueño tranquilo.
La palabra “almohada” proviene del árabe andalusí “مخدة” (mujadda), que se refiere a un almohadón o cojín. La raíz de esta palabra es “jadd” (lado o mejilla), lo que se relaciona semánticamente con el hecho de apoyar la mejilla o descansar de lado.
En la cultura occidental contemporánea, las almohadas suelen estar hechas de una envoltura de tela lisa o estampada (conocida como funda de almohada) que contiene un relleno blando, normalmente sintético y estandarizado en tamaño y forma.
Además de su función principal de comodidad, la almohada también se ha utilizado a lo largo de la historia para otros propósitos, como mantener los bichos e insectos fuera del pelo, la boca, la nariz y los oídos de las personas mientras dormían, o simbolizar el estatus social, ya que en algunas culturas antiguas, el número de almohadas poseídas era un indicador de riqueza.